A las cuatro de la madrugada, el clon verdadero llegó al campo de batalla en las tierras que limitaban con la nación de la Lluvia. Por alguna razón la nación de los Pastizales y la nación de la Garra, se mantenían alejadas del camino de la Amegakure. Los muertos se contaban por cientos.
Los cielos estaban semi nublados, se escuchaban los truenos y parece que pronto iba a llover. Estaba oscuro, pero se asomaban los primeros rayos del sol. Sin embargo, los cielos se estaban cerrando.
Kain caminaba por lo que quedó del campo de batalla, revisaba los cuerpos mientras Vástago y Segador recogían los cadáveres. Ninguno tenía kekkei genkai, así que a menos que alguien estuviera realizando un jutsu prohibido, nadie los quería. Kain se detuvo en medio de la tierra calcinada cubierta de armas y kunais. Él soltó un suspiro y negó con la cabeza, pero de repente alguien le lanzó un kunai y él se deslizo hacia un lado.
Kain miró hacia la dirección en la que venía el kunai y vio al guerrero que barrio el suelo con los shinobis de Iwa. Era rubio, tenía el cabello largo, usaba una máscara para respirar bajo el agua y una capa por encima de la chaqueta táctica.
—No toques los cuerpos— dijo el tipo
—¿Por qué?— preguntó Kain —¿Los vas a devolver? ¿Iras casa por casa y le pedirás perdón a la familia por matar a sus seres queridos?—
—Estamos luchando— grito el tipo
—Y por eso yo hago esto, porque tú y tu gente no lo harán—
El tipo se quedó perplejo.
Kain sonrió y levantó la barbilla en un gesto despectivo. Le dio la espalda y continúo caminando mientras las unidades de apoyo recogían los cadáveres.
Sin embargo, Kain se encontró con uno que no era cadáver. Él se acercó, le tomo el pulso y descubrió que estaba vivo. Así que inyecto un poco de esencia vital para revitalizar su cuerpo.
Otro kunai voló a la cara de Kain, pero esta vez no lo esquivo. De lo contrario, hubiera atravesado la cabeza del moribundo. Kain lo sujeto con la mano y miró en la dirección del shinobi rubio.
Aquel tipo lo quedó mirando a los ojos —déjalo— dijo —ahora es nuestro prisionero de guerra—
—No lo creo, a todo esto ¿Por qué no siguen avanzando? ¿Por qué te importa un shinobi moribundo? ¿Qué esperas?—
—Eres el dios shinobi— dijo el tipo rubio
—Algo así, pero no me gusta que me llamen así. Puedes llamarme su excelencia o Kain-sama— dijo Kain y se puso de pie. Lo miró de frente —pareces un tipo fuerte, te estuve mirando, eres fuerte, pero eres muy estúpido al mismo tiempo. Tienes una toxina que quema tus células y te da gran fuerza y enormes cantidades de chakra, pero te hace vivir como la mierda. Seguramente te inventaste que consumes veneno para poder utilizar el gas que produce tu cuerpo como arma, pero eso no es verdad. Es solo el gas natural que secreta tu cuerpo gracias a la toxina que quema tus células. Dime ¿Cómo lo haces para no cortarte tú mismo el cuello?—
El tipo no supo que decir, se quedó congelado.
Kain soltó una risita, le dio la espalda y continúo caminando —vaya forma más estúpida de ocupar un cuerpo sabio— dijo lo suficientemente fuerte para que el tipo escuchara.
—Señor— grito el shinobi y corrió hasta alcanzarlo.
Kain lo ignoro por completo y siguió caminando, revisando los cadáveres. Una de las unidades de apoyo llevaba al moribundo de Iwa, levitaba por detrás de él.
—Señor, Kain-sama— grito el shinobi —usted, usted sabe cómo revertir el proceso. Yo era niño, nadie me dijo nada, solo me dieron a beber una sustancia que me dejo días en agonía. Desde ese momento he sido fuerte, pero cada día es una agonía. Yo quiero morir—
Kain se detuvo y miró al tipo, lo examino de pies a cabeza. No era muy alto, pero tampoco bajo. Cabello rubio, ojos azules y la piel clara. Llevaba una máscara que le cubría la boca y la nariz. Amegakure era una región lluviosa, así que la mayor parte de su tierra estaba cubierta de extensos lagos. Su capital estaba construida sobre un lago.
