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La luz de un amanecer

El viento silbaba, caminábamos agarrandonos a los árboles, para no caernos cuesta abajo. Los chicos se nos habían adelantado.

—Eli...— Me llamó el pelirrojo.

—¿Estás cansado? Descansaré contigo si quieres— Me apoyé en el árbol que estaba.

—No es eso... Yo quería hablarte de algo— Su rostro se puso tan rojito como su pelo.

—Dime, Sieg— Sonreí.

—Pues, verás... ¿Hay alguien que te guste?— Me puse a pensar su pregunta.

—Nadie se me viene a la mente. ¿Por qué? ¿Hay alguien que te gusta?— Sonreí pícaro.

—Ehm... Sí... Estoy enamorado de Fred— Procesé lo que dijo.

—Wow, ni siquiera yo lo vi... Creía que te gustaba Jake. Aunque, ahora que lo analizo, él va detrás de tí—

—¡Jake es solo mi amigo!—

—¿Oigan, por qué se retrasan?— Bajó Fred. —¿Sieg, estás bien? Pareces tener fiebre— Le tocó la frente y enseguida subió corriendo Jake, para llevar a Sieg en brazos hasta arriba. Fred y yo nos reímos.

—Creo que hacen buena pareja— Yo lo miré atentamente, ya que Sieg me dijo que le gustaba. —¿Qué?— Se sintió incómodo y chocó con una rama.

—¡Ahaja, idiota!—

—¡Cállate!— Se avergonzó. Y yo me seguía riendo. —¡Ya verás!— Me tomó y me dió un giro.

—¿Qué haces? ¡Suéltame, idiota!— Lo golpeé.

—¡No me pegues!— Se reía de que lo hiciera.

—Oigan...— Llegó cansado Casim. —¿Ya llegamos?—

—¡Creí que ibas delante, ahaja!—

—Ya falta poco—.

Que buenos tiempos eran aquellos, cuando estaba con mi equipo, podía sentirme en paz de ser yo mismo. Creo que sería una buena idea revivir algo de ello. Llamé a Sieg para que nos vieramos. Tenía una idea para su despedida de soltero.

Nos encontramos en la cafetería regular. —Tengo algo que contarte. ¿Qué te parece si en vez de una fiesta común de despedida de soltero, realizamos un juego entre nosotros?—

—¿Un juego?— Se vió interesado.

—Busque por Internet, y hay unos juegos de mesa para adultos muy buenos— Le mostré algunos ejemplos.

—¡Oh, me gusta! Podríamos invitar a Fred y Kenny. Y obligar a mi hermano a servir las bebidas—

—Estoy seguro que nos divertiremos más que en un cabaret—.

Después de buscar entre un montón de juegos, escogí uno que parecía un ludo, solo que las fichas eran vasos para beber. Traía tarjetas con diferentes retos salseantes, entre otras cosillas.

—¡Kenny!— Salté a abrazarlo después de que llegara de sus clases.

—¿Q-qué pasa?— Se sonrojó.

—Quedas invitado a la fiesta de soltero de Sieg. ¿Vendrás, verdad?—

—¿Cuándo es?—

—Sábado por la noche, después de tus clases— Dije, sacándole el bolso y el abrigo. Le había colgado su abrigo y dejé su bolso en su habitación. —Di que sí. Será divertido. ¿O no quieres acompañarme?—

—Iré— Dijo, así que besé su mejilla y me puse a marcar el número de Fred.

—Hey~ ¿Te gustaría participar en una despedida de soltero?—

El sábado por la noche, nos juntamos en el bar de alphas de los Gilgas en una habitación VIP. Nos atendería Casimiro. —¡Bien, siéntense, por favor!— Se sentaron en los sillones, así que fui preparando las piezas del juego recién comprado. Casimiro me ayudó con los vasos. Los limpió y llenó de alcohol.

El pelirrojo leyó las reglas;

—Cada jugador contara con cuatro vasos, que serán las fichas que moverán, de acuerdo a lo que indique los dados.

🕳 Si uno de los jugadores cae en la casilla negra, está obligado a sacar una carta negra y cumplir con el reto que le fue otorgado.

