Haru, un joven de 16 años cuya vida escolar es un completo infierno debido a que es maltratado y humillado por sus compañeros, por ello, no ha podido hacer ni un solo amigo desde que entró en el instituto, pero todo eso cambiará con la llegada de un chico nuevo que se robará todas las miradas de todos en el instituto, sin embargo, él solo tiene interés en Haru por lo que comenzara acercarse a él con la intención de ser su amigo, pero lo que comenzó como una amistad acabará siendo algo más y surgirán dolorosas verdades que afectará su relación ¿Qué les deparará el destino a ellos dos?
Haru se despertó tras escuchar el reloj que marcaban las seis de la mañana, hora en la que debía prepararse para ir a clases, soltando un suspiro apartó la sábana que cubría su cuerpo y salió de la cama entrando en el baño, se detuvo en el lavabo para mirar su rostro aún medio dormido en el espejo y soltó otro suspiro, esta vez más largo que el anterior, comenzó a desvestirse hasta quedar completamente desnudo y se metió en la ducha, abrió la llave de la regadera permitiendo que el agua fría le terminase de despertar, luego de ducharse salió del baño con un toalla enrollada en la cintura, regresó al cuarto y abrió el armario contemplando el uniforme que colgaba de una percha <<Otro día más en el infierno>> pensó. Este pensamiento no era una simple queja de adolescente, se debía al momento que Haru empezó el instituto, pues se convirtió en el objeto de toda clase de burlas por parte de sus compañeros, él siempre ha sido una persona poco sociable, incluso el mismo lo reconoce, pero cada vez que intentaba hablar con sus compañeros estos se burlaban de él o no le hacían caso eso hizo que ir al instituto fuera una tarea difícil, pero no piensen mal, a Haru le gusta mucho el instituto porque aprendía cosas nuevas, de hecho era el mejor de su clase, por ello, los profesores le decían que le trataban así por envidia aunque Haru sabía que no era cierto, lo que verdaderamente odiaba del instituto era la gente. Regresando a su realidad Haru tomó la percha, se quitó la toalla empezando a vestirse, una vez listo tomó sus cosas y salió de la habitación, comenzó a bajar las escaleras pero se detuvo a medias cuando fue recibido por un delicioso aroma que provenía de la cocina, con una sonrisa terminó de bajar las escaleras, caminó hasta la cocina apoyándose en un lado observando a su madre preparando el desayuno. Haru al no ser visto por ella sigilosamente se acercó y la envolvió en un abrazo haciendo que se girase sobresaltada para mirar a la persona que la abrazaba.
—Cielos hijo, me asustaste-dijo ella pellizcando su nariz—Buenos días travieso.
—Ja ja ja ja, lo siento-respondió Haru—Buenos días.
—Está bien—dijo ella—Ve y prepara la mesa.
Haru asintió y ayudó a su madre preparando la mesa, colocó los platos, cubiertos, vasos y servilletas y luego le ayudó a traer los hotcakes que su madre había preparado, también colocaron una jarra de zumo de naranja recién exprimido, estando ya lista la mesa los dos se sentaron a comer, después de comer Haru recogió la mesa, lavó los platos y guardó en su mochila el desayuno que su madre le había preparado, como ya había pasado un rato Haru comprobó la hora en su teléfono, eran las seis y cincuenta, no era muy tarde pero de igual forma se tenía que ir así que fue al recibidor para ponerse los zapatos, ya listo para irse su madre se acercó a él peinando su cabello amorosamente.
--Que tengas un buen día, hijo—dijo—Hoy llegaré tarde del trabajo así que tienes comida en la nevera, solo tienes que calentarla.
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—Gracias mamá—le respondió Haru—Me voy ya.
Haru besó a su madre en la mejilla y salió de su casa poniéndose los auriculares que reproducían la nueva canción de su banda favorita, con la música puesta emprendió su camino hacia el instituto <<O más bien hacia el infierno>> pensó Haru. Su instituto no estaba lejos de su casa, solo tenía que caminar cinco minutos y cruzar la calle para llegar, en la plaza en la que caminaba se encontraba un parque, era algo pequeño, pero eso no impedía a los niños divertirse, al pasar por ese parque Haru se detuvo para ver a los pequeños uniformados cargando sus mochilitas jugando con sus padres, al ver eso Haru se quitó un auricular y susurró:
--Que envidia—lo dijo con una sonrisa amarga.
