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—Son hermoso los dibujos, Kaori, vas a ser una excelente dibujante.

—No quiero ser dibujante, mamá.

—¿Y qué quieres ser, querida?

—Alguien como tú— eso no sería para nada bueno.

—Lo serás, mi amor —¿Qué se supone que deba decir en un momento como este?

—Yo tengo decidido lo que quiero ser, mamá— dijo Lin.

—¿Qué sería, Lin?

—Doctor.

—Esa es una buena profesión. Sé que te gusta ayudar a los demás, serías un excelente doctor.

—No dije que sería para ayudar a los demás.

—Entonces, ¿Para qué quieres serlo?

—Serviría de mucho para papá y nuestra familia.

—¿Qué quieres decir, Lin? ¿Tu padre fue quien te dijo eso?

—No, pero podría ayudarlos como quiero — sonrió inocentemente.

Quería entender el porqué piensa eso, pero no quise preguntar más. Se veía muy decidido en eso. Es un niño muy inteligente, tanto como Akira.  Eso es lo que en muchas ocasiones me preocupa.

—¿Qué se siente casarse, mamá? — la pregunta inesperada de Kaori, me hizo sentir algo incómoda.

—¿Por qué estás pensando en esas cosas, Kaori? Aún eres una niña.

—No, no soy una niña, mamá— sabía que esto llegaría en algún momento, pero no esperaba que fuera ahora.

—Fue mi culpa, fui yo quien provocó su curiosidad.

—¿De qué hablas, Lin?

—Nos casamos en el jardín.

—¿De qué estás hablando, Lin?

—¿Qué pasa por tu mente, niño precoz?— escuché la voz de Akira a mi espalda, y se me erizó la piel.

—¿Qué pasa, papá? — Lin lo miró fijamente con una sonrisa en su rostro.

—No comiencen a pelear ustedes dos, por favor. Solo son niños, no tomes en serio lo que dicen— le dije a Akira.

—No veo nada de gracioso en esto— se veía realmente molesto.

Ahí vienen los celos de padre; incluso de su propio hijo la protege.

—Tampoco es que este bromeando, mamá. Dijiste que la protegiera, padre. Eso le prometí en el jardín—Lin se levantó de la cama a encarar a Akira.

—¿Eres imbécil, o es que te haces? Quita tus asquerosos pensamientos hacia Kaori. No creas que dejaría a mi hija en las manos de un mocoso precoz como tú.

—Aprendan a comportarse ustedes dos.

Lin perdió el respeto a Akira hace mucho, y Akira muestra cada vez lo ardido que se siente al ver que Kaori prefiere a Lin, antes que a él mismo.

—Solo fue una broma, no es para que se alteren así— añadí, tratando de calmarlos.

—Lin dice la verdad— dijo Kaori.

—¿Ya no quieres a papá,  Kaori?— preguntó Akira.

—Sí, pero ¿por qué tienes que ser tan duro con mi hermano?

—¿Lo estás defendiendo?— respondió Akira.

—¡Ya basta! Dejemos este tema a un lado. Quédense aquí, mis amores. Iré al hospital a ver a su abuela. Los amo mucho — les di un beso y sujeté la mano de Akira, para así, sacarlo de la habitación—. ¿Cómo es que estamos discutiendo con nuestros propios hijos, Akira? Esto es algo absurdo, solo son dos niños inocentes.

—Lin no es un maldito niño inocente. ¡Tiene 16 años, lisa! Cómo se acerque con esas intenciones a Kaori, olvidaré que tiene mi sangre.

—Bájale a tu maldita actitud, Akira. Estás siendo demasiado ignorante. ¿Cómo se te puede pasar por la cabeza algo así?

—Eres demasiado confiada. Ahora lo ves como un juego, pero yo no. Él está bastante grande como para ver a Kaori de otra manera; además no son hermanos, él es su tío, y ella su sobrina.

—Se han criado juntos, y es totalmente normal que se traten así.

—No lo es, lisa. No voy a patrocinar esto solo porque te de la maldita gana de ser tan estúpida— lo agarré de la corbata molesta.

—Escúchame bien, idiota. Me tienes cansada de tu necedad, el único estúpido aquí eres tú. Si aceptaste criar y adoptar a Lin, es tiempo de que vayas tomando tu papel de padre, y dejes de comportarte como un maldito idiota con tu propio hijo.

—¡Él no es mi hijo!

—Lo es, desde el maldito momento que se te ocurrió la idea de adoptarlo. Te comportas, o seré yo quien no responda sobre mí. Serás mi esposo, pero tu ignorancia me tiene hasta el techo. Debes tratarlos a los dos por igual.

—A mi no se me dé la gana, ¿Qué hay con eso?— me acorraló a la pared.

—Si no puedes ser un buen padre con Lin, será mejor que no tengamos más hijos. No traeré más niños al mundo a sufrir por alguien tan maldito como tú.

—Pues este ser maldito es tu esposo, tendrás que acostumbrarte, corderito.

—Creo que a alguien se le olvida una cosa, y es que un hijo es una decisión de ambos. ¿Cómo harás un hijo si no te abro las piernas? No te olvides de ese dato, hombre necio — acaricié sus labios con mi pulgar, y lo empujé—. Cuando aprendas a comportarte, hablamos sobre el tema; ahora me vas acompañar al hospital, querido— caminé dejándolo atrás.

No puedo creer que por algo como esto, él esté haciendo tanto drama.

Nos fuimos los dos al hospital y pude ver a mi madre acostada en la camilla durmiendo. Todos los problemas vienen juntos. ¿Cuándo será que en esta familia haya algo de paz? Se veía mucho más delgada que como la deje. Ya imagino lo difícil que tiene que ser estar de médico en médico. Nuestra segunda casa es el hospital. Ya quiero que esta guerra acabe.

—Voy a encargarme de buscarte el mejor cirujano para que puedas salir de esta, también me encargaré de ayudar a Akira a terminar con esta guerra. Quiero que podamos estar en paz, así como antes, donde no tengamos que estar huyendo a cada rato, o pasando más desgracias de las que ya han ocurrido. Te sacaré de aquí, te lo prometo, mamá.

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