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Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 460

—Así que siguieron al hermano de Hayato— dijo Kain mientras garabateaba algo en un pergamino.

Él y Akako estaban sentados a la mesa en el restaurante, uno al lado del otro.

Akako asintió y dijo —la mayoría de los comerciantes y nobles al ver que usted tomaba 1/3 del banco Hoshino, se asustaron y siguieron a Takumi-sama— ella miró a Kain para ver lo que escribía, pero parece que todo estaba encriptado. Ella apoyo la espalda en la silla y continuo —Takumi-sama pidió asilo en la nación de la Tierra, pero como ahora las relaciones entre los shinobis de ambas naciones son neutrales, solo le dieron permiso para establecerse, pero nadie le daría un apoyo significativo. La nación de la Tierra tiene sus propios nobles y ellos cuidarán su territorio. Así que Takumi-sama siguió viajando más al norte, al conjunto de países vasallos de la nación de la Tierra—

—Veo, ese tipo tiene un plan y no quiere que nadie lo moleste ¿Qué más?—

—Eso es lo último que supe. Después de eso, mi padre perdió contacto con sus espías—

Kain anotó lo último en la libreta y asintió. Él miró a Akako Hoshino, quien funcionaba de nexo entre la familia Wakako y Kain. Este último observo a Akako, era hermosa, con su cabello rubio cuidadosamente ordenado y peinado en un moño, liso, el rostro con forma de corazón, los ojos grandes y expresivos. La nariz fina y los labios gruesos. Hermosa, tenía una barbilla bastante sensual. El cuello delgado y una figura curvilínea.

—¿Qué opina tu padre?— preguntó Kain

Akako lo miró a los ojos, ella se mordió los labios, miró hacia otro lado y sonrió —nada en particular. Dice que Takumi-sama trata de vivir en el pasado y eso lo llevará a la autodestrucción— dijo

Kain la quedó mirando, Akako lo miró de reojo, pero siguió mirando hacia otro lado. Después lo miró a los ojos y le sostuvo la mirada.

—Veo— dijo Kain y mostro una sonrisa amistosa. Akako se mantenía fiel a su familia a pesar de todas las cosas, pero sus ojos dudaban. Sin embargo, por ahora, ella guardaría los secretos de la familia y haría todo lo necesario para desviar la atención.

Kain acercó su rostro, sonrió de forma coqueta, Akako no estaba preparada, así que se puso nerviosa, pero Kain no se detuvo y la beso apasionadamente. Akako respondió a su beso, cerró sus ojos y llevó su mano al pecho de Kain. Este último aprovecho la oportunidad para deslizar su mano por la pierna de Akako. Deslizo la punta de sus dedos por el muslo, iba subiendo poco a poco, pero Akako se dio cuenta y apartó su boca.

Kain la quedó mirando a los ojos, Akako le sostuvo la mirada, pero después miró hacia otro lado mientras un rubor aparecía en su rostro.

Kain soltó una risita traviesa, no apartó su mano, la dejo entre el muslo y la ingle. Solo bastaba que él continuara su camino, pero ella parecía poco dispuesta en este momento. Así que él acercó su rostro, le dio un beso en la mejilla y se apartó. Akako levantó su rostro y lo quedó mirando.

—Tengo que descansar, hablamos en otro momento— dijo Kain

—Kain-sama— dijo Akako, se puso de pie. Ella tenía que seguir cerca de él para continuar informándole a su familia sobre sus movimientos —yo…—

—Está bien— respondió Kain, estiro su mano, tomo las de Akako y las acercó a su boca. Él beso las manos de Akako mientras la miraba a los ojos —la próxima vez será el momento adecuado para compartirlo todo. Ahora no es el momento—

Akako lo quedó mirando a los ojos, pero agacho su rostro, odiando tener que hacer esto. En algún momento las cosas se volvieron más complicadas. Ella había pasado casi veinte años con Hayato Hoshino y nunca tuvo este problema. Siempre pudo separar las cosas.

Kain le soltó las manos, Akako reacciono y lo quedó mirando. Ella estiro sus manos para tomar las manos de Kain, pero se quedó a medio camino con los dedos extendidos, listo para sujetar la ropa de Kain. Sin embargo, al ver a Kain a los ojos, creyó que él sabía y eso la detuvo. Al final, era ella la que estaba confundida.

—Buenas noches, Akako— añadió Kain, se dio la vuelta y camino a la salida.