Se puso nuevamente el auricular y se giró deteniéndose en semáforo que aún no le indicaba su turno de cruzar, al ver a los padres divertirse con sus hijos Haru pensaba en algo que no quería recordar. Desde que tenía memoria siempre han sido su madre y él pues ella evitaba hablar sobre su padre e incluso borró todo rastro suyo, lo que para Haru fue muy díficil el no preguntar por su padre, en la primaria solían meterse mucho con él por no tener un padre ya que en las reuniones escolares su madre no podía ir porque trabaja hasta tarde, no fue hasta que Haru confrontó a su madre que esta finalmente le dijo que su padre los había abandonado cuando ella aún estaba embarazada, oír eso hizo que Haru se culpara por el abandono de su padre pero a medida que iba creciendo Haru entedió que no tenía la culpa y ya no pensaba en eso, incluso estaba feliz de ser solo su madre y él, aún así muy en el fondo Haru deseaba verlo, preguntarle el porque los había dejado, odiaba admitirlo pero al ver a los padres felices con sus hijos no podía evitar sentir envidia. Al pasar unos pocos minutos el semáforo cambió siendo el turno de Haru así que con un suspiro cruzó la calle y caminó hacia el centro esperando a que las puertas se abrieran. Haru miró el reloj pues esta hora era muy importante para él porque si no se apuraba esas personas lo atraparían, mientras esperaba podía ver a los demás llegar y ponerse en grupos empezando a susurrarse entre ellos.
—Pobrecito, no tiene ningún amigo—dijo una chica—Que pena me da.
—Que no te de pena ese rarito—dijo un chico—No te juntes con el o se te pegará lo antisocial.
Haru podía escuchar aquellos comentarios acompañados por risas pero fingía que no, estaba bastante acostumbrado a estar solo pues al comenzar el instituto intentó hacer amigos pero no resultó como esperaba por lo que aprendió a estar solo, nadie se quería juntar con él así que hacía como si no le importase, desde la primaria siempre ha sido complicado hacer amigos y en el instituto nada cambió , después de esperar unos minutos las puertas se abrieron así que Haru fue uno de los primeros en entrar mirando a los lados del pasillo comprobando que no hubiera nadie y se aprusuró a llegar a la escalera, cuando pisó el primer escalón soltó un suspiro aliviado pensando que lo había conseguido pero al subir el segundo escalón de pronto sintió que jalaban su mochila con fuerza, haciendo que Haru perdiera el equilibrio y cayera bruscamente al suelo, entonces supo que no fue así.
—Mierda--susurró con la cabeza baja.
—Que malo eres, pretendías irte sin saludarnos—dijo una voz.
A pesar de que Haru miraba al suelo podía reconocer al dueño de esa voz infernal, era Yoshino, el matón y niño rico de la clase C, como siempre venía acompañado de sus perros falderos Jake y Liu. Yoshino es un chico alto, pelirrojo, orejas perforadas como todo delincuente y un rostro amenazante, viene de una familia adinerada pues su padre es un poderoso abogado que se encarga de que ni siquiera los maestros le diga nada a su hijo y también hace donaciones al centro, aunque es obvio el motivo, a diferencia del flacucho Haru, Yoshino tenía un buen cuerpo por lo que no era una opción enfrentarse a él así que solo podía hacer una cosa, obedecerlo, sus amigos, Jake y Liu, solo se juntaban con Yoshino por su dinero además de divertirse golpeando a los que son más débiles que ellos, esos dos se encargaban de todo mientras Yoshino solo se sentaba mirando como si fuera un programa de televisión. Lo más curioso de todo esto es que Haru y Yoshino fueron compañeros en la primaria así que Haru vivió un verdadero infierno estando en la misma clase que él, cuando empezó el instituto pensó que se libraría pero no fue así, todos los años anteriores lo pasaba mal gracias a Yoshino y por supuesto este año no podía faltar, sintió a Yoshino agacharse y palmear su rostro mientras la gente pasaba de largo.
