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FINAL. SOLO PARA MÍ

—Tú me dijiste que no te gustaba. ¿Por qué me tocas de esa manera, Fabián? 

—¿Por qué tienes que preguntar eso ahora? 

—Porque no soy un juguete que puedas manosear cuando quieras, luego de haberme menospreciado tanto. 

—Es cierto, lo hice muchas veces, pero ahora es distinto. 

—¿Distinto? 

—Siento que te he ido conociendo un poco más, aunque a ciencia cierta no sé qué ha cambiado. Todas las mujeres que por lo regular se me acercan, me dan asco y no puedo tolerarlo. En cambio contigo, por alguna razón, no me sucede eso. Al contrario, ahora mismo siento la necesidad de tocarte, besarte y hacer otras cosas más — me siento en la cama. 

—¿Hacer qué cosas?

—Abre las piernas y quédate quieta. 

—¿Qué es lo que vas a hacer? 

Abro sus piernas y con la mano se tapa.

—¿Por qué tapas lo que he visto y tocado muchas veces? 

—Vas a lastimarte. 

—¿Lastimarme? Esto no es una fractura, solo una pequeña lesión. 

—¿Pequeña? Tienes un yeso puesto, Fabián. 

—Eso no significa que estoy completamente inútil. La lesión está en mi pierna, no en mis manos o en mi lengua. 

—¿Qué? ¿Por qué estás actuando de esta manera? Me tienes nerviosa.

—¿Podría ser que nunca has hecho esto? Digo, dejándome llevar por lo de los besos de hace un momento, puedo interpretar que nunca has tenido sexo.  

Me mira sorprendida y luego desvía la mirada.

—¿Y si es así qué? Tu mismo dijiste que a nadie podría gustarle este cuerpo. Si lo que quieres es burlarte de mí, mejor me duermo. 

—No iba a burlarme de ti, solo me sorprende que ese realmente sea el caso. Por lo despreocupada que te he visto actuando, pensé que tal vez ya habías llegado más lejos con alguien. ¿O acaso me estabas poniendo a prueba? 

—¿A prueba? ¿Por qué te estaría poniendo a prueba? — desvía la mirada de nuevo y confirma mis sospechas. 

—Entonces ¿hiciste todo esto para ver hasta dónde iba a ser capaz de llegar? Desde el comienzo consideré que era arriesgado que una mujer durmiera con un hombre, aun así, a ti supuestamente no te importó. Para el colmo, te quedas en esa ropa interior tan ajustada y exhibiéndote toda. ¿Quién no podría reaccionar a eso? Si querías ponerme a prueba, creo que ya has visto suficiente para darte cuenta de que si tengo ganas de hacerlo contigo. Todavía estás a tiempo de retractarte, no es como que vaya a obligarte a estar conmigo — se queda en silencio y suspiro —. Buenas noches. 

—¿Así está bien? — se destapa la ropa interior, mientras desvía la mirada. 

Definitivamente no es lo mismo. Ahora que la veo de esta manera, mi pene se ha puesto como volcán a punto de erupcionar. La idea de saber que nadie más ha tocado su cuerpo, me está sacando de control. Estoy consciente de que debo ser cuidadoso y gentil, pero no sé si pueda serlo del todo. No estoy acostumbrado a tratar a una mujer como ella y lastimarla me haría sentir basura. Tal vez no deba ir tan lejos, pero quisiera por lo menos tocarla. 

Recuesto mi cuerpo entre sus piernas, quedando a la altura de su entrepierna y acaricio sus muslos. Su piel es tan suave y blanda. Mis labios los utilizo como si fueran mis manos, acaricio su piel con ellos e intenta cerrar las piernas. 

—Da cosquillas.

—¿Dónde? — paso la yema de mis dedos en sus labios a través de la ropa interior y curva la espalda. 

—Fabián, ¿qué haces?

—Tu voz se escucha bonita diciendo mi nombre — lamo su entrepierna en dirección a sus labios, pero me detengo justo antes de hacerlo. 