🕳 Si el jugador no quiere cumplir con el reto, debe beber todos sus vasos movilizados, regresandolos al inicio y beber un vaso de cada jugador.

🍒 Si un jugador cae en la casilla de la cereza tendrá que beber el vaso de otro jugador.

🍷Si un jugador cae sobre otro jugador, el segundo tendrá que beber su vaso y devolver su pieza.

🍷Si el jugador no saca otra ficha alrededor de 4 turnos, tiene que beber del vaso que movilizó y volver al principio.

—Esas son las reglas generales ¡Qué comience el juego!— Casimiro le dió los dados a Sieg y los tiró, moviendo su vaso 5 casillas. Luego, me tocó a mí, después a Kenny, y por último a Fred. Así iba el órden, hasta repetirse. Fui el primero en caer en la cereza, así que bebí del vaso de Sieg, liberandolo de beber en un turno. Kenny cayó en una casilla negra.

Casim leyó la tarjeta negra. —Llama a tu ex tóxico— Kenny se vió pensativo.

—Oh, oho~— Rió Sieg.

—¿A qué esperas?— El moreno, prefirió beber de los dos vasos que ya había movido, volviendo al punto de partida y uno de los nuestros.

—¡Qué aburrido!— Se quejaron.

—Debes realmente temerle a tu ex— Dije sin verle y los otros se rieron. En cambio, él solo agachó su mirada.

Pronto, nos fue saliendo un reto a cada uno, le tocó a Sieg esta vez. —Hazte un piercing en pareja con el jugador más cercano.— Casimiro sacó una pistola perforadora.

—¡No, no quiero!— Dijo Fred.

—A menos que Sieg se niegue, entonces tú saldrás ileso.— Él observó asustado la pistolita.

—Lo siento, Fred, pero no quiero perder— Casimiro perforó la oreja de su hermano. —Te haré el favor de que sea en la oreja— El pelinegro intentó huir, pero Sieg le abrazó las piernas.

—¡No, Noo!— Gritó cuando ya se la habían perforado. —¡Ahhh!—

—Fred, ya te perforaron.— Lo soltó y con miedo se tocó el orificio.

—¡Auch!— Se quejó. Sieg tomó una botella de alcohol y le rocío sobre el orificio. —¿¡Qué mierda!?—

—¡Desinfectante, por si acaso!—

—¿¡Que imbécil usa vodka en una herida!?—

—Puedes echarme, si quieres— Tomó la botella y le virtió con cuidado unas gotas, para luego hacerle abrir la boca, y obligarle a beber. Sieg ahogado escupió el liquido.

Yo intenté aguantarme las carcajadas. Kenny y yo tiramos los dados divertidos. El moreno me devolvió una ficha así que bebí. Fred tiró los dados. —¿¡Y ahora a mí!?— Casim sacó la tarjeta oscura.

—Besa al jugador de tu derecha— Fred se acercó despacio a Sieg, y éste cerró los ojos algo nervioso, antes de que se unieran sus labios.

—¡Wow, wow, Kenny saca la cámara!— Apenas ibamos a la mitad del juego, pero ya estábamos algo ebrios. Saqué fotos de todos los ángulos. —No le digas a Jake— Le guiñé un ojo. —¡Ahaja!— Sieg cayó sobre Fred, ya se habían pasado de copas. —¿Cuantas botellas tomaron?—

—Gastaron 4 botellas del más fuerte, ustedes gastaron solo 2—

—Con razón... Yo ya me estaba sintiendo algo ebrio, no suelo beber—

—Aunque la vez de la fiesta bebiste mucho— Dijo Kenny.

—¡Obvio! Me da asco ver feliz a mi papá— Reí. —¿Deberíamos continuar con el juego o tal vez besarnos?— Me acerqué, poniéndolo rojo. —¿Crees que estos dos se despierten?— Los miramos. —Se ven muy cómodos, no despertarán— Lancé los dados, cayendo en la casilla negra.

—Baila en lencería— Quería lanzar el juego con el reto dado.