—Bueno de todas formas solo vine a saludarte y decirte algo—dijo acercando sus labios a la oreja de Haru para susurrarle en el oído—A la hora del descanso ven a nuestro lugar habitual y no llegues tarde o lo pasarás muy mal.
Haru asintió y los tres chicos subieron las escaleras entre risas, Haru se levantó del suelo y esperó un poco antes de subir las escaleras, al comprobar que estaba despejado subió al salón sentándose en su sitio sacando sus cosas, al rato fueron llegando los demás, los asientos eran de pareja pero como nadie quería sentarse con Haru tenía toda la mesa para él cosa que no le importó, el profesor no tardó en llegar y comenzar la clase pero al rato fue interrumpida por otro profesor que hizo pasar a un estudiante, hubo un alboroto en el salón pero a Haru no lo importó y siguió tomando apuntes pero cuando la pizarra fue bloqueada por un chico pudo entender porque las chicas estaban emocionadas, el profesor mandó a callar a las chicas haciendo que el salón quedara en completo silencio.
—A partir de hoy tendremos con nosotros un nuevo alumno—dijo—Por favor preséntate a la clase.
--Buenos días a todos, mi nombre es Akira Nishimoto—dijo el chico—Espero que nos llevemos bien.
El salón nuevamente se llenó de gritos de emoción por parte de las chicas a causa de Akira, el chico nuevo, pero debía admitir que entendía la emoción pues él era realmente atractivo, tenía una piel blanca y suave, sin ningún rastro de la pubertad, sus ojos eran de color café, su cabello era de color negro y aunque el uniforme cubría su cuerpo se notaba que lo tenía bien trabajado, su sonrisa mostraba sus perfectos dientes llenos de blancura que derretiría a cualquiera, si fuera una chica sin duda Haru caería a sus pies, pero al ser un chico se suponía que no debía evitar pensar en lo atractivo que era otro chico, aunque le era difícil no sonrojarse. Akira miró al profesor esperando que le dijera donde debía sentarse, este examinó el aula y cuando vio el único asiento libre señaló hacia la mesa de Haru, tan pronto como el profesor le indico donde se sentaría Haru dejó de ser invisible pues todos en el salón se le quedaban viendo pero no de buena forma.
—Que pena por Akira—dijo una chica—Le toca sentarse con el rarito.
—Pobrecito, espero que esté bien—dijo otra chica.
Haru al escuchar eso suspiró, aunque estaba enfadado con los comentarios de las chicas que hablaban como si fuera culpa de Haru que el único asiento libre estuviese a su lado, decidió ignorarlas manteniendo su vista fija en la pizarra sintiendo como el contrario se sentaba sacando sus cosas, como Haru no se iba a molestarse en hablarle continuó escribiendo en su cuaderno pero se detuvo al ser interrumpido por una voz.
—Hola—dijo—¿Cómo te llamas?
Haru se quedó sorprendido pues había pasado tiempo desde la última vez que le hablaron, incluso se tuvo que señalar a sí mismo porque tal vez pensaba que estaba hablando con alguien más pero cuando este asintió Haru se quedó aún más sorprendido, estaba apunto de responder cuando notó las miradas desagradables de sus compañeros fija en él, entonces se sintió mal, hablarle a Haru significaba convertirse en un marginado al que nadie quiere y Akira se veía como un buen chico por lo que quería evitar que pasara por lo él estaba pasando, Haru ignoró la pregunta de Akira esperando que no insistiera más pero para su sorpresa no se rindió.
—Soy nuevo aquí así que no conozco bien el centro—dijo—¿Podrías enseñarme luego el instituto?
—No me hables—respondió Haru secamente.
Por un breve momento a Haru le brillaron los ojos cuando Akira le pidió que le mostrase el instituto, parecía que realmente ese chico quería ser su amigo y eso a Haru le hizo feliz pero no quería que desperdiciase su tiempo en él pues los otros compañeros querían acercarse a Akira así que Haru tenía que quitarse de en medio, como siempre. Cuando la clase terminó, tal como se esperaba un grupo de personas se concentró en la mesa de ambos pero todos iban al lado en el que Akira estaba sentado, Haru decidió ponerse a terminar su cuadernillo con ejercicios de matemáticas para distraerse de aquel feo sentimiento pero aún podía escuchar la conversación.