Con las ganas de verla, deslizo su ropa interior por ambos lados hasta quitársela por completo y, aunque intenta cerrar las piernas con el propósito de que no la vea, las presiono contra la cama. 

—Tranquila. Ya te he visto desnuda y me gusta hacerlo. Te prometo que no voy a lastimarte con lo que haré, solo trata de mantenerte relajada y déjame lo demás a mí. 

Notando que no intenta cerrarlas, continúo mi recorrido con la lengua. En el momento que siente mi lengua entrar en contacto con sus labios, vuelve a tensarse. Está demasiado nerviosa y no encuentro cómo calmarla. Tal vez debo ir más despacio. 

Regreso a su entrepierna y beso pausadamente sus muslos, alternando entre ambos, procurando que se vaya acostumbrando a mis labios y le ayude a relajarse. Luego de un tiempo en que noto su cuerpo un poco más calmado, asciendo hacia sus labios de vuelta, sin perder de vista sus expresiones. Sus ojos cerrados le dan un toque bastante estimulante a la situación.

Chupo sus labios, mientras con mi otra mano los mantengo abiertos. Todo se siente tan distinto. Muchas veces toqué esta parte cuando estuve en ella, pude verla en varias ocasiones, pero no tan de cerca. No puedo sentirme asqueado en lo absoluto. Todo lo contrario, viendo cómo se humedece por mí, me pone caliente.

Saboreo abiertamente sus fluidos, lamiendo intermitentemente su clítoris y desciendo a la apertura de su vagina. Jamás imaginé que oír sus constantes gemidos y sentir su cuerpo temblando debajo de mí, podría ocasionar espasmos en el mío. Siento mi lengua caliente y toda mi barbilla húmeda. 

Me detengo, bajando parte del pantalón y dejando expuesta mi erección. Acomodo mi cuerpo como puedo entre sus piernas, quedando a la altura de su rostro. 

—Detente, vas a lastimarte la pierna. 

—La pierna me importa poco ahora, solo quiero tenerte, oírte más y sentirte — acomodo mi pene en la entrada de su vagina, pero su cuerpo se ha tensado más que antes—. Todo va a estar bien, solo concéntrate en mí — robo sus labios en un ardiente beso, adueñándome a su vez del fuerte gemido que deja escapar al sentir como mi pene abre paso despacio a su interior. 

Su cuerpo no deja de temblar, mientras intento mantenerme quieto. Puedo sentir perfectamente la manera en que se contrae su interior alrededor de mi pene. Un profundo calor, capaz de calentar cada parte de mí y concentrarse en esa zona se hace presente. Mi piel está ardiendo hasta más no poder. 

—¿Cómo te sientes? 

—Duele mucho — sus ojos se ven llorosos. 

—¿Quieres que me detenga?

—No. 

—¿Estás segura?

—Ya se me pasará, ¿no? Solo sigue. 

—No quiero lastimarte. 

—Espero te responsabilices por esto, Fabián — sus uñas se entierran en mi espalda y puedo sentirlas claramente a través de la camisa. 

Viendo esa expresión tan linda en su rostro, más notando su aprobación, no puedo controlarme un segundo más. Me muevo despacio, a la misma velocidad de nuestros gemidos y fatiga. Su interior se iba acostumbrando lentamente a mi tamaño y a la precisión  de mis embestidas. 

Aunque le tomó algo de tiempo relajarse, fue soltándose y dejándose llevar por el momento, tanto como yo. Es por eso que entregados, nos detuvimos solo un momento para continuar, pero esta vez sentado con mi espalda contra el respaldo de la cama y ella sobre mí. Encajo una mano en su cintura y la otra en su gran trasero para controlar también sus movimientos que, pese a que no son bruscos, ella misma estaba tomando la iniciativa.

Levanto su blusa, viendo cómo se mueven sus senos a la par de sus movimientos. Los agarro entre mis manos, sintiendo lo blandos y suaves que son, mientras me adueño de sus pezones, los cuales se han endurecido al sentir mi lengua jugar alrededor de ellos y mi boca succionarlos. Miro sus expresiones mientras lo hago y verdaderamente es fascinante la forma en que ha cambiado. Mi entrepierna está llena de sus fluidos, no es difícil notar que está sintiéndose mejor, si incluso el sonido del choque de nuestros cuerpos se ha intensificado. 

