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Anju Khanna 12

Ella corre por los pasillos y, al final, entra al baño.

Yo la sigo, y ahí hay varias chicas que hablan entre ellas en voz baja, pero, cuando se percatan de mi presencia, guardan silencio.

—¿Han visto a Yuri Okabe?

Ellas señalan el cubículo del fondo.

Camino hacia él y me detengo frente a la puerta.

Ahí dentro hay alguien —presuntamente Yuri Okabe— que solloza quedamente. Yo permanezco en silencio. De nueva cuenta, no tengo palabras para consolarla. Incluso mi estrategia de invitarle algo para intentar hacerla sentir mejor es inútil porque implicaría regresar a la cafetería y encontrarnos con ellas y discutir de nueva cuenta.

Lo único que puedo hacer en este caso es permanecer ahí.

¿O quizá ella quiere estar sola y yo solo la estoy incomodando?

Sí, quizá sea eso, ya que las otras chicas ya se van.

Ellas salen del baño, y la puerta se cierra. Me dirijo hacia ella y:

—¿Ya no hay nadie? —Yuri Okabe me pregunta en voz baja.

—Solo nosotras —le digo después de revisar que no haya nadie en los demás cubículos.

—Qué bueno —dice ella y abre la puerta del cubículo en donde se encuentra. Tiene los ojos enrojecidos y las lágrimas no dejan de correrle por las mejillas—. No pasan ni cinco minutos y ya estoy llorando otra vez. Y aparte en el baño. Has de pensar que soy bien pinche rara o una exagerada que lo tiene todo y aun así anda todo el día quejándose.

—No, ya te había dicho que tu llanto es más que comprensible —le digo—. Además, el hecho de que hayas elegido el baño para llorar es igual de comprensible; la gente suele usar el baño para liberar fluidos.

—Guácala —dice ella.

—Quizá, pero para eso sirve el baño. De hecho, llorar en cualquier otro lugar suena menos lógico, e incluso más incómodo.

Yuri se vuelve hacia mí y me sonríe levemente, pero aquella sonrisa desaparece casi de inmediato, y ella baja la mirada mientras se sume en sus pensamientos.

¿Debería decir algo más?

Aunque al decir algo solo por romper el hielo corro el riesgo de decir algo inapropiado.

Entonces ¿debería quedarme sin decir nada?

Quizá no, pero ¿qué debería decirle?

Bueno, ella dijo varias cosas justo antes de salir corriendo de la cafetería.

Quizá quiera hablar al respecto.

—Oye —le digo—, antes de salir corriendo de la cafetería, les dijiste varias cosas a tus amigas. ¿Quieres hablar al respecto?

—Ellas nunca fueron mis amigas, ellas solo se aprovecharon de mí y me presionaron para que hiciera lo que ellas querían, porque eso es lo que todos siempre han hecho, y todos tienen una imagen diferente de mí, y la bronca es que yo no puedo ser ninguna de esas porque yo solo soy yo, y eso nunca es suficiente, y "¿por qué no puedes ser más como tu hermana?" o "¿por qué no puedes ser como yo a tu edad?" y —ella se me acerca, pone rostro en mi pecho y— ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

Ok. Al parecer dije algo inapropiado.

De ahora en adelante no referirse a las amigas de Yuri Okabe como las amigas de Yuri Okabe. Anotado.

Pero ella acaba de decir que la presionan mucho.

Quizá quiera hablar más al respecto.

—Oye —le digo—, acabas de decir que todos te presionan. ¿Quieres hablar al respecto?

—No —dice aún con el rostro en mi pecho.

Y ¿ahora qué hago?

Quizá debería encontrar otro tema de conversación, aunque, por lo que ella acaba de decir, es obvio que quiere hablar más al respecto.

—¿Estás segura? —le pregunto— Por lo que acabas de decir es obvio que quieres hablar al respecto.

—No, no quiero.

Y ¿ahora qué hago?

Quizá debería encontrar otro tema de conversación, aunque, como dije, es obvio que ella quiera hablar al respecto, y si lo hace, es muy probable que se sienta mejor.

