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Capítulo 17

ALEX

La tarde de ayer pasó bastante rápido después de la pequeña discusión que formó Carlota, y en parte la entiendo, porque hay cosas que no encajan para nada en la forma de ser de Gabriela. Primera de todo, no tenía ni idea de que había pasado un año en Holanda, con eso no quiero decir que me lo tenía que haber contado, lo que me pareció extraño fue que no se lo dijera a nadie, ni siquiera a su familia. Gabriela prácticamente siempre avisaba de lo que hacía.

La cuestión era que hoy era un nuevo día y habíamos quedado en ir a casa de sus abuelos, pero antes deberíamos ir a la consulta con Andrea para ver cómo iba el embarazo de Gabriela, por lo que me levanté un poco más temprano para poder hacerle el desayuno a Gabriela y descansase unos minutos más. Cuando terminé, puse todo sobre una bandeja y la llevé a la habitación.

-Hermosa, es hora de levantarse.

Pude ver la mueca que puso y acabó por darse la vuelta. Al parecer, hoy era uno de esos días en los que le costaría levantarse, y me daba pena hacer que se levantase, de ser otro día dejaría que se quedase en cama, pero teníamos cita en el hospital y luego tendríamos que ir a casa de sus abuelos para la fiesta que habían montado.

-Vamos hermosa, no es por mal, pero es hora de levantarse.

-No me apetece levantarme.

-Lo sé, pero tenemos que ir al hospital y luego a casa de tus abuelos.

- ¿No nos podemos inventar una excusa para no tener que ir?

-Al hospital no, pero a casa de tus abuelos sí que podríamos hacerlo, pero con eso conseguirías que se preocupasen y no creo que quieras eso.

-Es que de verdad no me apetece levantarme de esta cama.

- ¿Dormiste mal?

Asintió y me preocupé un poco, porque no era muy normal desde que estaba embarazada que no durmiese bien.

- ¿Tuviste una pesadilla?

-No lo sé, solo sé que no dormí bien.

-En ese caso podemos decirles que no descansaste bien y que te quieres quedar en casa.

Con esas palabras se sentó en la cama, pasó la mano por los ojos y se giró para verme.

-Tienes razón, es mejor ir, no quiero preocuparlos ni quitarle la ilusión a la abuela.

-Siempre podrás dormir un rato.

-Pues por eso. ¿Bajamos?

-No es necesario, te traje el desayuno.

Me levanté para coger la bandeja y me volví a sentar a su lado.

-Gracias cielo, pero no era necesario que lo hicieses.

-Lo sé, pero todo sea por tener contenta a la reina de la casa y de mi corazón.

Pude ver como poco a poco iba apareciendo una sonrisa en ese rostro que tanto me gustaba ver y que era lo primero que veía por las mañanas al despertar.

Durante el desayuno, el humor de Gabriela iba mejorando y parece que oba despertando un poco más. Hablamos de todo un poco y luego de terminar de desayunar, nos fuimos a duchar donde tuvimos una sesión de besos que para suerte de los dos no terminó en algo mucho más grande.

Una hora más tarde ya estábamos en el hospital esperando a que Andrea nos llamase, cosa que no tarda mucho en hacer. Cogí la mano de Gabriela, porque noté que desde que nos sentamos en la sala de espera, su pierna no dejaba de moverse.

-Bueno chicos, me alegra veros, ¿qué tal te ha ido estos días Gabriela?

-Bien, descubrí que hay comidas que odio y que no puedo ver delante. Me pregunto cómo es que me las comía tranquilamente antes.

-Eso es normal, se pasará cuando nazca vuestro hijo.

-Eso espero, porque realmente me encantan esas comidas.

- ¿Y el manejo del estrés?

-Hago lo que puedo.

- ¿Algún ataque de ansiedad?

-No, solo los nervios.

-Te sigues negando a tomar las pastillas ¿no?

-Mientras los pueda controlar, me negaré.

-Creo que en toda mi carrera que llevo de doctora, no he visto que nadie se negase a tomar las pastillas para el estrés, te felicito por eso, pero bueno, ¿queréis saber el sexo de vuestro hijo?

La cara que puso en ese momento Gabriela, pude ver cuánto le gustaba la idea, y a mí me gustaba esa idea también. Le cogí de la mano y apartó la mirada de Andrea para mirar en mi dirección y pude ver la ilusión que le hacía.

Nos levantamos de las sillas y nos dirigimos a la sala del lado y esperamos a que la pantalla se encendiese.

-Mmmm, esto no me lo esperaba.

Noté como Gabriela se puso tensa en cuanto las palabras de Andrea salen de su boca y debo admitir que a mí también me hicieron alarmar.

- ¿Está todo bien Andrea?

-Oh, si, perdonad, no quería asustaros.

-Entonces ¿qué es lo que no te esperabas?

-Que todo este tiempo teníamos a una pequeñina escondida detrás de su hermana.

- ¿Que?

Ese es el único momento en que mi vista se aparta de la pantalla y no es para mirar a Gabriela. Esto no podía ser cierto, no me lo podía creer, pero antes de hacerme ilusiones tenía que asegurarme de que era cierto lo que estaba escuchando.

- ¿Qué?

-Si, al parecer son las dos niñas.

- ¿Cómo que dos?

-Si, chicos. Mirad, esta es una y esta es la otra.