Por otro lado, Abigail salió de la cocina y camino hacia la mesa de Akako Hoshino para retirar los platos. En ese momento eran las nueve y media de la noche.

Kain salió del restaurante y fue a los ascensores. Todavía le quedaban tres horas antes de que Kokoro volviera. Él presiono el botón para llamar el ascensor y espero. Al mismo tiempo, Kain revisaba su interfaz visual y seguía el mapa hecho por Guardián con la información recopilada de Akako Hoshino. No es como si hubiera escrito algo útil, solo lo hacía para ordenar sus ideas en forma de dibujos. Además, a la gente le daba la impresión de que él estaba haciendo algo complicado y tan inteligente, que ellos no lo podían entender. De esa manera la gente se confundía y evitaba preguntar por miedo a sentirse idiotas.

Un pequeño truco barato, pero efectivo. Después la gente se pasaba la voz entre ellos y hablaban de lo ininteligible que era esto y aquello. Todos sorprendidos y curiosos por lo que significarían todos esos garabatos. Y de esa manera, se creaba un mito alrededor de Kain.

El timbre del ascensor sonó, Kain se subió al ascensor y marcó el último piso. El ascensor se movió con suavidad. Por dentro había espejos, así que Kain utilizo la oportunidad para revisar su apariencia. Su rostro y cabello se veían algo apagados por el largo transcurso del día. Una ducha de agua fría lo harían ver despierto y renovado. Cuando llegue Kokoro, se llevaría una buena impresión. Seguro sonreía y hacían el amor hasta el amanecer. Entonces por la mañana ella se quejaría de Kain, pero por dentro estaría satisfecha, dormiría un par de horas y después volvería a su trabajo.

Kain escucho el timbre y las puertas se abrieron. Afuera del ascensor había un policía a cada lado. Dos tipos morenos de cabello oscuro.

—Buenas noches, Kain-sama— dijeron e hicieron una reverencia.

Kain quedó mirando a los dos tipos —buenas noches, Aoto y Yuto— dijo —¿Alguna novedad?—

—Bueno, señor— dijeron los policías y miraron al centro del pasillo con una expresión complicada.

Kain siguió la mirada de los policías y abrió los ojos asombrado. No esperaba encontrar a las esposas de los daimios esperando su llegada. Cada una estaba sentada en una silla pegada a la pared. Además, se habían cambiado de kimonos y ahora ocupaban uno más glamoroso y floral.

Kain miró a los policías y preguntó —¿Les dijeron para que vinieron?—

—Sí, Kain-sama— dijo Aoto —dijeron que era para reclamar cierto tratos y cosas que le desagradaron. Ellas no quisieron esperar a mañana. Lo, bueno, lo sentimos. Ellas nos obligaron…—

—No hay problema, hombre, no hay problema— dijo Kain —yo me hago cargo, pero no le digan a nadie que ellas estuvieron aquí. Todos entienden como se podría malinterpretar esto ¿Verdad?—

Los policías asintieron. Eran las esposas de los daimios de los países más grandes del continente. Todas ellas podrían ocasionar problemas entre las naciones si no eran escuchadas.

Kain miró a las esposas de los daimios, eran bonitas. Tenían la barbilla elevada en una actitud altiva, pero había un brillo coqueto en su mirada. Kain sonrió y miró a los policías como si fueran idiotas. Para ser shinobis, eran bastante malos observando.

Kain camino al centro del pasillo mientras detrás de él se cerraban las puertas del ascensor. Él llego delante de las esposas de los daimios y ellas se levantaron de las sillas.

La mayor de las tres, Chiemi, la esposa del daimio de la nación del Agua quedó mirando a Kain y dijo —venimos a presentar una queja formal—, pero para ser alguien que se venía a quejar, tenía una sonrisa coqueta que le costaba disimular. Al mismo tiempo, la esposa del daimio de la nación de la Tierra y del Viento, parecían bastante nerviosas y por alguna razón, excitadas.

—Ok, lo entiendo— dijo Kain con tranquilidad, pero mostrando una sonrisa amistosa —por favor, acompáñeme—

Kain se acercó a la puerta de su habitación. La puerta soltó un sonoro clic que significaba que ante la proximidad de Kain se desactivo la seguridad, pero eso solo funcionaria si él estaba a un metro de distancia. Si él se alejaba un centímetro, la puerta se cerraría. Kain giro la manilla, abrió la puerta y espero a que las tres esposas de daimios caminaran al interior. Al mismo tiempo, la luz en el interior se encendió.