Además, no voy a juzgarla ni nada.

—Es muy probable que te sientas mejor si hablas sobre ello. Además, no voy a juzgarte ni nada.

—¡Ya no me presiones! —ella levanta el rostro y me grita.

—Lo siento —le digo—. Es solo que no sé cómo reconfortar a alguien, y mucho menos a ti porque no comprendo por qué la gente suele presionarte tanto para ser alguien más. Nadie debería forzarte a ser algo que no eres; es absurdo. Si ya el hecho de que la sociedad nos presione a todos para seguir el mismo esquema de vida —nacer, estudiar, tener trabajo, casarse, tener hijos, tener nietos, morir— me parece absurdo porque se ignora completamente al individuo. No todos pueden o quieren vivir de esta manera, y muchos seguramente dicen quererlo solo para encajar y terminan haciéndolo porque eso es lo que se supone que DEBEN hacer. El hecho de que juzguen tu éxito o fracaso en la vida dependiendo de qué tan bien te apegues a un modelo de vida prefabricado es tanto vacío como absurdo. Cada quien es diferente, cada quien debe tener metas diferentes que va a cumplir a su propio ritmo. Tú vive tu propia vida y vívela a tu propio ritmo, Yuri Okabe.

Yuri Okabe me mira anonadada por unos instantes.

Y después llora con todas sus fuerzas y me abraza.

¿Dije algo malo?

Quizá debí pensar lo que debía decir antes de decirlo.

Bueno, lo hecho, hecho está, aunque quizá lo mejor sea que deje de hablar.

Y quizá la única manera viable de consolarla en estos momentos sea correspondiendo su abrazo. Así pues pongo mis brazos alrededor de ella, poso mis manos sobre su espalda y le doy unas ligeras palmaditas.

Ella solloza de cuando en cuando.

Quizá sea la oxitocina o las endorfinas hablando, pero debo decir que esto de los abrazos es bastante reconfortante.

Ella es tan cálida.

Tan suave.

Tan frágil.

Siento que debo confortarla y protegerla y quedarme a su lado.

Con razón Izumi-san abraza constantemente a Hamano-san.

¿Por qué la gente no se abraza más seguido?

Quizá lo hacen, es solo que no me abrazan a mí.

—¿Khanna-san?

Y ¿por qué lo harían? ¿Cuándo le he dado yo motivos a alguien para abrazarme? Aunque ¿cuáles son estos motivos que tengo que darles en primer lugar? Si no me abrazan es simplemente porque no les agrado.

—Khanna-san, ya me puedes soltar.

Y ¿cómo voy a agradarles si ni siquiera sé lo que eso significa? Además, el hecho de liberar endorfinas y oxitocina debería ser suficiente para abrazarme. O quizá solo se liberan dichas endorfinas si las personas que se abrazan comparten un vínculo.

—Khanna-san, ya suéltame.

Pero ¿cómo se supone que cree dichos vínculos si nadie nunca los ha creado conmigo, ni siquiera mis padres? Es decir, ¿qué clase de monstruos no abrazan a su propia hija ni le dicen que la quieren ni nada? Desde que era niña ha sido así. O ¿es que hay algo mal conmigo? Quizá no me abrazan porque hay algo mal conmigo; debe haberlo porque nadie nunca me abraza y mucho menos se me acerca. Y ¿qué hay de malo conmigo? ¿Por qué no puedo sentir emociones como la gente normal? Aunque no es mi culpa ser incapaz de sentirlas.

Sí lo es.

.

.

.

Sí lo es.

—Uhm… ¿qué hacen? —nos pregunta alguien.

Tanto Yuri Okabe como yo nos volvemos inmediatamente hacia esta persona.

Que resulta ser Ino-san.

Yuri Okabe me suelta, da un paso hacia atrás, se limpia las lágrimas de las mejillas rápidamente y le sonríe a Ino-san.

—Hola —le dice—. ¿Qué haces aquí?

