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DÍA 7: Miércoles Once del Seis.-

Él levantó las cejas y la miró risueño, sonrojándose, alegrándose. Apretó los labios para impedirse responder.

- No sé de otra manera en que deje de ser responsabilidad de mi mamá…

- Ah – se avergonzó y refregando sus ojos habló sin mirarla - Mis abogados están trabajando en eso, si tú cuentas que esto no fue un caso aislado…

- No quiero contar eso – interrumpió – no quiero hablar de eso, ahora no recuerdo lo que me pasó y estoy en paz con ello, no quiero recordarlo, quiero olvidar todo eso.

- La única persona que puede alejarte de mí, eres tú.

- Sería un matrimonio de mentiras, con separación de bienes y todo lo que quieras… tú puedes seguir con Marcela o con quien quieras, me da lo mismo… será solo por dos años, prometo no molestarte, mantendré tu casa limpia y te cocinare…

Él levantó su mano pidiéndole guardase silencio, luego se sorprendió de que ella lo hiciera.

- Cuando me case será sin fecha de vencimiento, será porque quiero pasar el resto de mis días con esa mujer y ella quiere estar conmigo, no necesita estar conmigo – hizo una pausa - Esa mujer será la madre de mis hijos. Será mi mujer… no habrán otras más, no querré otras más - sonó su teléfono - … es Quinteros, discúlpame – dijo alejándose.

Andrea se sentó en la silla de playa y se tapó.

Él volvió al rato preocupado pero fingiendo no estarlo.

Ella le hizo un lado, él se sentó y se acomodó abrazándola, los dos se durmieron mirando a la cordillera.

Despertaron al amanecer.

Cooper se arregló para salir y Andrea fue a acostarse con las mujeres.

- Señoritas dormilonas – dijo Cooper despertándolas.

Andrea sintió que pasaron como cinco minutos siendo que ya era mediodía. Se sentó limpiando la saliva que chorreó de la boca, limpiando lagañas y peinando el cabello enmarañado.

- Compré almuerzo ¿Me acompañan en el salón, por favor?

Las tres mujeres asintieron levantándose, adormiladas.

El departamento parecía otro.

Se miraron impactadas, ni cajas, ni bolsas, ni diarios. Todo estaba armado y puesto, era un elegante y acogedor departamento para dos personas. A Andrea le recordó su hostal, en el uso de los rojos y ciertas decoraciones un tanto femeninas. Se sintió cómoda, en casa.

- Se ve hermoso Cooper.

- ¿Cómo hiciste todo esto, Cup?

- El poder del dinero.

- ¿Nos tapaste los oídos con billetes? Pues nosotras dormíamos allí.

- Cerré la puerta, ustedes tienen el sueño pesado.

- No, eso no suena convincente…

- ¿Cómo hizo todo esto solo, señor Cooper?

- No lo hice solo, contrate gente. Ya, váyanse a comer… Andrea, tú ven conmigo.

Cooper la llevó al pasillo y le entregó la llave del dormitorio que antes fue de su hermano; pesada y grande, muy usada.

Le indicó que abriera la puerta.

Ella lo hizo y encontró una habitación con una cama armada, una televisión, computador, escritorio y repisas por armar, sobre la cama una serie de bolsas de tiendas de ropa, zapatos e implementos femeninos.

- Es tu dormitorio, todo tiene las boletas de cambio y… - sacó de su billetera una tarjeta bancaria con su nombre - … es una auxiliar a mi cuenta, ocúpala cuanto quieras.

- ¿Cuánto tiempo dormí?

- Princesa, así funciona el mundo que quiero compartamos – dijo poniendo la tarjeta en su mano – Espero lo ocupes para el bien… Es posible que no te guste la ropa que se te compró, es ropa nueva y ya te fijaste de qué tienda, no podía mandar a Quinteros a una tienda de ropa usada…

- Todo está perfecto.

- No te compré mucha, te compré para que tengas esta semana y sobre los accesorios femeninos… fue la secretaria, te compró maquillajes, aros…

Cerró la puerta y de la mano se la llevó a la cama.

Se sentó y Andrea se mantuvo de pie frente a él, sin soltarle la mano.

Él moduló un par de frases, peinó su cabello y volvió a articular otras, pero ningún sonido salió de su boca. Solo idioteces se le venían a la mente, cosas que la harían reír y él quería hablar en serio.

Despreció a su cerebro y dándose por vencido suspiró, sacó de su bolsillo una cajita y al abrirla le mostró un anillo. Un hermoso anillo que creyó le gustaría y le tomó más de una hora encontrar.