—¡Lo haré! Auque no traigo puesto algo sexy— Comencé a sacarme la polera. —¿Quieres un baile, Kenny?— Él tragó saliva. Me acerqué a su puesto, danzando con la música que colocó el pelirrojo. —¿Me ayudas a sacarme la ropa?— El moreno desabrochó mis pantalones. Así que los tiré a un lado. Empezando a seguir el ritmo de la música. —Bueno, ya hice bastante el ridículo, te toca tirar— Le pasé los dados sentándome a su lado. Lamentablemente le tocó reto.

—Canta el himno soviético a los vecinos— Me partí de la risa.

—¡Ya escuchaste, Kenny! Abre la ventana— Comencé a grabar. Él muerto de la vergüenza inhaló profundo.

—¡Zdrazvuniska komsomolski

Moskowkaya diskoteka...!— Gritó fuerte y me reí aún más, al punto de llorar.

—¡No tenía idea que supieras ruso! Ahajaja ¡Oh, por Dios!— Me apretaba en el suelo el estómago. Tiré los dados. —Maldición— Caí en una cereza, así que bebí un vaso de Kenny.

—Parece que las cerezas te aman— Tomó los dados, dirigiendolo a otro reto. Casimiro le dió una botella de miel a Kenny.

—Vierte la miel sobre el cuerpo de otro jugador y come la miel que derramaste sobre el otro jugador— Yo retrocedí, pero él me agarró del hombro. Y chorreó un montón de miel sobre mí.

—¡Ah, es pegajoso!— Su lengua tocó la superficie de mi estómago, arrastrando la miel. —¡No~ Es tan raro...!— Su caliente lengua hacía todo aún más viscoso. —Mhm...— Este juego se fue un poco de lugar. —¿Ya terminaste?—

—No, me queda un poco aquí— Tiró sobre mi cuello miel, sacándome el collar.

—¡Espera, no! ¡Mi cuello no!— Besó delicadamente mi piel, succionó la miel y la lamió con ternura. —Ahh~ Ya deja eso— Esto me estaba excitando. —Casim, sacámelo de encima, por favor— Él estaba chateando por su celular.

—Lo siento, no te escucho— Dijo riéndose de lo que sea que le apareció en la pantalla.

—¡Kenny, ya no, me rindo!— No me estaba haciendo caso. —¡Tú ganas el juego!— Estaba pellizcando mis pezones. —Ah... Kenny... ¡Aguántate hasta la casa, bestia!— Lo empujé. —Tendré que ducharme ahora— Me levanté, llevando mi ropa al baño. Cuando salí limpio, Kenny ya se había quedado dormido. Le coloqué una manta encima.

Y fui a acompañar a Casimiro, que estaba en la pequeña barra. —Gracias por dejarnos aquí hacer la despedida de soltero. Te daré lo que te debo—

—No, no me pagues. No lo hice por negocios— Me sonrió el pelirrojo. —¿Cómo has estado?—

—Bastante frustrado, mi padre me obligó a comprometerme—

—Aunque parece que ese alpha te quiere mucho—

—Pero, tiene 19 años— Dije. —Me siento culpable por arrastrarlo a esto—

—Tú nunca te das una oportunidad por el resto... Hace años, recuerdo que en el campamento, juntaste a Sieg y Fred... ¿Y qué fue de tí? En el fondo si sentías algo por Fred, pero en seguida te echaste para atrás con él, cuando Sieg te dijo que le gustaba. Dejaste de juntarte a solas con él e incluso comenzaste a esquivarlo. A pesar de que aproveché eso, tus ojos jamás me miraron de la misma forma— Encendió un cigarro. —Así que en vez de hacerte preocupaciones innecesarias, pregúntate que quiere ese chico y sé un buen esposo/esposa. Porque definitivamente, tú eres las dos— Se dió la vuelta para botar el humo.

—Lo haré, gracias—

—Me dieron una promoción en mi trabajo. Me iré del país el próximo año.—

—¡Oh, y justo cuando volvemos a hablar!—

—No me extrañaran mucho, vendré el día de tu boda— Dijo.

—Ahaja, te mandaré un boleto— Reí. —¿Está bien que nos quedemos a dormir aquí?—

—Sí, les traeré unas frazadas— Me acerqué a los dormilones y les observé nostálgicos. Me pregunto que hubiera sido si nuestras decisiones fueran otras, o mejor dicho, si nuestros sentimientos hubieran sido distintos. ¿Estaría aquí junto a ellos? Pero, no sirve de nada pensarlo, estoy feliz por ellos.

