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En estos años de separación...

—Shifuuuu. —Su voz sube y baja en tono de queja. A su vez, Xiao Qingchen se deja caer sobre la mesa donde ella disfrutaba su taza de té—. ¿Aún no llega su paloma mensajera? ¡Estoy seguro que ya está todo bien allá! Tan bien que ese pájaro se ha quedado con sus nuevos amigos para jugar y disfrutar del tiempo de paz. ¿Debería de ir a buscarla? ¿Hm~? Hey, shifu. Shifu. Shiii~ fuuu~ ¡Ay!

Su cabeza fue golpeada por un abanico.

—Impaciente. Deja eso. Ya ha pasado un año, otro no te matará.

—¡Sí lo está haciendo! —responde de un salto—. Quiero ver a A-Zhen, aunque sea sólo un día. ¿Puede mi amable shifu enviarle una carta de mi parte para acordar un corto encuentro? Uno muy corto, ¿sí?

—¿Xiao Chen no debería de estar practicando ahora con su da shijie? Toma tu espada, ve y sé diligente.

—Wu... No quie- ¡Ay, ay! ¡De acuerdo! ¡Iré, iré! ¡Buaa! ¡Shifu ya no me quiere!

Escapa antes de que otro golpe de abanico caiga sobre él. Recoge del suelo su abandonada Mingyue y trota hacia el campo de entrenamiento, donde una imparable Xiao Meiyu está desgastando y barriendo el suelo con su da shixiong.

Xiao Qingchen traga saliva. Él es el que sigue.

Antes no lo había notado, ¡pero en realidad su dashijie es muy fuerte! Siempre la vio como la menos hábil en las peleas de entre todas sus hermanas, ya que pasaba la mayor parte de su tiempo encerrada en la enfermería estudiando medicina. Concluyó entonces que no estaba interesada y que sería torpe si alguna vez tomara una espada en mano; sin embargo…

¡Qué gran engaño! ¡Ella incluso puede manejar un sable! ¡PUEDE INCLUSO LUCHAR SIN MANOS!

La verdad es que Xiao Meiyu fue la primera en dominar el arte de la espada a muy temprana edad, toda una joven genio en el campo de las artes marciales además. Como ella era poco piadosa al entrenar a sus demás hermanos, lastimó sin querer a muchos de ellos, por lo que decidió aprender también a atenderlos y curarlos cuando esos incidentes sucedan. La medicina, al necesitar otras habilidades, le supuso un gran e interesante reto que aceptó gustosa. Con el tiempo prefirió esto y abandonó la espada; después de todo, sus hermanos ya no eran niños y sabían lo suficiente como para ayudarse entre ellos. Unos años más tarde, Xiao Chen fue adoptado en el clan y Xiao Wangyi se encargó de entrenarlo.

La maestra Xiao no era muy exigente y prefería que cada uno se especialice en lo que su corazón pedía y sus talentos apoyaban. Debido a esto, ninguno estaba presionado a dominar la espada a menos que lo desearan.

No obstante, ahora con Xiao Qingchen es diferente. Él debe.

—¡Shijie! ¡Mira, Qingchen llegó! Terminemos aquí, no podemos quitarle ni un minuto a su entrenamiento. —Xiao Wangyi huye de la plataforma y va donde está el menor para instarlo a subir con palmaditas en la espalda—. A-Qing, no olvides ir al salón con tu guqin cuando termines. Hoy tienes prueba; mañana veremos tu habilidad aplicándolo a combate, ¿bien?

Xiao Qingchen asiente claramente desganado y se despide de su dashixiong.

—Shijie, ¿no quieres descansar? Has peleado muy intensamente con Wangyi-ge. Puedo espe-

El aire fue cortado por una larga hoja de plata muy brillante y delgada, la cual se detuvo a tan sólo un par de milímetros de su cuello. La luz que reflejaba le cegó.

—Tu atacante no descansará.

—¡A-Zhen me ayudará!

—¿Y si no puede? —Otro rápido movimiento; Xiao Qingchen esta vez desenvaina sin demora a Mingyue y se defiende—. ¿Y si lo peor llega a pasar?

—Bien, bien. Ya entendí.

Las túnicas de ambos revolotean como flores bailando con el viento, todos sus movimientos son agraciados, pero intensos. "Si no es agradable a la vista, está bien no aprenderlo", les dijo alguna vez su shifu.

—¡Aiya! ¡Shijie!

Xiao Meiyu es brava. Ella volvió a tomar su espada únicamente para preparar a su pequeño shidi lo mejor posible antes de que él se vaya de nuevo. Como esto es un entrenamiento intenso y ahora ella sabe lo suficiente para no ser inútil durante cualquier accidente, no tiene compasión con su menor.

—Tus pasos no están siendo lo suficientemente firmes. Hazlo de nuevo.

—Ugh...