—¿De dónde vienes, Akira?--preguntó una chica.
—Oh, vengo de estudiar en un instituto en Ámerica—respondió Akira—Mi padre le salió un trabajo aquí en Japón, su tierra natal por lo que nos mudamos.
--Wow debe ser genial Estados Unidos—dijo otro chico—Por cierto, después de clases iremos a un Karaoke que acaba de abrir ¿quieres venir con nosotros?
—Suena bien—respondió Akira y luego se giró para mirar a Haru—¿Quieres venir con nosotros?
Todos se quedaron en silencio cuando Akira le preguntó a Haru si quería unirse para ir al karaoke, incluso él mismo estaba tan sorprendido que no dijo nada, tan solo miró a los demás que evitaban su mirada, era claro que no querían que Haru fuese con ellos, realmente quería decir que sí pues era la primera vez que lo invitaban a algo pero no hacía falta ser muy listo para saber que no sería bienvenido, Haru volvió a fijar su mirada en el cuadernillo y respondió:
—Tengo que estudiar—dijo.
Haru se sintió mal por rechazar la invitación del contrario, pero era lo mejor, ya que no quería crearse falsas ilusiones de que realmente Akira quería ser su amigo, a pesar de lo ambale que fue antes, ni tampoco hacer que perdiera la oportunidad de hacer amigos, pues el resto de sus compañeros estaban bastante interesados en él y Haru era un imán para el rechazo de los demás, así que sabía que no debía ir, pero este no esperaba oír la respuesta del contrario.
Ya veo—dijo—Entonces yo tampoco iré, estudiaré con él.
Aquella respuesta dejó a todo el salón en completo silencio, Haru miraba a Akira con la boca abierta al igual que los demás, todos se miraron sin poder creer lo que habían escuchado, la clase permaneció en un silencio bastante largo e incluso cuando entró la profesora se sorprendió al ver a los alumnos así, la gente de pie regresó a sus sitios para dar comienzo a la clase, mientras tomaban apuntes Haru miró de reojo al contrario antes de susurrarle.
—H-Ha..ru—dijo—Ese es mi nombre.
Akira atendió la clase y tomaba sus apuntes tranquilamente pero detuvo el bolígrafo tras escuchar el susurro del chico a su lado, Haru, ese era su nombre, Akira se sorprendió mientras volteaba a ver a Haru pero este no le miraba pero al observar su rostro notó un leve sonrojo concentrado en sus orejas por lo que este sonrió.
—Un placer—respondió Akira—Haru.
Una vez que sonó la campana indicando que la clase había terminado llegaron las demás hasta dejar paso al descanso, Haru suspiró al oír sonar la campana, suspiró, ya que para lo que algunos puede ser una hora libre para comer, dormir, charlar y otras cosas para Haru era el comienzo del infierno, lo peor de todo es que no podía defenderse, solo podía quedarse callado y esperar a que todo terminara, lo que le llevó a odiarse a sí mismo por el hecho de ser tan débil pero de nada le servía castigarse a él mismo. Recogió sus cosas tranquilamente y se levantó para marcharse del salón pero antes de poder cruzar la puerta un brazo le sujetó impidiendo que se fuera, Haru sabía quien era, no hacía falta mirar para saber que era Akira pues era el único de su case que le hablaba, se sorprendió un poco ante esa acción pero al ver el reloj se giró y apartó el brazo que le sujetaba.
—Tengo que irme así que por favor déjame tranquilo—dijo Haru—Puedes pedirle a otra persona que te enseñe el centro, hay muchos candidatos.
Sin darle tiempo a Akira para responder Haru se marchó del salón, bajó las escaleras dando con las pasillos y entró en el baño de chicos, al entrar Haru se metió en un cubículo sentándose en el retrete esperando a que comenzara y que terminase rápido, pasado un rato otros chicos más entraron en el baño y por los voces Haru supo quienes eran, preparado para lo que venía abrió la puerta encontrándose con la mirada de Yoshino, que al ver a Haru sonrió ampliamente.
—Y yo que pensaba que tendría que venir que a buscarte yo mismo—dijo intercambiando miradas con sus amigos—Pero haz venido tú solo.