Al único que le falta felicidad es a mí.

Me preocupé de taparlos y yo me acosté en el sofá. Cuando se apagaron las luces, no podía dormir. Me gustaría tener una mentalidad con la que no piense tanto las cosas. —Lo lamento, Kenny— Besé su frente. Y me levanté, hasta irme del lugar.

Caminé, dirigiéndome al típico lugar. No quedaba muy lejos la vieja plaza. El sitio donde podía encontrarme a mí mismo. Donde aún podía ver a Leo columpiandose a mi lado.

Me mecí en el columpio de la derecha, provocando un exhausto chirrido. Solía sentarme aquí, solía reír aquí, solía liberarme aquí, solía ser aceptado aquí. Yo qusiera volver a aquellos hermosos días, donde todo era fugaz. Pero, por el mismo hecho que no fue duradero es que lo añoro más. Porque sin importar el tiempo, es lo que más me ha fortalecido. —¿Ya te olvidaste de mí, Leo?— Me columpié. —¿Sabes, Leo? Decidieron comprometerme con un hombre muy amable, creo que tú te verías como él, tal vez seas él. Sin embargo, no se parecen mucho en el carácter, pero la seriedad es la misma. Ese chico me atrae por eso mismo, por la seguridad y firmeza que emana. Tal como tú Leo... Sin embargo, creí que si te volvía a ver, encontraría a un universitario común, sin sentido del órden, y hasta un poco idiota— Hablé y me reí en soledad.

La fría brisa, golpeaba mi rostro. Exhalé una nube que se evaporó prontamente. Y unos pasos interrumpieron mi mecer. —¿Cómo sabías que vine aquí?—

—Siempre vienes aquí— Se sentó en el otro columpio. —Te ves más deprimido que de costumbre—

—¿Es así...? ¡Ahaja, esto es un Deja vu!— Me reí irónico. —Dijimos lo mismo hace 5 años— Volví a agarrar el vuelo del columpio.

—¿Ya te diste cuenta?— Articuló Kenny.

—¿Crees que me olvidaría de tí, Leo? Tú fuiste mi primer amor— Paré en seco, levantando una polvorera, que no influenció en mi estricta expresión. Él me observó asombrado, incluso asustado.

—Y-yo no quería que te dieras cuenta— Apretó sus manos. —Cambié mi personalidad, mi apariencia, mis hábitos, e incluso mi forma de hablar— Confesó. —¡No quería ser el desastre que conociste! ¡Quería que me mirarás como un hombre! ¡Quería que me vieras como un alpha de verdad!— Mostró su verdadera forma, ahora mismo estaba el verdadero Leo delante de mí. —Y aunque hubiera aceptado acostarme contigo, tú me sigues mirando de lejos... ¡Cada vez que me tocas me siento tan feliz y herido! Porque para tí solo soy un niño.— Declaró. —¡En verdad, no te entiendo, Elián!— Gritó.

Apresuradamente lo abracé fuertemente. —Estoy tan feliz, de que estés de vuelta, Leo— Miré detenidamente sus rasgos. —Antes no sabía si gritarte, o si enfadarme, pero cuando te fuiste solo dejaste un vago y triste vacío... No importó cuanto tiempo pasara, yo seguía viniendo aquí, por tí— Declaré.

Un montón de lágrimas aparecieron en los ojos de él, cayeron como una preciosa lluvia. —Te extrañé... Y no tienes idea de lo mucho que me arrepiento por haber huido ese día...— Dije, volviéndolo a abrazar.

—Eli...— Lloró en mi hombro. El cielo se estaba aclarando, por lo que me levanté y lo jalé de la mano.