La primera fue Chiemi quien avanzó con una actitud altiva y segura de sí misma. Después la siguió la esposa del daimio de la nación de la Tierra y, por último, la del daimio de la nación del Viento. Kain entró al final y cerró la puerta.

Las esposas de los daimios miraron el lugar y giraron sobre su eje para admirar la construcción. Después caminaron al fondo, donde estaba la sala de estar en un espacio abierto con sillones de cuero. Al fondo no había ni balcón o cortinas. Eran varios paneles vidrio que caía en pendiente desde el techo hasta el suelo. Eso te permitía mirar la ciudad desde esta posición. Treinta pisos no eran tantos, pero considerando que este y el hospital eran los edificios más altos de la ciudad, era una gran vista, sobre todo considerando lo hermosa que se veían las calles iluminadas.

Kain camino a la derecha de la sala de estar, fue a la cocina y busco un conjunto de cuatro copas de cristal. Las llevó a la sala de estar, las posiciono sobre la mesa de centro y al escuchar el tintineo de las copas en la mesa de centro, las esposas de daimios miraron hacia atrás.

Kain había sacado varias botellas de vino de un sello, una caja de habanos y cigarrillos. Kain utilizo un sacacorchos y abrió una botella. Él sirvió vino en las cuatro copas y quedó mirando a las esposas de los daimios. Conocía sus nombres, pero dos de ellas no se habían presentado. Kain tomo una copa con la mano izquierda y la señalo con la mano derecha.

Chiemi sonrió, se mordió el labio inferior y camino hacia Kain.

Por otro lado, las otras dos esposas estaban nerviosas y preguntándose lo que estaban haciendo.

Chiemi llegó delante de Kain y estiro su mano.

Kain le ofreció la copa y le dijo —una para Chiemi-chan—

—¿Chiemi-chan?— preguntó Chiemi con una hermosa sonrisa, se veía la excitación en la mirada. Ella tenía casi cuarenta años, así que no estaba en edad de utilizar el chan. Sin embargo, que un hombre como Kain la llamara así se sentía emocionante.

Kain la quedó mirando a los ojos, Chiemi tomo la copa con manos temblorosas mientras miraba a Kain a los ojos. Ella llevó la copa a sus labios gruesos pintados de un color carmesí bastante lascivo y bebió un poco dejando sus labios marcados en el borde de la copa. Ella apartó la copa de sus labios y se relamió en un gesto lascivo.

Kain sonrió fascinado con esa expresión deseosa de sexo, aunque las otras esposas de daimios no pudieron ver la expresión de Chiemi.

Kain tomo una segunda copa, se acercó a la esposa del daimio del país de la Tierra. Ella tenía el cabello oscuro, cortó y con visos, como uno de esos peinados modernos andróginos. De las tres, era la que se veía más atlética. Diferente del resto de las reinas, ella era shinobi y poseía chakra. Ella tenía una expresión seria con una pisca de miedo en la mirada. Ella observaba a Kain en todo momento como si estuviera lista para repelerlo si él se acercaba demasiado. Kain se detuvo a treinta centímetros de ella y le tendió la copa.

La esposa del daimio del país de la Tierra quedó mirando a Kain. Ella tomo una profunda respiración y sonrió con nerviosismo. Kain le mostro una amplia sonrisa. Ella se ruborizo y miró en otra dirección. Después miró a Kain con una sonrisa más suave y natural —Sachiko— dijo

—Oooh, ya lo sabía, pero escucharlo de su boca se siente diferente. Muchas gracias, Sachiko-chan— dijo Kain

Sachiko llevó su mano a la boca y soltó una risita coqueta, pero quedó mirando a Kain. Ella se mordió el labio inferior y después se relamió.

—Vamos, adelante, pruébelo—

Sachiko asintió y bebió de la copa mientras miraba a Kain. Ella apartó la copa de su boca, asintió en señal de que estaba exquisito y Kain sonrió complacido.

Kain camino a la última y más joven de las tres esposas de daimios. Ella tenía el cabello negro y largo hasta la mitad de la espalda. El rostro con forma de corazón, la mirada tímida, joven y una sonrisa nerviosa. Kain le tendió la copa como a las otras, pero la sostuvo mientras esperaba.

—Yo, yo, yo soy Kaori— dijo la esposa del daimio del país del Viento

—Kaori-chan, que nombre tan agradable, en serio me gusta— dijo Kain con una sonrisa amigable en los labios. Le entrego la copa a Kaori y ella la recibió mientras lo miraba a los ojos y sonreía de forma tímida.

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