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-¡Suéltame, Kanji! - forcejeaba con Kanji para que me soltara, y me arrebató el arma de las manos, antes de hacerlo.

Según lo hizo, caminé hacia Akira; sentía frustración y rabia dentro de mi, golpeaba su pecho con las pocas fuerzas que me quedaban. Mi rostro en poco tiempo se había vuelto un mar de lágrimas. En cada golpe que le daba, más dolía mi pecho. El nudo en mi garganta era cada vez más fuerte.

-Te odio, ¿Por qué tuviste que hacer esto así? Yo no quería que sufriera.

-Prefiero que me odies, a seguir permitiendo que te sigan lastimando.

-Te pedí que no le hicieras nada cruel, y eso es lo que haces.

-Merecía probar de su propia medicina, lisa.

-Esto no te lo voy a perdonar nunca- lo empujé, y caminé al cuerpo de mi hermana.

Parece como si estuviera durmiendo profundamente. Ver sus labios pálidos, su piel blanca, sentir su cuerpo frío y ver la sangre alrededor de su cuerpo, me hacía sentir una profunda tristeza.

-¿Esta era la única forma de tenerte cerca, Inka?- acaricié sus mejillas y toqué su pelo castaño por última vez, tan suave como siempre. Agarré su frágil cuello para acercarla a mi y abrazarla por última vez-. Moría por poder abrazarte, ¿y así es como único puedo hacerlo sin que me rechaces? Hubiera querido dártelo en vida. Perdóname por mis deseos egoístas, sé que no estarías feliz de saber que te abracé sin tu consentimiento. No sé porque hablo como si pudieras oírme, tal parece que aún guardo las esperanzas de que despiertes o de que todo esto sea una pesadilla. Otra vez tengo que aprender a vivir sin ti, tengo que dejarte ir para que puedas descansar en paz. Espero algún día puedas perdonarme por todo lo malo que te he hecho. Mamá hubiera dado lo que fuera por verte de nuevo, es una lastima que no lo permitiste. Espero encuentres la verdadera felicidad, y que tú corazón desista de ese odio hacia nosotras. Teníamos que liberarte de todo ese sufrimiento, odio y tristeza que cargabas. Descansa en paz, Inka- besé su frente y la abracé otra vez. Mis lágrimas no se detenían. Ver a la única hermana que tenía, y que por tantos años creí muerta, duele, pero más duele saber que se fue odiándome-. Te amo, Inka- recosté su cabeza en el suelo y me levanté.

La vida se empeña en quitarme todo lo que amo. Akira trató de acercarse, pero no quería que me tocara ahora. Evadí su acercamiento y caminé fuera del lugar. Necesitaba aire fresco, no quería estar más allá dentro.

Akira

-Ya sabes que hacer con ese hombre. A su hermana quiero hacerle un funeral, ya sabes que hacer para eso, Kanji.

-Estás temblando, no deberías demostrar tus debilidades de esa forma.

-Cállate, Kanji. Haz lo que te digo; aunque no lo merezca, lisa podrá estar más tranquila, y eso es más que suficiente para mí.

-Fuiste demasiado impulsivo y cruel, Akira. Matar a su hermana frente a sus ojos, no fue una buena decisión.

-No podía permitir que se ensuciara las manos con la hermana; eso hubiera sido mucho peor, le daría cargo de conciencia, así que prefiero ser el malo y cruel ante sus ojos como siempre.

-Quien te viera. Antes no hubieras sentido nada al añadir otro muerto en tu lista, y mírate.

-Supongo que las cosas cambian, algún día te pasará.

-Ya me pasó, es por eso que te lo digo.

-Voy acompañarla, no quiero que siga con este sufrimiento, aún después de esa perra estar muerta.

-Ve, yo me encargo del resto.

Lisa

Akira vino conmigo y trató de ayudarme a subir al auto, pero no quería estar cerca de él ahora. Estaba intentando no herirlo, porque sé que no tiene la culpa, pero me duele. Siempre tiene que ser tan cruel con todo lo que hace.

-No podemos ir hoy a la casa de Jefferson, tenemos que prepararlos mentalmente antes de aparecer; será mejor quedarnos en otro lugar, mientras se calman las cosas.

-Lo que digas- miré por la ventana por todo el camino, tratando de pensar en otra cosa.

Llegamos a la casa donde vivíamos antes. Según me bajé me fui al baño, necesitaba relajarme, me sentía destruida; era como si estuviera muerta en vida, solo venían los recuerdos de mi hermana a mi mente. Salí del baño luego de estar largo rato bajo el agua, y Akira estaba en la puerta de la habitación esperando por mi.

-Déjame sola, por favor- caminé al armario para sacar ropa, y Akira se acercó -. No te acerques - besó mi hombro, y puso sus manos en mi cintura-. ¿No puedes respetar mi dolor?- reproché molesta.

-No desperdicies tu vida con sentimientos o recuerdos hacia alguien, que no te apreció, y que sólo quería el mal para ti, lisa.

-¡Cállate!- grité.

