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24 Excusas frecuentes para no emprender

La nueva economía no es de las grandes corporaciones, sino de los emprendedores. En 1900 habían 485 fabricantes de automóviles en EE. UU., ¿Cuántos quedan hoy? Tres, y con problemas. Chrysler ha sido absorbida. Dos. El más grande, GM, ya ha pasado a manos del Gobierno. Uno y medio. En los años ochenta del siglo pasado había

40 fabricantes de ordenadores en EE. UU. ¿Cuántos quedan hoy? Cuatro. Los dinosaurios también habitaron el planeta hace millones de años, eran muy grandes, parecían muy fuertes y desaparecieron todos. Las corporaciones también cederán su hegemonía en el planeta al emprendedor, al agente libre freelance. En EE. UU., los emprendedores son menos del 20%, todavía, pero dos tercios de los millonarios. La grandeza no es cuestión de tamaño.

Definición de agente libre: personas que trabajan para sí mismas en micronegocios, en ocupaciones con significado, liderando su carrera profesional (Directores Generales de su vida, Consejeros Delegados de su libertad). Desarrollando una ocupación con un gran sentido: una misión o propósito vital, algo que vale la pena, no es sólo por dinero. Si tiene significado, el dinero llegará.

Asistimos a la revolución del emprendedor, ámbito en el que reinará la mujer por derecho propio. ¿Por qué ellas? Porque son rematadamente buenas en el trabajo y porque reúnen la habilidad número uno para sobrevivir en la globalidad: cerebro derecho. Arrasarán. Hombres, os hago un llamamiento, el cerebro izquierdo que tan buenos resultados dio hasta la fecha ya no es prioritario en el nuevo mundo. Toca reciclarse. Rápido.

Sí, ellas, las mujeres, saben improvisar, emprenden más, saben relacionarse mejor, integran las emociones y la intuición en su vida… el futuro es suyo (de ellas), que nadie lo dude. Muchachos, aprended de vuestra mujer, de vuestra hermana, de vuestra compañera de trabajo...

Repasemos la historia. El rol de emprendedor es una figura antigua que proviene de la era agraria (en la que predominaban los granjeros, comerciantes, artesanos... personas que poseían su propio medio de vida. La figura del empleado, no obstante, es muy reciente, pertenece a la era industrial. Y se basa en el modelo de contratación masiva de mano de obra para los procesos productivos. Pero el modelo de economía occidental ha cambiado, y la era económica en la que vivimos también. Eso ya se ha ido (y no creo que vuelva) al baúl de los recuerdos.

La cruda verdad es que el rol de emprendedor en España no tiene muchos fans. El informe de Global Entrepreneurship Monitor España 2008 ofrece datos desalentadores: cada vez son menos los jóvenes que se plantean crear un negocio (sólo un 7% de la población activa emprende), y la edad del emprendedor español es tardía (supera los 40 años). Muchos emprendedores lo son por necesidad pero no por voluntad. España es el tercer país de Europa, por la cola, a la hora de crear negocios. Una economía donde las máximas aspiraciones son ingresar en una multinacional y convertirse en fijos o sacarse un funcionariado, acumular trienios, ascensos, y una pronta jubilación, es un desastre de economía.

La pregunta que me formulo una y otra vez: ¿por qué hay más empleados que emprendedores?, tiene una respuesta: porque el sistema educativo forma a los estudiantes para que se empleen. Las universidades son desiertos de emprendedores. No promueven el emprendimiento y ese desinterés se instala en el inconsciente de generaciones y generaciones. Al final, es un hecho cultural. Recibimos el consejo:

«Buscad un buen trabajo» pero no «cread un buen negocio» (yo al menos no oí esto último o quizá falté a clase el día en que se dijo). Muchos de los problemas financieros de las personas provienen de viejas recetas que han dejado de ser válidas.

Pasar de empleado a emprendedor es un gran reto y suscita no pocas resistencias internas. Pero el éxito económico no es negociable, por eso no valen las excusas sino los esfuerzos. Convertirse en emprendedor y disponer de varias fuentes de ingresos variables no es gratuito, pide pagar un precio.

La que sigue es mi historia favorita entre todas las historias de los «Tíos Gilitos» recogidas en este libro. No importa las veces que la haya contado porque cada vez que la recuerdo me emociono. Ahí va:

Steve Job, Mister Apple, un año después de crear el exitoso ordenador Mac tuvo que abandonar la empresa que ¡había creado él mismo! Resultó que mientras Apple crecía, contrato a alguien muy capacitado pero con quien se creó una brecha, y el Consejo de Administración apartó a Steve del negocio. A los 30 años estaba fuera de su propia compañía. Y lo que había sido el centro de su vida, terminó de pronto. Pensó incluso en abandonar el Silicon Valley pero su corazón aún amaba lo que hacía; su gestión había sido rechazada, si, pero aún se sentía apasionado por su trabajo. Decidió empezar de nuevo; se convirtió en un principiante. En cinco años creó Next y después compró Pixar con ésta última produjo el primer largometraje de la historia por ordenador (Toy Story). Un taquillazo. Y un buen día, vueltas que da la vida, Apple —estancada y con problemas— compró Next; así Steve regresó a dirigir Apple, a la cima de la empresa que él había creado años atrás. Todo lo pasado, de pronto, había valido la pena, estaba de nuevo en casa. Hoy su empresa, y el se han convertido en un mito. Su secreto: el amor por lo que hace, no abandonar nunca, mantenerse «hambriento» de pasión...