—¡Ven, es hora!— Lo obligué a correr y traspasar unos arbustos, hasta llegar a un risco, donde se veían las otras ciudades y el hermoso Sol ascendiendo. —¿Lo recuerdas? Solíamos ver el atardecer aquí— Él tomó de mi cintura, para besarme. Un beso corto, pero lleno de los sentimientos de Kenny. —¿Cómo debería llamarte ahora? ¿Leo?—

—Yo quería que te enamorarás de la persona que soy ahora—

—Entonces, Kenny. ¿Te cambiaste el nombre?—

—Leoniel es mi segundo nombre, mi padre siempre me llamó así, ya que él escogió ese nombre. Kenny creo que lo escogió mi madre, su relación empezó a derrumbarse poco después de nacer. Por lo que solo recuerdo a mi papá emcargandose de mí. Cuando me fui, terminé mudandome a distintas partes, primero a estados unidos, luego a Rusia, y finalmente a Francia. ¿Sabes por qué mi madre se casó con tu padre?—

—¿Por dinero?—

—En partes, mi madre es superficial, pero también lo hizo porque nuestros padres ya se conocían. No me sé toda la historia, pero nuestros padres fueron mejores amigos alguna vez, no sé cómo es que llegaron a la mala relación de ahora. Probablemente por tu madre—

—¿Mi mamá?— Pregunté.

—Sí, mi padre tiene una foto, donde aparecen juntos, en su oficina, tu madre tiene tu misma expresión, es la misma sonrisa— Sonreí con lo mencionado. —También hay otra fotografía, donde no solo aparecen nuestros padres—.

—Estoy feliz de tener una personalidad como la de mi mamá, así puedo irritar más a mi viejo— El cielo se aclaro por completo. —Tengo sueño, no pude dormir nada— Kenny llamó un chofer, para que nos llevara a casa. No recuerdo cuando me dormí, y mucho menos cuándo me llevaron a mi habitación, pero soñé con esa escena del anochecer.

—¿Qué está haciendo aquí?—

—Te ves triste—

—¿Me veo tan deprimido?— Crujió el columpio cuando Leo se sentó.

—Bueno, más de lo usual—

—¿En serio?— Me reí.

Nos quedamos en silencio, sumidos en nuestras miradas, más que en el propio clima. Y a pesar de la gran brecha entre nuestras vidas y posiciones, la atracción era poderosa.

Incluso ahora, aquella extraña conexión, que jugaba con nosotros, queriendo que nos persigamos mutuamente, sin tener en cuenta si seguir la tibia corriente, nos llevaría a unos rápidos, que atentarían con lo revelante, sigue presente.

Siempre que pienso en cómo llegué hasta dónde estoy, me doy cuenta que hay millones de sucesos que pudieron haber cambiado un todo. Una solo palabra, es capaz de arrebatar la vida de alguien más. Sin embargo, no importa cuanto evites un acontecimiento, seguramente volverá a ocurrir, en otra forma, con otro sonido. Como, cuando cae un trueno. ¿Cuántas posibilidades hay de qué caiga en el mismo lugar? La verdad, es que los truenos vuelven a caer siempre en el mismo lugar, no se desvían de su rumbo, pero si son capaces de cambiar su sonido, su vibración, su potencia, y apariencia. Así como las personas. Aveces, creo que Leo le temía a los truenos, porque era sensibles a los cambios, tal cual un trueno... Cambió su forma, pero siempre regresaba al mismo sitio, conmigo.

—Leo...— Llamé alzando la mano, hasta traslucir el rayo de Sol que entró por la ventana. —No, Kenny— Cerré mi mano, y la abrí nuevamente sobre mi corazón. —Tal vez si eres tú, pueda volver a amar, recordar lo que perdí, e incluso remplazar un sueño— Naturalmente caminé a la cocina. Encontrándolo haciendo el mejor desayuno que pueda existir, ya que fue hecho por sus propias manos. Las mismas manos, que desde el principio me atraparon con dulzura.

Solté una risilla, por proliferar tales pensamientos, puede que ya haya caído en las redes del enamoramiento.

—Buenos días, hoy no alcancé a hacer algo muy contundente... Me quedé dormido— Dijo con nerviosismo.

—¿Te quedaste despierto hasta tarde?—

—Solo se me hizo difícil dormir— Tomó su mochila, y divisé como sus orejas se colorearon de rojo. —Ya me voy, si sales, mándame un mensaje— Tomé de su hombro, para impulsarme y así alcanzar su mejilla con mis labios.

—Sí, nos vemos, ten un buen día— Le sonreí y se fue huyendo con la cara roja.

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