- No quieres casarte conmigo.

- … y por eso te compré un anillo – bromeó – Niña, para mí esto no es un juego; quiero una familia, esposa e hijos, tú estás en una edad que debieses cumplir el rol de "hija" y no de esposa – esperó un momento – has vivido deprisa, tienes un nivel intelectual impropio para tu nivel educacional y eso me calienta.

Ella se rio y lo empujó.

Él dejó la caja a un lado y siguió hablando, sin mirarla, con su rostro apoyado sobre las manos, mirando a la puerta.

- Me da miedo el no poder verte como la niña que eres. Para mí tú eres una mujer, pero aun así… - suspiró –… si aceptas no solo me haces tu esposo, de cierta manera también tu padre.

- No necesito un papá.

- Todos necesitan uno y es un rol que estoy dispuesto a asumir, si es eso lo que quieres.

Andrea se sentó en el piso frente a él, abrazándose las piernas.

Él continuó hablando esta vez mirándola, haciendo una ojiva con sus dedos, manteniendo los brazos apoyados sobre las piernas.

- Cuando tú naciste yo ya era esto y no creo que a esta altura pueda cambiar, por mucho que quiera. Tienes que tener claro eso… No quiero ser tu nuevo maltratador.

- Sé que nunca me harías daño – dijo con una seguridad que lo hizo sentirse bien consigo mismo, entonces ella pensó un momento y luego aclaró la garganta – Nuestra relación yo la veo de mutuo beneficio.

- Tú me das juventud, yo te doy pertenencia.

Andrea asintió levantando los labios, ambos se rieron.

Tantos años Cooper se burló de sus colegas y su apología a la juventud, parejas más jóvenes o recauchadas, ahora él llevaba la situación al extremo, no creía alguien pudiera casarse con alguien más joven sin ser un criminal.

En efecto la presencia de esa mujer lo llenaba de energía, aunque Andrea no alardeaba su vitalidad, él la sentía, al igual que su alegría. Las mujeres de su edad ya estaban más descontentas al descubrir que la gran mayoría de los hombres nunca maduraba y los problemas que tenían con ellos a los veinte años, los seguían teniendo a los treinta y a los cuarenta pero ahora más la impotencia; Andrea aun no descubría eso, incluso esa inmadurez emocional les era beneficiosa.

Se sentó junto a ella y la abrazó, ella se apoyó contra su hombro y cerró sus ojos.

- Nunca permitiré que alguien te vuelva a dañar – dijo con seguridad besando con dulzura sus labios – Haré todo lo que sea necesario para que esto resulte, para que tú estés bien y es posible que suene arrogante, pero creo ser el hombre más preparado del mundo para ayudarte – le pasó la caja - ¿Quieres?

Andrea vio un hermoso anillo de plata con una piedra azul y rodeada por pequeñas piedritas brillantes; pero se colocó un lujoso anillo con un importante zafiro rodeado de pequeños diamantes que formaban sofisticadas figuras geométricas.

Cooper tapó su boca presionando fuerte con la palma, sin dejar de mirarla como jugaba con el anillo cambiándoselo de dedos hasta que encontrase uno donde le calzase.

- ¿Tú quieres esto? Pues no se te nota.

- No, no quiero… pero no porque no quiera estar contigo, sí quiero eso, es solo que no creí me fuese a casar con una mujer que eligiese, creí terminaría embarazando a una y con esa estancándome pues es mi obligación, aprendiendo a quererla… no me imaginé encontraría una con quien me gustaría compartir mi vida. Todo esto sería distinto si fueses unos años mayor, pues tú me estarías eligiendo también, tú aceptarías esto no porque no tienes otra opción, sino porque te diste cuenta que mejor que yo, para ti, no existe.

Andrea guardó un silencio respetuoso y prestó mucha atención a las palabras de Cooper; le sorprendió las dificultades que tenía para expresarse, desde que entraron al dormitorio que no parecía ser el de siempre, éste hombre que frente a ella yacía era uno lleno de inseguridades, uno cuyo hombría ya titubeante acababa de sufrir un duro golpe del cual ella se sentía responsable.

- No eres menos hombre por querer casarte con una pendeja.

- Mis testículos necesitan que argumentes esa afirmación o se despegarán de mi cuerpo para buscar alguien con más hombría, lo encontrará allá fuera, donde Marcela.

- Te diré lo que significa esa palabra para mí, pues estoy segura no es lo mismo para ti.

- Pruébame.

Él la miró con detención.

- Esto – dijo abrazándolo.