El regreso a la espada de Xiao Meiyu fue por un pedido especial de su maestra. Xiao Qingchen había vuelto a la secta trayendo consigo el gran anuncio de que pronto volará lejos del nido, y shifu lo permitiría si él por lo menos terminaba bien su educación aquí, además de cumplir con una preparación especial y otras condiciones. Shijies y shixiongs decidieron dar su apoyo colaborando con el entrenamiento del más joven, aprovechando los talentos y habilidades propios para educarlo excelentemente.

A la maestra Xiao le pareció perfecto. Definitivamente, no permitiría que su cordero retorne aún tierno para ser rápidamente comido.

Mínimo, se encargaría de afilar muy bien sus cuernos.

Su taza está vacía y no tiene ganas de llenarla. Mientras observa a la mayor y al menor de su familia pelear, piensa en las palabras que soltó este último aquella vez hace un año:

"Este discípulo aceptará cualquier condición y el castigo correspondiente por abandonar su hogar. —Su mirada se clavó en el suelo al mismo tiempo que sus rodillas—. Si así consigo ir con él, lo aceptaré".

"¿Por qué no sólo... por qué no puedes quedarte aquí?"

Él sonrie. "Porque ... algo me dice que mi felicidad es allá. Con A-Zhen".

Ahh... ¿qué más podía hacer? El niño está realmente ilusionado con su primer amor. No importa cuántas veces sus hermanos intenten persuadirlo, Xiao Qingchen no abandona su decisión de irse a recorrer el mundo con su compañero. Fue bueno que maestra y alumno regresaran a su hogar con un trato ya hecho; de lo contrario, hubiera sido molesto hacerlo con esos mocosos lloriqueando por ahí.

Lo acordado entre los dos maestros inmortales y sus dos rebeldes alumnos fue esto:

Por el momento, ambos se mantendrían con su respectivo shifu en casa, prometiendo no irse de ahí hasta que la guerra que profetizaron los mayores terminase. Una paloma mensajera sería quien diera las buenas nuevas con su venida. Mientras tanto, Xiao Qingchen y Song Yewan deberán de prepararse tanto física e intelectualmente, entrenando el cuerpo y alimentando la mente, equilibrando el poder y el saber. Deberán aprender a poder trabajar para conseguir dinero y a saber administrarlo bien, por ejemplo. El objetivo es que sean capaces de vivir por su cuenta en todo sentido; después de todo, es diferente estar unos meses de paso a hacer toda el resto de su vida allá.

Afortunadamente, los muchachos fueron sensatos y aceptaron sin problemas; eran conscientes de que necesitaban una preparación previa.

La otra condición fue...

—¡Shifuu~! —Su joven alumno saltó a abrazar sus hombros desde atrás, apoyando su mentón sobre su cabeza—. Dashijie me dio un tiempo de descanso y tengo hambre, jeje. ¿Shifu me prepararía un poco de sopa? ¿Por favor?

Este mocoso mimado… ¿Cuándo aprenderá a cocinar por su cuenta? Lo han consentido de más, al punto de que Xiao Chen tampoco sabe cómo cuidar una planta porque apenas puede cuidar de sí mismo.

Ahora se pregunta: ¿cómo lo hizo todo ese tiempo allá afuera? A modo de reproche, le jala una mejilla a este niño suyo que no quiere crecer.

—Xiao Chen pronto va a cumplir diecisiete años; no obstante, sigue siendo tan tonto, no sabe siquiera hacer una simple sopa. ¿Cómo puedo permitir que se independice siendo así? ¿Ehh?

—Sheefu… —gimotea en queja.

—Xiao Qingchen. En tu viaje, ¿acaso te la pasaste comprando comida basura de puestos callejeros al azar? ¿De qué te alimentaste? Cuando volviste, tu cara era más redonda que ahora e incluso antes de irte, ¿cómo lo explicas?

Aprieta más fuerte. ¡Ay! ¡Está molesta!

—No, no. Mi cara ahora está más delgada porque estoy ejercitándome mucho, shifu. Aunque no voy a negar que afuera sí comí de más… Pero es porque A-Zhen es un gran cocinero ¡y me gusta mucho su comida ♡! Comí bien, sano y casero gracias a él. Las únicas veces que comí mal fue antes de conocerlo y después de que los bollos pre preparados que mandó shifu se terminaran: en esos días sólo comí arroz.

—… ¿sólo arroz?

—Mn. Es lo único que sé hacer además de preparar té. El pescado tenía un sabor extraño cuando yo lo cocinaba, así que simplemente no lo hacía. Ah, si vendía suficientes peces ese día, a veces iba a restaurantes. Luego, no fue necesario.

—Entonces, ¿el joven Song cocinó para ambos todos los días?

—Sin falta. —Sonríe—. Por eso, no es necesario que aprenda a hacerlo; A-Zhen cuidará de mí como siempre. Yo saldré a cazar y él cocinará, ¿no suena perfecto?