—¿Cómo te llamas?— preguntó Kain
El tipo se arrodillo delante de Kain y le dijo —Hanzo, señor. En mi villa me llaman Hanzo de la salamandra—
—¿Y te sientes orgulloso de eso?—
Hanzo agacho su rostro y negó con la cabeza.
—¿Por qué no siguen avanzando, Hanzo?— preguntó Kain
Hanzo lo miró, entrecerró los ojos.
Kain mostró una pequeña sonrisa y levantó los brazos como si le mostrara la palma de su mano —soy el dios shinobi, Hanzo. Yo no puedo estar de tu parte o de Onoki, el tsuchikage. Onoki es mi amigo, pero yo tengo que estar en contra de la guerra. De lo contrario ¿Quién creería en mí?—
Hanzo lo seguía mirando, no le dijo nada.
Kain sonrió —en ese caso, se lo iré a preguntar a tu daimio— dijo —veremos quien suelta primero la lengua—
—Espere, recién dijo— respondió Hanzo y se puso de pie. Él se puso en posición de combate y continuo —usted dijo que no interferiría. Que nadie creería en usted si se metía en la guerra—
Kain levantó su mano izquierda, de la tierra salieron enredaderas y apresaron a Hanzo de brazos, torso y piernas. Solo podía mover el cuello.
Kain se acercó, quedó a unos centímetros de su rostro, pudo ver de cerca los ojos de Hanzo —tienes ictericia. Me lo dice el amarillo de tus ojos. Tu hígado no funciona, debe ser doloroso ser tú— dijo y al quedarlo mirando por más de diez segundos, el brazalete susano realizo un análisis de Hanzo —eres, eres un muerto en vida. Si no hubieras nacido con un cuerpo sabio, hubieras muerto hace muchos años. No te preocupes, no eres la primera persona con un cuerpo sabio que utiliza una estúpida técnica para volverse fuerte y arriesgar su vida al mismo tiempo—
—¿Nos atacara?— preguntó Hanzo, él hacia fuerza con todo su cuerpo, pero no lograba soltarse de las enredaderas.
—¿Quién dijo algo de atacarte? Dije preguntar ¿Sabes hablar?— preguntó Kain con una sonrisa burlona. Él paso por el lado de Hanzo y camino con dirección sur como si fuera hacia Amegakure.
—Nuestro daimio quiere llamar su atención— grito Hanzo —él dijo que, si podíamos llamar su atención, quizá negociar, podríamos unirnos a usted y los grandes países. Solo tenemos agua en abundancia. Rayos, él está dispuesto a devolver todo el terreno que hemos ganado con la sangre de nuestros shinobis. Lo poco que ganamos se divide a la mitad porque somos un país vasallo y tenemos que pagarle a la nación de la Tierra tributos por una tierra que han abandonado a su suerte. Solo queremos una oportunidad para sobrevivir—
Kain se detuvo y volvió con Hanzo, se detuvo delante de él. Lo quedó mirando a los ojos. Había intensidad en esos ojos azules bastante enfermos. La parte del ojo que debería estar blanca estaba amarillenta.
—Déjame ver tu mente para saber si que lo que dices es verdad. Entonces yo te ayudare y pondré mi nombre en juego para ayudar a tu gente— dijo Kain
Hanzo lo quedó mirando a los ojos, pudo ver el cabello blanco peinado hacia atrás, el rostro cuadrado y los ojos azules —yo, usted, yo he escuchado de usted. Desde joven, usted fue primero a la guerra cuando nosotros nos quedamos ocultos. Fue una fuente de inspiración, pero siempre me pregunte: usted es fuerte ¿Por qué ayuda a la gente? ¿Por qué lo hace? Realmente ¿Realmente puedo confiar en usted?—
Kain mostro una pequeña sonrisa —puedes confiar en mí. Déjame mostrarte algo y después me dirás si puedo ver tu mente— dijo
Hanzo lo quedó mirando, estaba inmóvil gracias a las enredaderas. Si Kain quisiera le podría cortar la cabeza sin ninguna dificultad. Así que él asintió.