-Tu misma la escuchaste, todos la escucharon. Nunca le importaste, ni tampoco se arrepintió, aún sabiendo que iba a morir. Si esas palabras me dolieron a mi escucharlas, sé lo mucho que te deben de doler a ti; es por eso que quiero que olvides, quiero que quites de ti esa culpa que sientes. Tú no tuviste la culpa de nada, tú le ofreciste una ayuda hace años atrás y ella la rechazó. Ahora le diste otra oportunidad, y ella se negó. Como hermana hiciste tu parte, el problema era ella. No soporto verte llorar. Date cuenta de una vez, que a ella no le importaba nada que tuviera que ver contigo o tu madre. ¡Tienes que dejarla ir de una vez!

-Vete de aquí, déjame sola.

-No me voy a ir. Quiero que olvides aunque sea por un puto momento, ese maldito dolor que estás cargando. Una carga compartida es más liviana, lisa - me jaló el brazo y me tiró a la cama.

-¡Ya basta! ¡Este no es el maldito momento para tus calenturas!

-Esta vez no te haré caso -acomodó su cuerpo entre mis piernas.

-Siempre quieres solucionar todo así - puse mis manos en su pecho tratando de alejarlo.

-Así puedes desquitarte conmigo, y sacar ese odio que estás sintiendo por mi.

-Esto no va a cambiar las cosas.

-Yo no quiero que esta relación se arruine por algo como esto. Hemos pasado por mucho y quiero que podamos ser felices, quiero que seas feliz.

-Es imposible que una relación como la nuestra podamos ser felices. Todo lo que hemos estado viviendo es desgracia tras desgracia. ¿Cuándo terminará esta maldita guerra? ¿Cuándo será que por fin podamos estar como una pareja normal?

-Siento mucho haberte arrastrado a mi miserable vida. Si no me hubieras conocido, ahora estarías teniendo una vida normal junto a tu madre. He sido egoísta como siempre. Deseaba tenerte conmigo a toda costa, y es por eso que ahora eres infeliz. Seguiré siendo aún más egoísta, porque no dejaré que esto se termine por nada del mundo. No te he podido cuidar como quiero y te he arriesgado mucho, pero no puedo simplemente dejarte ir - bajó el cierre de su pantalón y en instantes me penetró.

-¡Akira!- así es como único siempre busca la forma de abrirse a mi, es donde siempre puede decir lo que siente sin ningún problema, es donde muestra sus miedos, sus preocupaciones, sus sentimientos.

-No puedo dejar que todo lo que hemos vivido sea en vano. He sido el culpable de que seas infeliz, y aún así no puedo simplemente dejarte. Prefiero que me sigas odiando, pero te mantengas a mi lado; a tener que ser condenado a vivir una vida lejos de ti y nuestros hijos. No tienes la culpa de haberte enamorado de mi, porque yo te obligué a sentir lo mismo que sentía yo, te obligué amarme y a desearme, así como lo haces. No quiero que nada ni nadie dañe esto que tanto esfuerzo y dolor nos costó.

-Estas siendo muy intenso, Akira - puse mis manos alrededor de su cuello.

-Antes quería destruirte, pero ahora quiero cuidarte de todo lo que te lastime. A veces quiero cuidarte de mí mismo, porque sé que yo soy tu principal problema; yo soy ese que jura no hacerte daño, pero termina haciéndolo. Sé que no debí hacer eso frente a ti, pero no quería que vivieras con esa carga. Estaba molesto, herido, lleno de odio con tu hermana. Me dejé cegar por la rabia otra vez. No sabes lo que pasé todos estos meses al verte en ese estado por su culpa. Su actitud despreocupada luego de todas esas palabras que le dijiste, me estaba matando, porque sé todo lo que te preocupabas por ella y ella té pagó así. Casi te mata, casi me arrebata lo único que me queda, y eso era algo que no podía perdonarle. La angustia y la soledad en la que estuve todos esos putos meses no quiero volver a vivirlo - las manos de Akira estaban temblando, su expresión no era la misma de antes. Debió sentirse muy solo todo este tiempo. He estado pensando en mí, y no en cómo él se ha sentido. Creo que he sido yo la egoísta esta vez. ¿Qué tipo de esposa he sido? -. Es por eso que quiero que aprendas de una vez, que no todos son como tú; es por eso que quiero evitar que sigas sintiendo lástima por la gente que te hiere, lisa. No sientas lástima de nadie, ni siquiera de mi. Tener sentimientos reales hacia alguien que no lo aprecia, no vale la pena. Solo quiero que seas fuerte, no quiero que sigas sufriendo más por lo mismo.

-Lo siento, he sido yo la egoísta. No había pensando en lo que estabas sintiendo todo este tiempo, y solo te he preocupado. Siempre tomo decisiones por mi cuenta, causándote dolor. No he dicho que vaya a terminar nuestra relación, lo menos que quiero es eso. Yo solo...- Akira me interrumpió.

-Quédate conmigo, podemos salir adelante juntos. Te prometo que luego que termine con todos mis planes, nos iremos a otro país y empezaremos de cero. Dejaré el negocio y me dedicaré a ustedes.

-¿Realmente lo dejarás?

-Sí, por nuestros hijos y por ti. Prometo hacerlos felices a los cuatro, solo quédate a mi lado mientras tanto, por favor- me ha prometido eso tantas veces. No sé si podamos tener una relación normal algún día, pero nada pierdo intentándolo. Quiero creer en que realmente cumplirá con su palabra esta vez. Estoy cansada de tener que seguir viendo a tantas personas morir, y tener que estar huyendo. Por esta vez quiero creerle, por esta vez quiero confiar en su promesa.

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