Proporciono besos de lengua en su pecho, ascendiendo ligeramente a su cuello y marcando su piel. Todos deben saberlo, ella solamente puede ser mía. Su cuerpo tiembla al momento de sentir mis suaves mordidas. Es exquisito el sabor de su piel mezclado con el sudor. No puedo cansarme de esto. 

Estamos conectados por nuestras partes, sincronizados y excitados a tope. 

Alimentando por fin esta necesidad que carcome por completo nuestro ser. 

No quiero que esto termine, solo quiero que su cuerpo grabe el mío y no pueda estar sin esto, al igual que yo. Ella solo debe tener espacio para mí. 

Despierto por la misma comodidad de la almohada. Jamás se había sentido tan cómoda y blanda, es por eso que restriego mi rostro en ella, pero la voz de Araceli me obliga a abrir los ojos. Viendo que me encuentro con mi cabeza entre sus senos, me acomodo inmediatamente en la cama. Ahora entiendo el porqué se sentía tan bien estar ahí.

—Lo siento, no sabía. 

—No importa, no es como que no hayas estado ahí antes — sonríe ladeado, desviando la mirada. 

Observo su cuello y parte de su cuerpo, debido a las marcas que he dejado en su piel. No pensé que se iban a marcar tanto.

—¿Te sientes bien? 

—Un poco adolorida, pero bien. 

—Perdón por haberte hecho eso. 

—¿Haber hecho qué? — claro, probablemente aún no se ha visto. 

—¿Descansaste?

—Sí, me siento bien. 

Por alguna razón me siento incómodo ahora. 

—Voy a bañarme. Tengo que ir a la universidad — se levanta de la cama, llevándose la sábana con ella. 

Al cabo de un rato, ella sale y aprovecho a entrar a bañarme también. Quisiera quitarme esta mierda de la pierna para sentirme libre. Ya no me duele tanto y estoy seguro que sin eso podré recuperarme más rápido.

Regreso a la habitación, me visto y me encuentro con Araceli en la cocina. Para ocultar las marcas, se ha puesto una camisa que le cubre el cuello, aunque tiene un escote circular en el centro del pecho. 

—En unos días se supone que desaparezcan. 

—Lo sé— hace un corto silencio y sonríe—. ¿Puedo hacerte una pregunta? 

—Sí, dime. 

—¿Esto lo hiciste con algún motivo oculto? 

—No — rio nervioso—, claro que no. ¿Por qué la pregunta? 

—Dijiste muchas cosas mientras dormías y entre ellas que yo era tuya. Sin contar que te dormiste en mi pecho, apretándome tan fuerte que no pude salir de la cama hasta esta mañana que despertaste. 

—¿Yo hice eso?

—Sí, como también dijiste que no te dejara solo. ¿Tuviste una pesadilla? 

—Iré a la nevera, tengo mucha sed. 

—Yo te la sirvo. Si quieres, puedes esperarme en la mesa. 

—Gracias — corto con esa incómoda y vergonzosa conversación, luego me siento en la silla con sumo cuidado. 

Ella me trae el vaso de agua y lo pone encima de la mesa, cuando tocan la puerta y decide ir a abrir. Todo pasó muy rápido, cuando escucho la voz de César. Me levanto de la silla, dejándola caer al suelo del susto. 

—Hasta que por fin apareces — el grupo entra a la casa y él se queda frente a Araceli —. Rebusquen bien el apartamento. 

—¿Con qué permiso? — pregunta Araceli.

—¿Y tú quién eres, guapa? ¿No me digas que novia de este imbécil? 

La situación y las preguntas fueron como una especie de Déjà vu. Araceli me miró como si por su mente se hubiera cruzado lo mismo. 