- Esperaba algo mejor, después de las conversaciones que hemos tenido… me decepcionaste – dijo riendo – No te confíes, tienes que mantenerme entretenido o me voy a buscar a otra.

- Pesado. Estás confundiéndolo con machismo.

- Obvio que mi visión de hombría es machista. Me extraña. Eres mejor que esto.

- Perdona mi incapacidad para validar tus inseguridades éste día, estoy muy cansada.

- Discúlpame tú a mí – dijo abrazándola de vuelta y apoyando su cabeza contra la cabeza de ella – Esperaré a que cuando estés descansada para que me hagas sentir hombre otra vez, no hablo de sexo – anticipó mirándola risueño al sorprenderla derrotada por no ser capaz de hablar más rápido – Créeme, no hay nada de hombría en acostarse con una lolita… pero claro, tú no eres cualquier adolescente… como justificaría cualquier pervertido en mi posición.

La soltó se alejó de ella y cubrió con la manos su rostro, apoyando contra las rodillas la miró de reojo.

- ¿Segura que es esto lo que quieres?

- Sí.

- Será, entonces – dijo sonriente – Yo seguiré con esto adelante, siempre y cuando me prometas algo.

- ¿Qué cosa?

- Qué me dirás todo – la detuvo con su mano – con todo, no me refiero a cada minuto de lo que haces cada día, quienes son tus amigos o quien hablas, que hablas o dejas de hablar, eso lo dejo a tu criterio; me refiero a lo que sientes, si alguna vez te incomoda algo que yo te diga o haga, me lo harás saber… e insistirás hasta que yo te escuche, pues no tienes como saberlo, pero en ocasiones no escucho… da la impresión que sí e incluso puedo interactuar de forma que da a entender que presté atención, pero en realidad no lo hice. Es seguro que la mayoría de las veces que te herí ha sido porque soy un imbécil o bien por qué no entendí que estaba haciendo… necesito que pienses en mí como un estúpido que finge ser un genio… ¿Podrías hacer eso por mí?

- Lo hago a diario.

Los dos se miraron coquetos.

- Lo otro que me es importante, es que a diferencia tuya, me cuesta mucho identificar las emociones en las personas.

- No se nota – respondió sorprendida.

- Por muchos años he estudiado esto, algo he aprendido, pero no es una cualidad que se me dé natural, como a ti.

Andrea consideró que Cooper no tenía la menor idea de lo que estaba hablando, sobretodo en ese momento que estaba teniendo tantos problemas para "leerlo".

- ¿Me puedes prometer eso? ¿Qué cuando yo sea insensible me digas "Estás siendo insensible, yo tengo pena".

- Eres de alto mantenimiento.

- Mi pene lo vale.

- Idiota.

Marcela e Irina compartieron una mirada en cuanto vieron a Andrea entrar con ese tremendo anillo.

Cooper se sentó en la cabecera y con todas sus mujeres en rededor coordinaron el agitado día que tendrían; Marcela con Andrea, Irina con él y la idea era terminar el día donde los abogados para que ellos siguieran representándolos desde ese punto en adelante.

- ¿Te casarás con ella? – preguntó Marcela al final del almuerzo.

Irina y Andrea se miraron tensas.

Cooper no dejó de mirar a Marcela pensando en la posibilidad de mentir y los beneficios de ocultarle una verdad que sin duda averiguaría en el par de minutos siguientes.

- Sí. Le pedí a Andrea sea mi esposa y ella aceptó… En un par de días más seré el Doctor Cooper de Andrea.

Los dos guardaron silencio mirándose, parecía Marcela estarlo insultarlo a través de una telepatía donde Cooper de vuelta aceptaba todo con dignidad, luego de unos segundos ella miró al plato.

- Felicitaciones… a ambos. Espero sean felices.

Cooper no fue capaz de responder, solo agarró la mano de Marcela y la besó.

Ella le sonrió.

- Andrea, linda, iré a hacerme un café ¿Quieres algo?

- Té con leche.

- Por supuesto, princesa. Marcela, Irina ¿Quieres un café?

Ambas mujeres desanimadas y mirando a sus platos vacíos asintieron. Cooper aprovechó de retirar la mesa.

Andrea jugaba con su nuevo anillo, era muy pesado, casi no le dejaba levantar la mano.

- … No es que sea Saurón, cambien la cara.

Eliodoro llegó a pedirle comida, él fue a atenderlo y las tres mujeres sincronizadas revolvieron las tazas mirando su contenido, con una expresión fúnebre, fue tanto que Cooper desde la terraza mirándolas recordó una expresión japonesa que decía algo como que el matrimonio era la muerte de la mujer, nunca se lo tomó en serio, pero sin duda las tres vivían un duelo.

