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Un delicado balance 1.25

Hephaestus solo dejo a Viggo libre después de una semana. Durante ese tiempo Viggo tuvo que acompañarla en los negocios, en el taller mientras trabajaba y junto a Kain, posar para el retrato familiar. Además, solo lo dejo libre porque Kain intercedió. De lo contrario, Viggo hubiera pasado pegado a su madre otra semana.

Así que ese día en que quedo libre, Viggo se despertó como a las seis de la mañana. Se puso una camisa, pantalones y botas simples. Solo llevaba como protección una pechera y su hacha como única arma. Una vez que bajo al primer piso y fue a la cocina, se encontró con Mikoto e Isabel. Ambas preparando alimentos para Flora y Tatsumi. Al parecer, ambos se sumergirían en el calabozo. Viggo dejo su hacha parada en una muralla y camino hasta una olla. Busco plato y cubiertos y se preparó para sacar comida, pero Mikoto lo detuvo.

-Viggo, ve a sentarte, yo te sirvo- dijo la elegante mujer japonesa, de cuerpo esbelto y gran delantera.

-Yo me puedo servir, tía- dijo Viggo

-Nada de eso, vaya a sentarse-

Viggo hizo una mueca y se fue a sentar. Al rato siguiente Mikoto le sirvió un plato con comida y un vaso de jugo.

-Gracias- dijo Viggo

Mikoto sonrió y le peino el cabello en un gesto suave y amoroso. Después volvió a ver las cosas que estaba preparando y Viggo se puso a comer.

-¿Vas a ir al calabozo?- pregunto Isabel desde un mesón, estaba llenando una vianda metálica con comida.

-Sí, tía- respondió Viggo mientras comía -quiero probar mi fuerza-

-Podrías ir con Flora y Tatsumi-

-Por hoy no- respondió Viggo -quiero probar mi fuerza y ver hasta dónde puedo llegar. Una vez que compruebe eso le preguntaré a Flora y Tatsumi para unirme a su grupo-

-Eres un tonto, el más tonto, Viggo- dijo Flora entrando a la cocina, Tatsumi iba detrás de ella. Este último tenía cara de sueño y bostezó.

-Buenos días, Oka-sama, oba-sama- dijo Tatsumi somnoliento

-Buenos días- dijo Mikoto -vaya a sentarse-

Por su parte, Flora paso por detrás de Isabel y Mikoto y le dio un beso en la mejilla a cada una. Después camino hasta donde estaba sentado Viggo y se sentó a su lado.

-Esas cosas no se preguntan- dijo Flora con el ceño fruncido -eres mi hermanito, por supuesto que puedes ir con nosotros-

-Sí, sí, gracias gran hermana mayor- dijo Viggo con cierto fastidio y siguió comiendo

-Eres bastante insolente para ser el menor- dijo Flora en un tono molesto y bufo. Sin embargo, después sonrió y le revolvió el pelo. Viggo dejo de comer y la miró enojado. Soltó un gruñido y siguió comiendo.

Una vez que Viggo termino su comida, se levantó, tomo su hacha y se despidió de todos. Salió de la casa con el sol aun elevándose en el horizonte. La mañana estaba fresca, mucha gente iba vestida con grandes abrigos, pero para Viggo este clima era casi veraniego. Avanzó por la vereda, llevando su hacha en la mano izquierda y luciendo un corte de pelo casi a ras en los costados de su cabeza y la nuca. Al mismo tiempo y a medida que se iba acercando a la avenida principal, veía más y más aventureros dirigirse al calabozo; amazonas, hombres lobo, conejo, enanos, humanos y demás. La gran mayoría se veían como maleantes, campesinos o aborígenes. Solo los que nacieron en Orario tenían ese aire a civilización, que dentro de todo solo deben haber sido el 30% de todos los grupos.

Viggo avanzó a paso rápido por al lado de ellos. Ignorando las miradas que le daban muchas chicas y a los brabucones que se ponían en su camino. Muchos de ellos lo veían pasar por su lado y se movían para chocarlo, pero Viggo los evitaba o simplemente los chocaba. El efecto en la mayoría de las situaciones fue que los tipos eran empujados y caían al suelo o solo recibían el golpe. Uno de ellos, que se veían rudo como un maleante del sector de Dedalus recibió el choque y quedo con el hombro adolorido.