Yoshino sonrió y mandó a Jake a comprobar que no hubiera nadie más que ellos mientras Liu aseguraba la puerta impidiendo que alguien entrase o saliese , una vez que se adueñaron del baño Yoshino le hizo una seña a Haru que este entendió a la perfección, salió del cubículo arrodillándose en el suelo frente al pelirrojo que permaneció sentado en los lavabos mientras encendía un cigarrillo, como siguiente paso se quitó la camisa y entonces Jake abrió su mochila volcando sus cosas al suelo, incluso vio caer la taza que contenía la comida que su madre había preparado, la taza se abrió al caer dejando el contenido en el suelo. Liu se dió cuenta de la expresión de Haru al ver la comida en el suelo por lo que lo jaló del pelo y restregó su cabeza contra la comida, acto seguido obligó a Haru a comérselo, luego Jake abrió su estuche y sacó un rotulador permanente escribía malas palabas en el abdomen de Haru como : <<Eres un inútil>> o <<Nadie te quiere>>. Eso no era nada, después de pasar tanto por lo mismo dejó de afectarle, después de escribirle en el cuerpo tomó de su estuche todos sus lápices recién afilados y sonrió.
—Liu te reto a los dados—dijo Jake-La última vez que ganaste pero pido la revancha.
—Oh ya veo—respondió el otro--¡Está bien! ¡Prepárate para perder!
Jake puso a Haru de espaldas y entonces sintió como la punta de los lápices se clavaban en su espalda provocando que Haru gimiera de dolor, Yoshino grababa con su teléfono con un expresión seria mientras Haru sentía como la sangre fluía, cuando por fin terminaron de usarlo como diana, la campana sonó así que los tres recogieron sus cosas tomando el dinero de Haru como de costumbre y se marcharon dejándolo ahí en el suelo con unos 10 o más lápices clavados en la espalda. Esperó un poco antes de levantarse y retirar los lápices de su espalda conteniendo las lágrimas y apretó sus labios para bloquear los gemidos de dolor, una vez retirados se limpió la espalda y se puso la camisa, pero, al mirarse en el espejo notó que la sangre no dejaba de fluir, dejando manchas rojas sobre su camisa así que se puso la chaqueta que guardaba en su mochila para evitar que alguien lo viera, guardó todo lo que habían tirado y salió del baño regresando a su salón, el profesor ya había comenzado la clase así que todos se le quedaron viendo cuando irrumpió en el aula, Haru pidió permiso para entrar y al concedérselo entró sentándose en su sitio. A medida que la clase transcurría evitaba moverse mucho pues cada vez que se movía las heridas en su espalda le dolían, incluso evitaba pegarse en la silla, Akira notó el estado de Haru por lo que arrancó una hoja de su cuaderno escribiendo en una esquina y lo pasó al sitio de Haru, este miró de reojo la nota que ponía <<Hey estás bien? :(>> pero Haru ignoró la nota y continuó mirando la pizarra. Durante las demás clases Haru podía ver por un lado un montón de notas por parte del contrario esperando respuesta a pesar de que era ignorado, pasadas unas horas, la campaña sonó, indicando que las clases habían terminado por lo que todos recogieron sus cosas y se marcharon del salón, Haru se fue rápido sin dejar que Akira le pudiese decir algo o acercarse, al estar fuera caminó hasta su casa escuchando música. Cuando llegó a casa se quitó los zapatos, dejó sus cosas en el sofá y fue al baño a buscar el botiquín para curarse las heridas, después regresó al sofá quitándose la camiseta y acercando un poco de algodón mojado con alcohol a la herida, por supuesto Haru sintió como esta le ardía.
—¡Ah, joder!—Se quejó.
Mientras se aguantaba limpió todas las heridas y les puso curitas para que no manchasen el mueble, luego de curarse fue a la nevera para calentar la comida que su madre le había dejado en el microondas, en parte debía de agradecerle al trabajo de su madre ya que aunque reducía el tiempo juntos evitaba preocuparle por las heridas que esos bastardos le hacían, el aparato se detuvo por lo que Haru retiró el plato de comida y se pudo a comer en el sofá jugueteando con el móvil, al terminar de comer lavó los platos y subió a su habitación para darse una ducha y acostarse a dormir deseando que no llegase el mañana.