Se sentó a tomar su café.

- Tú eres quien más me preocupa – dijo mirando a Andrea - ¿Todo bien?

- Sí, te dije que estaba un poco cansada.

- Perfecto, entonces que les parece si ahora nos vamos a la pieza para que se los meta a todas juntas.

Cooper consiguió disfrutar de su café ante las melodiosas voces de las mujeres; Andrea reía, Irina comentaba lo inapropiado de su comentario y Marcela lo trataba de machista.

Fue una ajetreada tarde para todos; entre entrevistas, interrogatorios y abogados.

- Es más rápido que consigas la autorización de tu mamá – dijo Quinteros – Es ilegal que te estés quedando en la casa del señor Cooper, tu madre podría acusarlo de secuestro, nosotros lo liberaremos de eso fácil con todos los antecedentes…

- Anda tu a hablar con ella, no expondré a Andrea a esa presión – ordenó Cooper cruzándose de brazos, relajó su expresión y miró a Andrea - ¿Tú estás de acuerdo con eso? ¿Cierto?

- Sí, no quiero hablar con ella.

- Anda mañana, llévale los papeles y dile lo que tengas que decirle – fue lo último que habló antes que la reunión se disipase.

Marcela e Irina accedieron a dar una entrevista para la televisión sobre lo sucedido y Cooper con Andrea las fueron a dejar bajo las fotografías de todos.

Luego Cooper fue a dejar su renuncia a la presidencia de sus cargos en el Colegio Médico mientras Andrea fue a achicar el anillo.

Pasó por un colegio católico, niñas como de su edad viviendo vidas acorde. Tareas, disertaciones y novios que Andrea no le interesaron en lo más mínimo. No obstante pasó a preguntar sobre la posibilidad de ingreso, explicando su situación.

En el mall pasó a una peluquería donde las trabajadoras sin clientas veían la televisión, hablaban de ella y del Doctor Cooper.

Al ser Andrea menor de edad su rostro siempre fue difuminado por lo que nadie sospecho que la protagonista de su cahuín estaba sentada en su silla de lavado de cabello.

- La polémica se suma a sus anteriores causas por conducir en estado de ebriedad y se encuentra en auditoría económicos pues se sospecha altos montos transferidos a conocidas casas de prostitución… - decían en la televisión.

- … yo siempre dije que había algo raro con él – comentó la mujer echándole bálsamo – algo raro tenía que tener, sino ¿Por qué iba a ser soltero? ¿y que le guste trabajar con niños? ¿A qué hombre le gustan los niños? ¡A ninguno!

- Claro, si el cochino seguro se acostaba con todas las niñitas de la fundación.

- No creo sea verdad – dijo un hombre que se hacía un manicure – él es gay, se le nota…

- ¿Tú dices? Se ve tan varonil.

- No todos los gay somos afeminados, a él se le notan que le gustan los hombres… esto deben ser mentiras políticas, siempre hacen lo mismo, alguien agarra mucha popularidad y quiere hacer cosas buenas y le plantan una acusación de pedofilia, con eso matan toda su credibilidad…

Andrea disimuló su incomodidad cada vez que intentaron hacerla participar en la conversación con monosílabos, en la televisión mostraban lo que distintos personajes públicos nacionales e internacionales tenían que opinar con respecto al escándalo; nadie creía las acusaciones sobre pedofilia o estupro, sin embargo, se mostraban abiertos a la posibilidad de sus gastos en prostitución aunque lo defendían con que "cada quien es libre de gastar en lo que quiera su dinero".

- Pero mira, al margen si es cierto o no, su formalización duró ¿Cuánto? ¿Media hora? – dijo otra mujer – y fue dejado en libertad y conviviendo con la niñita…

- Con mayor razón entonces, ojalá no sea cierto que es su esclava sexual… como dice la mamá de la lolita… o si no, eso quiere decir que la justicia ni si quiera es justa cuando hay niños de por medio.

- ¿y eso te sorprende? En el mundo la gente que tiene presupuesto para hacer daño, lo hace sin consecuencias, me parecen increíbles las acusaciones… salvo las de que le gustan las putas, esa es cierta, tengo una amiga que le brindó servicios… y me dijo qué… - abrió sus manos como a treinta centímetros más o menos.

Todas las mujeres reaccionaron ante semejante tamaño con exclamaciones monosilábicas.