Me dirijo a ti, lector: seas joven, adulto, o mayor… si no sientes pasión, si tu corazón no está hambriento de amor por lo que haces, entonces plantéatelo.

Puedes buscar excusas y puedes hacer dinero, pero no puedes hacer ambas cosas. Tendrás que elegir.

Las excusas, con sinceridad, son una expresión de miedo, y el miedo no tiene ninguna ventaja. ¿Miedo? Sí, miedo a: ponerte a prueba, fallar, la opinión de los demás, a no conseguirlo y también a conseguirlo... El miedo tiene muchos disfraces pero siempre tiene el mismo efecto: bloqueo. Crea un efecto dominó muy negativo en todas las áreas de la vida. Detén por un instante la lectura e imagínate viviendo sin excusas de ningún tipo, ¿qué aspecto tendría entonces tu vida?

Axioma probado: menos miedo es más felicidad.

Y si alguna vez te has contado a ti mismo alguna de las excusas que siguen, espero que la lectura de este libro te conduzca a desactivarlas.

Veamos la siguiente lista (inacabada, pues cada día surge una nueva) de excusas para no emprender:

1. A mi edad, ya es tarde para tener un negocio. Es una buena excusa pero me temo que no servirá. Hoy tener 60 años es como tener 40 hace medio siglo. Pero es que además en el asunto del dinero hay un factor determinante: si sigues necesitando dinero es que sigues necesitando una fuente de ingresos. No importa la edad, de verdad, lo que importa es si necesitas dinero o no para vivir.

2. Aún soy demasiado joven para tener un negocio. Hoy tenemos infinidad de ejemplos de jóvenes multimillonarios que con sus ideas creativas y geniales han creado empresas valiosas. Por ejemplo, Míster IKEA, el sueco Ingvar Kamprad y quinto hombre más rico del mundo, empezó su negocio IKEA con 17 años; Carlos Slim, de México y tercer hombre más rico del mundo, empezó a los 10 años vendiendo golosinas. La lista de ejemplos es larga. Lo asombroso de esta era de la información es que nunca como en la actualidad la riqueza ha estado tan al alcance de los jóvenes. Si no me crees echa un vistazo a las estadística de jóvenes millonarios. Tienen menos de 30 años; y sus negocios ganan millones... No los envidies, mejor, ¡conviértete en uno de ellos! Cuando envidias algo en otra persona, te lo estás negando a ti. Cuanto más feliz te sientes porque otro lo tenga, más te lo concedes.

3. No tengo experiencia ni conocimientos. Por supuesto que no tienes todo eso, nadie lo espera. Además, ¿para qué sirve la experiencia en un mundo que cambia tan rápidamente? Prueba mejor con la imaginación. En lo nuevo siempre serás nuevo. Es tan obvio que no vale la pena extenderse en este punto. Le ocurre a todo el mundo: cuando empiezas en algo eres un novato.

4. Se necesita mucho dinero para empezar. Ésta es la excusa más popular pero también la más floja. Quienes afirman semejante idea son quienes no han creado nunca un negocio, piensan con una mentalidad obsoleta. En este momento, en Occidente al menos, la riqueza está correlacionada con la creatividad y el talento. La mente rica es imaginativa, usa el cerebro derecho y desarrolla su coeficiente de inteligencia emocional. Warren Buffet dijo que para ser un buen inversor es preciso dominar las emociones. Es cierto, si las emociones te arrastran, se llevan también tu dinero.

5. Primero me formaré. Soy de la opinión que la mejor formación es practicar. No es lo que aprendes sino lo que haces con lo aprendido lo

que marca la diferencia. Como sabes, hoy tenemos tanta información, y formación, disponible que es imposible saberlo todo. Lo mejor es empezar y formarse a medida que se avanza. Si esperas a completar toda la formación disponible se te puede pasar el arroz. Creer que las cosas serán diferentes cuando tengas un titulo o un diploma es un autoengaño. Que alguien toque el silbato para sacarte de ese trance hipnótico. Las cosas serán igual, sólo que habrá pasado más tiempo. No digo que no partas de un mínimo de conocimiento imprescindible, pero nunca te excuses en la formación para justificar el retraso en la acción.

6. Esperaré a que llegue la oportunidad. La cuestión de esperar es ¿cuánto?

Mira, si no llega la oportunidad puedes crearla, inventarla. ¿Si creas tu gran oportunidad, cómo podría escapar si serás el primero en verla? También es cierto que muchas oportunidades no llegan servidas en una bandeja de plata sino que llegan vestidas con el mono de trabajo, y no se parecen a una oportunidad sino a un problema; pero serán oportunidades si las pules, las refinas y las destilas.