Kain activo su sharingan hasta el tercer tomoe. Hanzo se puso increíblemente tenso, respiro con dificultad gracias al miedo que tuvo al estar tan indefenso.
—Tranquilo, nunca, bueno, no, una vez mate a un tipo con un genjutsu, pero ¿Quién se fija en esas cosas?— preguntó Kain con una sonrisa burlona. Eso puso más tenso a Hanzo e hizo fuerza con todo su cuerpo, pero al ver que no podía huir, se rindió.
Kain proyecto su vieja memoria. Le mostro a Hashirama sentado en la silla en sus últimos minutos de vida en la tienda que le había vendido el viejo Yamanaka. Hashirama estaba arrugado y canoso. Este último le estaba diciendo algo a alguien, pero de repente la visión se volvió borrosa como si cayera agua. Sin embargo, las palabras sonaron claras en la cabeza de Hanzo. Un niño hacia la promesa con un moribundo. La vista se oscureció, la visión volvió a ser más clara y aquel hombre canoso, cerró los ojos con una sonrisa en los labios.
Kain termino el genjutsu y Hanzo volvió al mundo físico. Ya no luchaba con las enredaderas, así que Kain lo soltó. Hanzo quedó mirando a Kain a los ojos.
Kain sonrió y le dijo —ya sabes porque ayudo a las personas—
Hanzo lo quedó mirando, no pudo evitar soltar lágrimas, pero sus lágrimas no eran normales. Eran purpuras y emitían un gas venenoso. Hanzo asintió y le dijo —puede ver mis memorias, no me opondré—
—¿Estás seguro?— preguntó Kain con un tono burlón —me estás dando permiso para saber todos los secretos de tu villa, de tu estúpida técnica y de la gente que te rodea—
—Yo…yo confió en usted Kain-sama— dijo Hanzo
Kain mostró una gran sonrisa y asintió. Él se metió a la mente de Hanzo, pudo ver al daimio, un tipo relativamente joven. No era para nada como los otros daimios. Era un tipo sencillo, con el cabello purpura y un kimono opaco como si fuera viejo. Tenía una expresión solemne, estaba enfermo, se le notaba en las ojeras y en lo delgado que estaba.
Todo lo que dijo Hanzo era verdad.
Kain salió de la mente de Hanzo y lo quedó mirando —vuelve, dile a tu daimio que lo iré a ver a las once de la mañana— dijo —hablaremos de lo que puede hacer y cómo podemos solucionar este tema. No es necesario que devuelvas estas tierras, pero tampoco es necesario que sigas atacando. Onoki no alcanzara a reaccionar hasta el mediodía. Para ese momento yo y tú daimio habremos hablado. Si llegamos a buen puerto, puede que no haya necesidad de seguir luchando. Dile que piense en lo que puede ofrecer y en lo que quiere—
—Tiene algo que pueda ofrecer como prueba de esta reunión— dijo Hanzo
—Oye, pides demasiado— dijo Kain, se quitó el haori blanco y se lo lanzó —debería ser prueba suficiente. No existe nadie en este mundo que pueda confeccionar ropa como está. Alguien que sepa de metales te dará su opinión—
Hanzo atrapo el haori y lo miró confundido. Esto era tela ¿Por qué alguien que sepa de metales?
—Ahora ve, yo seguiré buscando supervivientes— dijo Kain y le dio una palmada en el hombro —a todo esto, eres bastante fuerte—
Hanzo lo quedó mirando y se enfocó en el campo de batalla.
Kain lo quedó mirando y levantó los hombros como si no hubiera nada que hacer —también fui a la guerra, pero nunca me he sentido responsable por la gente que mate. Era un juego que me superaba en ese momento, puede que tú también estes en la misma posición ¿Quién sabe? La gente miente por capricho, para verse con una luz favorable o para evitar la culpa. Elige tu propio veneno y sigue adelante— Kain se quedó callado, miró hacia un lado y después miró a Hanzo a la cara —no lo dije por ti ni nada por el estilo. Tú sabes, lo del veneno—
Hanzo asintió, enrollo el haori y lo puso debajo de su brazo. Él salió corriendo a máxima velocidad con dirección sur, hacia Amegakure.