-¡Oye!- rugió el humano vestido como la mayoría de los aventureros de bajo nivel -ve por donde vas, imbécil-

Viggo se detuvo, le dio una sola mirada y el tipo retrocedió un paso. Al mismo tiempo, sintió como esos ojos lazuli lo miraban con severidad y le provocaban un frio terrible por todo el cuerpo. Viggo se dio la vuelta y siguió caminando con dirección al calabozo.

Una vez que llego frente a la torre de Babel, Viggo se paró en mitad de la plaza que antecedía a la entrada y elevó la mirada. Le dio la impresión de que la torre de piedra labrada era infinita y casi estaba rascando el cielo. Viggo detuvo su mirada en el último piso y sintió la mirada de alguien. No era hostil, así que solo sonrió. Bajo la mirada y siguió su camino.

Al mismo tiempo, en lo alto de la torre, Freya, la bella diosa, miraba por el ventanal. Vestía con un traje de una sola pieza que acentuaba sus caderas, dejaba expuestos sus sensuales hombros, parte de su escote y su abdomen. Ella al percatarse del Viggo, sonrió complacida y dijo -vaya, ha sido un tiempo joven Viggo- estiro su mano a una mesita a su lado derecho y tomo una campanilla. La agito en un gesto suave, sonó el tintineo y al instante siguiente llegó un aventurero de su familia. Era un elfo, de apariencia esbelta, cabello rubio y largo. Su rostro frio e intelectual, era acentuado por unas gafas.

-Hedin- dijo Freya con su voz melodiosa y sensual -dile a mi querido Ottar que su amigo está de vuelta-

-Como usted diga lady Freya- respondió el elfo y realizo una reverencia. Después se dio media vuelta y salió de la habitación.

-Veamos cómo te comportas está vez, joven Viggo. Ojalá le ayudes a mi Ottar a volverse más y más fuerte-

Volviendo a Viggo, él avanzó por el primer piso del calabozo que era similar a las cuevas de una mina, con paredes, suelo y techo de roca. El camino era iluminado por unas lámparas pegadas a las paredes que se alimentaban con la energía de pequeñas piedras de poder. Muchos aventureros iban junto a Viggo, conversando sobre que lugares visitar y como proceder. Sin embargo, a medida que se adentraban en el calabozo, aparecían otros túneles y los aventureros se dispersaban. Algunos llenos de esperanzas, otros con miradas llenas de malas intenciones.

Cuando Viggo llego a los 100 metros llamo la atención de varios veteranos que seguían el mismo camino. Un aventurero solo en el calabozo era una presa fácil, tanto para los monstruos como para los aventureros. Cuando Viggo llego a los 200 metros estaba en apariencia, solo. Avanzó por las oscuras cuevas y se topó con un goblin. Una criatura de 1 metro de estatura, piel verde, ojos rojos y pequeños cuernos en la cabeza. Lo primero que hizo la criatura fue lanzar un pequeño rugido y mostrar 2 corridas de dientes filosos y puntiagudos.

Viggo bufo, vio al globin correr en su dirección con los brazos a los lados, en un movimiento torpe y bestial. Viggo corrió a su encuentro, apretó su puño derecho, lo retrajo al pecho y una vez que estuvo a distancia, lanzó un puñetazo a la cabeza. El golpe estallo en la cara del goblin y lo lanzó al suelo rodando. Quedo tendido boca arriba, tratando de apoyarse en sus brazos para poder ponerse en pie, pero su cuerpo no le respondía. Viggo camino hasta el goblin, levantó su pie y le aplasto la cabeza. Los huesos crujieron y los sesos de desparramaron. El goblin tensó los brazos y piernas en un gesto involuntario, y después cayeron al suelo como si hubieran perdido todas sus fuerzas. Al instante siguiente, el cuerpo del goblin se convirtió en motas de polvo brillante y se desintegro, dejando solo una piedra purpura. Viggo la recogió del suelo y se la echo en una bolsa que llevaba atada a la cintura.