7. No tengo tiempo. Esta excusa es de verdad increíble. ¡Todos tenemos las mismas horas cada día! En esto la vida es muy equitativa, todos disponemos de 24 horas al día, la diferencia está en lo que hacemos con el tiempo. Si «buscas» tu tiempo para desarrollar tu proyecto, lo encontrarás. Tal vez deberás dejar de lado actividades que no te conducen a ninguna parte. Tal vez tendrás que aprovechar mejor tu tiempo. Tal vez tendrás que hacer equilibrios de funambulista. Pero te aseguro que un poco hoy, otro mañana, con los años hace una enorme diferencia. La disciplina es la virtud número uno. ¡D-i-s-c-i-p-l-i-n-a!

8. Es muy arriesgado. Sí, claro que lo es, como todo en la vida (también es arriesgado tener un empleo). Un negocio es tan arriesgado como un empleo porque la seguridad no existe para nadie. En mi opinión, no son los negocios lo arriesgado sino algunas mentalidades. Aun así los riesgos del emprendedor se pueden ceñir a lo prudente. Te aseguro que cuando sabes qué llevas entre manos, el riesgo es despreciable.

9. Necesitaría mucha suerte. Si vas a empezar un negocio contando con la suerte como tu mayor baza es mejor que ni lo intentes. ¿El comandante de un Boeing 747 aterrizaría confiando en tener suerte? No lo creo, ni me parece que semejante idea le gustara al pasaje. La necesidad de suerte es una superstición tribal, una fantasía irreal. ¿O crees que en las cabinas de los jets hay colgadas patas de conejo?

10. Ahora no es un buen momento. El único momento bueno que conozco es este momento presente, por la razón de que no hay otro. Calificar este momento con un adjetivo (bueno, malo) es superfluo; el momento presente es absoluto, no es relativo, y por tanto no puede compararse con nada más porque no existe nada más.

11. Tengo una hipoteca que pagar. Esta la he oído infinidad de veces, es la peor. Hay una alternativa, aunque sé que no es muy popular, y es librarse de la hipoteca (y de la finca), si realmente es un obstáculo para acceder a la vida que deseas. Ningún bien material debería separarte de la vida que anhelas. Recuerda que siempre estarás a tiempo de hipotecarte de nuevo si echas de menos pagar una hipoteca. De todos modos, espero que tu

proyecto te alcance para pagar tus gastos (incluido el pago de tu hipoteca o alquiler); si no fuera así deberías revisarlo a fondo.

12. Tengo una familia que mantener. Felicidades. Aquí no te diré que te deshagas de ella, sino todo lo contrario. Precisamente ellos merecen una mejor situación económica y tu responsabilidad es proporcionársela. Yo creo que tener una familia es la mejor situación para emprender porque le confiere significado a tu proyecto y lo integra en un contexto más amplio. Cuando aquello que haces supera tu tamaño, te insufla el poder de lo extraordinario. La familia es el contexto ideal para emprender.

13. Necesito tener un sueldo estable. ¡Consérvalo mientras lo necesites!

Puedes mantenerlo mientras tus nuevas fuentes de ingresos crecen y se consolidan. Te exigirá un esfuerzo, de acuerdo, pero es el precio del boleto hacia tu libertad financiera. Albert Einstein tenía un empleo de media jornada en la oficina de patentes —cuyo sueldo necesitaba—, tenia una familia; y no sé si tenía una hipoteca o no, pero por las tardes, a ratos, se ganó a pulso el premio Nobel. Este libro no pretende que sus lectores consigan el premio del «emprendedor del año», sólo quiere animarles a crear una fuente de ingresos adicional complementaría. Caramba, tampoco se trata de enviar al hombre a Júpiter.

Etcétera.

En la anterior lista, todos los obstáculos que he mencionado existen en la mente pero no en la realidad. Ahí fuera no hay obstáculos, sólo encontraremos el reflejo de las barreras mentales. En pocas palabras: «No vemos las cosas como son. Las vemos como somos nosotros» (Anas Nin).

¿Dónde se aprende a ser emprendedor? Hmmm..., déjame pensar. En las escuelas y universidades de este país desde luego que no. Creo que deberás «crear» tu propia

«escuela de negocios»: tu propio negocio para practicar. Trato de decirte que necesitas un negocio de verdad para aprender. Un negocio real; vamos, un caso práctico. Real. También puedes pasar por las experiencias de la franquicia y el marketing multinivel que no dejan de ser «negocios de otros» pero que resultan muy didácticos como escuela de negocios.

Para concluir con el tema de las excusas, una cita de Albert Camus, que escribió:

«Quien carece de valentía encuentra siempre una filosofía que lo justifica». Totalmente de acuerdo, si quieres justificar cualquier teoría descabellada, haz una estadística, y refuérzala con una opinión, después ponle delante la palabra «principio» o «ley» y parecerá una verdad indiscutible. Creo que la humanidad ya ha demostrado sobradamente que es posible justificar cualquier locura si se pone suficiente empeño en ello. Y las excusas no son diferentes.

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