- … pero un caballero, incluso lo ayudó con su niñito, de no ser por él, el niñito se muere, él se encargó de todos los gastos de sacar a mi amiga y a su hijo del país, sin pedir nada a cambio… por eso te digo, todo esto debe ser una mentira para dañar su imagen pública, como es independiente, los mafiosos de los políticos tienen el culo apretado… sobre todo ese guatón de José María, ese es quien más habla.

- ¡Sipo! Y no fue nada él quien llegó a ayudar a la gente del albergue, fue el doctor Cooper y nadie lo grababa, la gente contó… los otros políticos no hacen nada sin una cámara encima…

- Mi amiga estaba allí, me dijo que el Doctor se fue en cuanto vio a la primera cámara entrar.

- No sé, mi papá siempre decía; cuando el río suena, es porque piedras trae.

- Él está viviendo con ella – dijo Andrea sorprendiéndolos – pero no es estupro, ni pedofilia…

- ¡Vieron! ¡Yo les dije!

- Yo la conozco, es amiga mía, duermen en piezas separadas y nada pasa entre ellos… Él es pareja desde siempre de Marcela.

- ¡Yo lo sabía! ¿Ven? Se los dije chiquillas… tanta coquetería, siempre le responde sus preguntas… Esa si que es mujer para él…

- Una mujerota…

- Sí, como mi amiga y como todas las prostitutas que han salido defendiéndolo, todas mujeres bien formadas… ¿Cómo a un hombre así le van a gustar las niñitas? ¡Se hubiera buscado siempre prostitutas con apariencias de niñitas! No mujeronas.

- Él la está ayudando para sacarla del lado de la mamá.

- ¡Esa mujer me genera desconfianza!

- ¡Sí! Si una de mis hijas fuese esa niñita, yo no saldría en programas de televisión hablando ¡La iría a buscar!

- ¡Lo mismo hablaba con mi mamá el otro día! ¡Esa mujer quiere fama!

- Dejen hablar a la niñita…

Andrea agradeció que se callasen para ella poder seguir hablando.

- Él hace todo esto porque ella se lo pidió, así de simple.

No fue una respuesta satisfactoria.

Cooper le mandó un mensaje a Andrea preguntándole donde estaba.

- Incluso ella fue quien le propuso matrimonio…

- ¡Se van a casar! – gritaron todos.

- Creí que de eso hablaban…

- …no, no… cuéntanos más… ¿Cómo es eso de que se van a casar? ¡Qué romántico!

- ¿Te imaginas haber encontrado a un hombre así?

- Pero es una formalidad, solo eso.

- Ah, claro, los juicios de emancipación son largos, así él puede mantenerla y sacarla de esa casa… el de mi primo, bueno, no aquí en Chile, duró meses… ¡Meses viviendo con esa gorda indecente!

- ¡Me alegro!

- Está bien que se la quite a esa mujer… esa niñita estará mejor con él.

- Vieron, yo les dije que era muy extraña esta noticia… si él es gay, es muy lindo para ser heterosexual.

- ¿No que se acostó con tu amiga?

- Bueno, es bisexual… aparte, que él sea soltero es porque tiene mucho dinero, sin duda debe creer que todas las que se le acercan es para sacarle cosas…

- ¿Tú crees? Pero si es tan lindo.

- Es triste, dicen por allí que entre más dinero tienes, más solo estás… Por lo que dice… disculpa ¿Cómo te llamas?

- Beatriz.

- Por lo que nos dice Bea ahora todo tiene más sentido, él es un hombre solitario, se le nota y conoció a esta niñita que es como él, ella le pidió ayuda, él la ayudó y así los dos están solos juntos… es una bonita historia… dos almas solitarias acompañándose.

- A mí me sigue dando mala espina.

- Él no es perfecto, nadie lo es, pero no es el hombre que están mostrando en televisión – terminó de decir Andrea, antes de llevar las manos a su cintura y desencajar la mandíbula.

Era extraño ver cómo la gente no creía las cosas que los periodistas querían meterles en las cabezas, esto no era azaroso, los canales de televisión eran de empresarios con colores políticos que veían en Cooper una amenaza; pero la gente podía ver a través de ellos y aunque algunos titubeaban, la mayoría seguían incrédulos, aunque confundidos y el silencio de Cooper no ayudaba.

La conversación siguió mientras Andrea conversaba por mensajes con Cooper, quien no estaba seguro de irla a buscar, pues no quería exponerla a ser fotografiada con él y que supieran su identidad, mientras que la muchacha quería que la fuese a buscar a la peluquería.

No llegó a buscarla dado que la presidenta quería hablar con él.

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