Eso lo había dicho mostrándonos la pantalla y si antes me quedaba apampando mirando a la pantalla, ahora quedaba mirando para ella con la baba prácticamente callándome.

- ¿Vamos a tener gemelos?

-Gemelas en realidad, pero sí, vais a tener gemelos. Felicidades chicos.

En este mismo momento no apartaba la mirada delo monitor donde podía ver dos cuerpecitos, los cuerpecitos de mis princesas. La felicidad no me cogía dentro, quería que todo el mundo supiese que iba a ser padre de dos hermosas niñas y que la chica que llevaba amando prácticamente toda mi vida se iba a casar conmigo, tenía todo para ser feliz.

-Y bueno, tengo más buenas noticias.

- ¿Cuales?

-Parece ser que el desarrollo de los pulmones va avanzando, ya son más o menos del tamaño que deberían de ser a su edad.

Con esas palabras, Gabriela no tarda en echarse a llorar y yo no dudo en abrazarla. No sé cuánto tiempo pasamos abrazados, lo único que sé es que Andrea se fue para atender a más pacientes, por lo que ayudé a Gabriela a que se limpiase el gel, y manteniendo un brazo sobre sus hombros y manteniéndola pegada a mí, salimos del hospital y nos dirigimos al coche, pero a mitad del camino a este me detengo y abrazo a Gabriela como debe ser.

-Vamos a tener dos princesas, mi reina.

-Se está recuperando, la niña se está recuperando.

-Te dije que eso iba a pasar. No nos vamos a tener que preocupar tanto, ahora estoy más seguro que antes que la niña se va a recuperar, es toda una luchadora, como su madre.

Nos dimos un beso y nos quedamos abrazados durante un rato. No sabría describir lo que siento en este mismo momento, es uno de los momentos más felices de mi vida.

-Una vez más, me has hecho el hombre más feliz del planeta, hermosa. No me puedo sentir más afortunado por tenerte en mi vida.

-Tú también me has hecho la mujer más feliz del mundo. Te amo.

-Yo más, pero debemos irnos, estoy seguro de que les encantará la noticia.

Nos dimos un beso y reanudamos nuestro camino hacia el coche. Tardamos sobre hora y media a llegar a la casa de sus abuelos y con la primera persona con la que nos cruzamos es con mi abuela, pero no nos dice nada, solo nos sonríe.

Cuando entramos en la casa estaban todos ahí esperándonos y nos hablan de todo un poco hasta que parece que se cansan de esperar a que le contásemos lo que nos habían dicho en el hospital hoy.

-Y bueno, ¿Que te han dicho?

-Las niñas están bien, los pulmones casi son del tamaño que deben de ser para la edad que tiene.

-Te dijimos que iba a estar bien.

-Lo sé, pero no es fácil de aceptar algo, sobre todo cuando te lo dicen de la nada como lo hizo Roberta.

-Ya me disculpé por haberlo dicho así, Gabriela

-Esperad, esperad, esperad... ¿Nadie se ha dado cuenta de lo que ha dicho?

Todos se giraron en dirección de Kevin sin entender a qué se refería, por lo que me da la impresión de que no habían escuchado la parte en la que Gabriela dijo las niñas.

- ¿De qué hablas?

- ¿Son gemelas?

Con esa pregunta, el mismo procedimiento que había en su dirección, ahora lo hicieron en la nuestra, esperando nuestra respuesta.

-Si, son gemelas.

En eso, todos empezaron prácticamente a gritar de alegría y abrazar a Gabriela que había empezado a llorar de nuevo.

- ¿Voy a tener dos hermanitas, mami?

-Si princesa, vas a tener dos hermanas.

Ana empezó a saltar por todos lados, cosa que le hizo gracia a todo el mundo. Parece ser que le hacía tanta ilusión, que Carlota tuvo que pararla para que dejase de saltar por todos lados.

-Al parecer hoy son todas buenas noticias, y siento estropear este momento, pero tenemos que ir a comprar unas cosas tú y yo.

- ¿El qué?

-Cosas que necesita la abuela para cocinar.

- ¿Y por eso tiene que ir contigo, Kev? Nosotras también queremos pasar tiempo con ella.

-Venga chicos, no empecéis a discutir que estoy segura de que Gabriela puede pasar tiempo con todos.

-Pero Kev siempre pasa tiempo con ella.

-Dat komt omdat ik zijn favoriete neef ben. (Eso es porque soy su primo favorito)

-Kev, tampoco te pases. En maak je geen zorgen, Nerea, we hebben wat tijd besteed aan premies. (Y no te preocupes Nerea que luego pasamos una tarde de primas)

-Beloof me dat? (¿Me lo prometes?)

-Ik beloof het. (Te lo prometo)

-Está bien, ve a comprar con él.

-Entonces vámonos.

- ¿Quieres venir princesa?

-No mami, me quedaré practicando con la guitarra.

- ¿No vas a necesitar ayuda?

-Me puede ayudar Alex, ¿verdad?

-Claro que sí, vamos a ver qué es lo que has aprendido.

Me acerqué a Gabriela y le di un beso que parece ser, acepto gustosa, y con eso se fueron tanto ella como Kevin, mientras yo acompañé a Ana al jardín con su guitarra, que desde que Gabriela se la compró, prácticamente no se había separado de ella.

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