—Escucha, César. Sé que tienes problemas con Fabián, pero hay formas de arreglar esta situación sin falta de llegar al extremo. Como ves, Fabián está herido y está en la mejor disposición de arreglar este malentendido contigo y llevar la fiesta en paz.

En la forma que la miró no me agradó del todo, es por eso que quise seguirle la corriente a ella. 

—Mi novia tiene razón, César. Sé que hemos tenido nuestras diferencias, pero ahora las cosas son diferentes. 

—¿Diferentes? — se acerca y asiento con la cabeza —. ¿Me ves cara de idiota? — me agarra por el cuello de la camisa. 

—Puedes seguir en lo tuyo, yo no voy a volver a cruzarme en tu camino. Con la estadía que estuve en el hospital, he decidido recogerme y no volver a lo mismo. Y para que te quede claro, ese día que desaparecí, no me estaba sintiendo bien y quise irme. No estaba haciendo nada a tu espaldas, como seguramente estás creyendo. De camino tuve un accidente y tan reciente como ayer me dieron de alta. Mira lo jodido que estoy. No quiero seguir en esos pasos más, solo quiero vivir una vida tranquila. 

—¿Una vida tranquila en esta pocilga? 

—Esta pocilga es mi hogar. Ya he saldado mis deudas contigo, por lo tanto, no te debo nada. 

—Qué conmovedor. ¿Oyeron eso, muchachos? El leoncito quiere vivir una vida tranquila, luego de todo lo que ha hecho — los demás se ríen con él—. Aunque el mono se vista con seda, mono se queda — me suelta y sonríe—. Suerte, veamos cuánto te dura esas ganas de "cambiar" y si no vienes luego a pedirme trabajo — se da la espalda, para caminar hacia la puerta—. Vámonos — sale con los demás y Araceli cierra la puerta detrás de ellos.

Aunque no quiera darle la razón, ese idiota la tiene. El tratar de cambiar no va a borrar todo lo malo que he hecho.

—Hiciste bien, Fabián. 

—¿Eso crees? 

—Has dado un gran paso y fue tomar la decisión de querer un cambio. Incluso si no podemos cambiar el pasado, tenemos la oportunidad de cambiar el rumbo, el presente y el futuro a base de nuestras propias decisiones. Solo debes desearlo y quererlo con el corazón; hacer las cosas bien, darte una oportunidad y sobre todo, creer en ti. Como ya te lo he dicho en varias ocasiones, no estás solo, me tienes a mí aquí — su cálido abrazo me brinda tranquilidad—. Estoy muy orgullosa de ti. 

Siempre tiene las palabras exactas para calmar mis preocupaciones y temores. 

—Oye, ¿puedes decirme el por qué te referiste a mí como tu novia?  — mi cuerpo se paraliza y abro los ojos de la sorpresa.

—Bueno… — las palabras se quedan atoradas en mi garganta. 

—Deja que se te baje lo que se te ha subido a la garganta — ríe. 

—Bueno, pensé que luego de lo que ocurrió anoche, pues las cosas se han formalizado entre los dos — carraspeo. 

—¿Formalizado? ¿Estás queriendo decir que me ves como tu novia?

—Si no quieres serlo, puedes decirme. 

—¿Y si quiero?

—No hay problema. Espera, ¿qué?

—Y si quiero ser tu novia, ¿qué procede? — la miro sorprendido y sonríe—. ¿Por qué me miras así? ¿Te has arrepentido? 

—Por supuesto que no. Es solo que no esperaba que tú quisieras serlo. 

—¿Lo de anoche no fue prueba suficiente de que si quiero algo más contigo? Te dije que debías hacerte cargo de mí ahora. Hablaba en serio. 

—Yo lo haré. 

—Demuéstralo entonces— humedece sus labios y cierra los ojos, en espera de mi pronta respuesta. 

Para mí estaba suficientemente claro sobre lo que quería, es por eso que como muestra de mi sinceridad y seriedad, robo sus labios en un suave, delicado e intenso beso, capaz de dejarme con ansias de más. Ella es esa pieza que me completa y que me llena de emoción el hecho de haber encontrado. 

FIN DE LA PRIMERA PARTE.