Después Viggo siguió avanzando por los túneles, encontrado otros goblins y matándolos a puñetazos. Un goblin era una criatura molesta, demasiado animal e instintiva que apenas agitaba sus brazos. Carecían de gruesas pieles, fuerza y raciocinio. El único problema que representaban era cuando se juntaban en grupos de 15 o 20, cosa un poco difícil en el laberinto. Viggo los mato a medida que se aparecían en su camino y siguió avanzando al siguiente piso.

Una vez que llego al final de primer piso, se encontró con un gran pozo oscuro y una escalera de caracol pegada a sus paredes. Viggo bajo la escalera y se topó con varios aventureros que regresaban a la superficie. Unos iban con sus ropas rasgadas, sucios y vendados, estos eran aventureros entre los niveles 1 al 3. Otros aventureros iban limpios y soltando chistes con sus amigos. Estos eran aventureros de nivel 4 o 5, muchos de los cuales solo fueron a probar sus nuevas armas o habilidades a los pisos intermedios.

Viggo los ignoro y siguió avanzando hasta llegar al piso 10. Todo el camino fue tranquilo, mato a la mayoría de los monstruos a puñetazos. Sin embargo, en este piso cubierto de niebla y árboles de color blanco sin hojas, se encontró un gran enemigo. De figura humanoide y cabeza de cerdo y con una altura de más de 2 metros, se veían imponentes. Viggo los comparo en un principio con los ogros de las montañas, en donde vivía su maestro. Así que se acercó al primero caminando a gatas. Una vez que llego por detrás del monstruo parado entre medio de los árboles blancos y tenebrosos, Viggo tomo el hacha con las dos manos, se puso en posición y lanzó un poderoso corte a la parte posterior de la rodilla. Su intención era dañar la movilidad, pero lo hizo con tanta fuerza que le corto la pierna. Viggo quedo impresionado, pero después se decepciono.

Por otro lado, el orco cayó al suelo y comenzó a estirar sus brazos para atrapar a Viggo. En respuesta, él dejo que le tomara el tobillo. Al mismo tiempo, levantó su hacha con ambas manos y la descargo contra el cuello del orco mientras soltaba un grito de lucha.

Viggo estaba furioso con este lugar que veía como su meta en el pasado, se sentía furioso consigo mismo por las decisiones tontas que tomo en el pasado. ¿Esto era ser aventurero? Esto era un desperdicio de tiempo, muy fácil y muy aburrido. ¿Dónde estaba desafió, donde estaba dificultad? Era estúpido, solo tuvo que ser un poco sigiloso para poder vencer a esta masa de carne. Comparado con entrenar con su maestro y sus pruebas, este lugar era aburrido. Viggo soltó un bufido y ni siquiera se molestó en recoger la piedra que soltó el orco.

Sin embargo, cuando comenzó a avanzar, se topó con una agradable sorpresa. Un grupo de cinco orcos estaban 20 metros por delante, todos llevaban grandes garrotes hechos de la madera blanca de los árboles tenebrosos. Viggo hizo una sonrisa bestial y se lanzó a correr de frente a los orcos. A su vez, ellos soltaron gritos bestiales y alzaron sus garrotes.

Viggo siguió avanzando, buscando con la mirada las aperturas y cuando llego a dos metros de distancia, los orcos descargaron sus garrotes. Viggo saltó hacia un lado, evitando los garrotes que se estrellaron contra el suelo. Rodó, se paró y corrió de forma fluida hacia el primer orco. Tomo el hacha con ambas manos, lanzando un corte en un rápido giro y le cortó una pierna. Sin embargo, cuando quiso seguir con su ataque, tuvo que retroceder antes de que orco cayera y lo pudiera rematar. Ya que otro orco lanzó un garrotazo. Viggo empezó a trotar rodeando a los orcos y cuando vio a uno con el torso chueco y en una mala posición en un esfuerzo para mirarlo, corrió en su dirección y le lanzó un hachazo a la pierna. El orco cayó al suelo y al mismo tiempo, otro de los orcos abanico su garrote en un movimiento horizontal. Viggo fue incapaz de esquivarlo y le dio en pleno estómago. Fue enviado a volar, cayó rodando y se reincorporo de inmediato. El dolor en su estómago le indicaba que se había descuidado. Sin embargo, lejos de atemorizarlo le dieron la emoción y el impulso de continuar su ataque.

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