Xiao Baishan—: …

Song Yewan de repente, mientras aprendía la receta de un dulce nuevo para Qingchen—: ¡Achís!

Song Baihua encontrando al fin a ese discípulo que se escapó de su clase de caza—: … salud.

Y así es como se llegó a este presente, donde cada uno espera en su respectivo hogar sin verse ni hablarse más que por cartas que se enviaban de vez en cuando para que el otro no lo olvide. Sus horarios ahora están bastante apretados, por lo que no se escriben tan seguido. Con suerte lo harán un par de veces al mes… a veces sólo una…

¡Pero en realidad a ellos no les parece tan malo :D! ¡Porque de esta forma tienen más sobre qué hablar!

Las cartas se vuelven más y más largas, perfectas para leer durante la noche después de un agitado día de entrenamiento. La cantidad de hojas una vez llegó a diez y vino con un pequeño regalo, ¿acaso eso no es encantador? Renueva completamente sus energías hasta que la siguiente carta llegue a sus manos.

Contrario a lo que generalmente sucede con las relaciones a distancia, ellos no vieron afectados sus sentimientos y sólo los atesoran aún más. Aunque todavía no se perciben completamente a sí mismos como una pareja, adoran la relación especial que tienen y no les incomoda pensar en el otro tanto como su confiable amigo más íntimo como en el compañero con quien quieren compartir su vida.

Ah~ Estos sentimientos están en su mejor etapa; llenos de ellos, los jóvenes tan solo desean reunirse de nuevo cuanto antes para comenzar ya esa nueva vida llena de viajes y aventuras. ¡Están muy impacientes por recorrer el mundo juntos!

Obligados a calmarse: tres años más de paciencia fueron necesarios para eso que tanto deseaban.

—Ah. Mira, shijie. ¿No está nuestro pequeño didi más alto que nosotros?

Definitivamente.

Song Yewan y Xiao Qingchen ya no son esos adolescentes de antes; ellos han crecido, sus quince años ya los vivieron y actualmente sólo les falta un año para ser considerados adultos.

Los diecinueve son grandiosos: en marzo, shifu por fin dijo que su preparación terminó y en octubre, el mensajero volvió a casa con la señal que tanto esperaban. Incluso entre esos meses no fue aburrido el año: aunque descansado por la ausencia de entrenamiento duro, ellos al menos tuvieron más tiempo para conversar por medio del papel, adquirir tranquilos pasatiempos (desde que Song Yewan le habló sobre tejer, a Xiao Qingchen le encanta hacerlo) e intentar escapar un par de veces. Fueron atrapados antes de poder siquiera estar a mitad de camino al mundo mortal.

Pero hoy es el día y no podían detenerlos más.

Hoy es el ansiado encuentro con esa persona con la que desde el primer momento sintieron cierta conexión, así que ninguno de sus pasos fue dado con duda cuando se dirigieron donde sus hermanos y hermanas marciales para despedirse. Ambos recibieron regalos y buenos deseos, además, los abrazos fueron más largos y demostraron el más puro cariño.

En la casa Song, una que otra lágrima fue derramada. En la casa Xiao, el triste lamento grupal se escuchó hasta la cueva espiritual más lejana de la secta, donde una shijie, al oírlo, dejó un momento de cultivarse para también llorar la partida de su hermano. Es realmente una pena que sólo Song Yewan tuviera permitido volver con su familia. La maestra Xiao es muy estricta y, aunque demostrara estar feliz por su alumno y pareciera apoyarlo plenamente, en el fondo, ella estaba dolida y decepcionada, incluso se sentía bastante molesta. No dispuesta a sufrir por otro de sus discípulos, decidió que, así como su alumno la está abandonando, ella también lo abandonará. Su deber de cuidar de él se terminó.

Por ello, la noche anterior a su partida, Xiao Qingchen debió de jurarle arrodillado a su ex maestra que no volvería de nuevo a la montaña. Sus compañeros fueron testigos del juramento y la devolución del uniforme; por más que le rogaban a su shifu pensarlo bien, ella los ignoró. Xiao Qingchen aguantó bien su pena y no habló ni lloró. Sólo una amarga sonrisa por unos segundos se vio sobre sus labios.

A la mañana siguiente, bajaron juntos de la montaña.

Xiao Qingchen no viste más de verde agua ni porta la pequeña corona que decoraba antes su moño. Sus túnicas ahora son completamente blancas como la nieve y su peinado es sencillamente simple. Aun así su figura destaca por su porte y el rostro de gran belleza.

—Xiao Chen. —Le llama con tono severo su maestra antes de dejar caer sobre su cabeza el sombrero de velos traslúcidos que ella siempre usaba—. Esto también es tuyo.

Él le sonríe suavemente y asiente en agradecimiento silencioso. Furtivamente acaricia con la punta de sus dedos el borde de las largas gasas que le envuelven.

Ah, sí. Casi lo deja atrás también.