—Pues quería 1) ir al baño y 2) no estar en clase, así que… Pero ¿por qué se abrazaban en el baño, solas? ¿Estás sonriendo, Khanna-san? Eso es raro, ya no sonrías. Pero ¿por qué están abrazadas? Hasta parecen novi—oh —Ino-san levanta las cejas y nos mira bastante sorprendida—. Uhm… mejor ya me voy.

Ino-san se da la media vuelta, y se dirige a la salida, pero Yuri Okabe inmediatamente la alcanza y la toma del hombro.

—No es lo que parece —dice ella.

—Sí —yo lo confirmo—. Yuri Okabe solo estaba llorando.

—¡No, no es cierto! —miente Yuri Okabe por alguna razón.

Pero quizá ella tiene una buena razón para mentir, y quizá deba apoyarla.

—No, no estaba llorando. Mentí. Nos estábamos abrazando porque… uhm… porque los abrazos son muy cálidos y suaves y se sienten muy bien porque liberan endorfinas. ¿Quieres que te abrace? —extiendo los brazos y me acerco a Ino-san.

Pero ella me empuja cuando estoy lo suficientemente cerca.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué me quieres abrazar? Me estás asustando, vete.

¿No quiere un abrazo o no quiere que yo la abrace?

Y con un "no" era suficiente.

—Pero los abrazos liberan endorfinas y oxitocina. ¿Acaso no quieres ser feliz? —me acerco a ella de nueva cuenta para abrazarla.

—¡No así! ¡Y me estás asustando! ¡Ya déjame! —pero ella me rechaza de nueva cuenta.

Y de verdad necesito un abrazo.

—Bueno, ya —dice Ino-san—. Entonces ¿por qué están aquí y por qué ella está llorando?

—¡Que no estoy llorando! —exclama Yuri Okabe.

—Entonces ¿quién te puso esas lágrimas en la cara? —Ino-san señala el rostro de Yuri Okabe, donde aún quedan unas cuantas lágrimas recorriéndole las mejillas.

Yuri Okabe inmediatamente se limpia el rostro con el dorso de la mano.

Ella obviamente no quiere que Ino-san descubra que estaba llorando, así que debo hacer algo al respecto.

—Esas no son lágrimas, son… gotas de sudor. Ella estaba sudando porque… llevamos tanto tiempo abrazadas que ella empezó a sud—

—¡Ya cállate, Khanna-san; me vas a hacer llorar de verdad! —exclama Yuri Okabe.

Creo que lo arruiné.

Ah, sí, se suponía que ya iba a dejar de hablar para evitar que esto pasara.

Bueno, aún me queda una opción para consolarla.

—Lo siento —le digo—. ¿Quieres un abrazo?

—¡No! —exclama ella.

Bueno, ahora sí no sé qué hacer para consolarla.

Ojalá Yuri Okabe hubiera aceptado el abrazo.

Nos hubiera hecho mucho bien.

Espera, aún tengo una opción para consolarla.

—¿Quieres un jugo? —le pregunto.

Ella me mira confundida.

—¿Sigues con eso? ¿Después de todo lo que pasó? —me pregunta Yuri Okabe indignada.

—¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Por qué no me cuentan nada? —pregunta Ino-san.

Entoncs le explico toda la historia.

—Esperen, si tanto querían un jugo, ¿por qué no fueron a la máquina expendedora y ya? —pregunta Ino-san.

Yuri Okabe levanta la cabeza y mira sorprendida a Ino-san.

Después ríe.

Y después se cubre el rostro con ambas manos.

—Vale verga la vida —dice con un tono de voz de está en medio de las carcajadas y los sollozos.

¿Qué está pasando con ella?

¿Cómo puede sentir dos emociones tan dispares al mismo tiempo?

Creo que esto de la inteligencia emocional es mucho más complejo de lo que creí.

Bueno, como sea, ahora que lo recuerdo, ella nunca me dijo si quería su jugo o no.

—Entonces, ¿sí quieres tu jugo? —le pregunto.

Ella me mira y asiente con la cabeza.

Bueno, está decidido: salimos del baño.

Y estás esas chicas que me encontré al entrar al baño junto un montón de gente esperándonos afuera.

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