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50

—Van atrapar a tu hermana, tenemos que irnos.

—Akira, no hagas nada cruel con ella.

—No puedo prometerte nada, lisa. Hirió lo que más amo, no puedo perdonar eso.

—Te lo pido, quiero hablar con ella y tratar de hacerla reaccionar.

—¿Reaccionar? Estás así por culpa de ella. Ella piensa que estás muerta y no le importó ni un maldito segundo tu vida. Date cuenta que no todas las personas son iguales a ti, hay personas que simplemente no cambian.

—Yo quiero tratarlo, te lo pido.

—Iré a preparar las maletas, hay que irnos— Akira se fue molesto, y lo entiendo, pero es mi hermana.

Inka

—Algo está pasando, no es normal que nos hayan detenido. Algo me dice que detrás de esto puede estar el esposo de mi hermana— le dije a Michael.

—No creo, no puede saber que fuiste tú quien mató a su esposa.

—Él no es cualquier hombre. Es una mafioso, Michael. Puede controlar todo lo que quiera, creo que será mejor salir de aquí.

Kanji

—Disculpen la tardanza, veo que mis empleados le han hecho perder tiempo —dije al entrar a la pequeña oficina, donde los habían retenido.

—No se preocupe—dijo Inka.

—Tu, tu eres Kanji Carter— Michael se dio cuenta.

—¿Por qué esa cara de sorpresa? ¿A dónde creen que iban? — mis hombres le dieron una descarga eléctrica a ambos, dejándolos inconscientes—. Ya basta de seguir huyendo, me han hecho perder mucho tiempo.

Lisa

El viaje se hizo eterno, estaba deseosa de poder ver a mi hermana y tener oportunidad de hablar con ella. Venía por todo el camino rezando porque ella tomara la decisión correcta. No quiero que siga lejos de mí, quiero que las cosas sean como antes. La vida se ha encargado de destruir esta familia. Mi madre aún sufre por la supuesta muerte de ella, si pudiera saber que está viva, estoy segura que sería muy feliz. Solo espero no sea tarde y pueda recapacitar.

Nos dirigimos según llegamos, a la bóveda donde la tenían.

—Solo espero que estés tomando la decisión correcta, lisa — dijo Akira. Su expresión luce algo extraña. Debe aún estar molesto por lo que quiero hacer. Sé todo lo que ha sufrido, pero ella es mi hermana, no la puedo dejar sola otra vez.

—Gracias por encontrarla, Akira. Sé que te estás esforzando ahora mismo y eso te lo agradezco— acaricié sus mejillas y me bajé del auto.

Al entrar, pude verla amarrada en el suelo, a ella y al hombre que estaba ese día acompañándola. Estaban amarrados de brazos y piernas, como si fueran criminales. Él era el único que estaba amordazado.

—¿Por qué los tienen amarrados de esa forma, Akira?

—Tenemos que asegurarnos de que no escapen.

—Suéltala, por favor.

—No, lisa. Si logras hacerla cambiar de opinión, yo mismo la suelto, mientras tanto no me pidas eso.

—¿Inka? — me acerqué a donde ella y traté de despertarla, al abrir sus ojos y verme se puso histérica.

—¿Tu qué haces aquí? Tu debes estar muerta— se puso como loca, y comenzó a forcejear en el suelo, tratando de darme patadas. Akira se acercó y mi corazón estaba acelerado, al mirarlo evadió la mirada.

Akira agarró por el hombro al hombre que la acompañaba, y lo hizo levantarse.

—¡Déjalo!— gritó Inka.

—No tienes derecho a dar ninguna orden. Habla con tu hermana, yo tengo unos asuntos que arreglar con este— comentó Akira.

—Akira, te lo dije— no quiero que haga ninguna tortura de las crueles que hace, no frente a ella.

—Continúa— sentó al hombre en una silla y se quedó mirándome.

—Inka, quiero que hablemos.

—Yo no tengo nada que hablar contigo. ¿Cómo mierda estás viva? ¡Yo te vi morir! — Akira le dio un golpe al hombre. Tal parece que estaba liberando su rabia contra él—. ¡No lo golpees, maldito asesino!— gritó Inka.

—Tu provocaste a ese demonio, Inka— le dije.

—Al fin sacas la cara, lisa. Con ese demonio fue que te casaste.

—Sí, y a ese demonio es a quien amo, es por eso que no voy a permitir que le llames asesino, porque aunque lo es, si vamos a ponernos etiquetas, tú también eres una asesina y no te lo estoy reprochando ahora.

—Tu tampoco eres una santa.

—No, no lo soy, ni estoy cerca de serlo; es por eso que quiero que dejemos todo a un lado, y volvamos a ser como antes. Estamos a tiempo de arreglar las cosas.

—Yo no quiero estar cerca de ti, no quiero que nada sea como antes. Yo no quiero estar cerca de una hipócrita, que permitió que me llevaran. Eras tú quien debía haber sido vendida, eras tú quien debía haber pasado por lo que pasé, ¡yo no merecía eso!— Akira volvió a golpear al hombre, estaba perdiendo el control con todo lo que estaba diciendo Inka.

—Inka, aún estamos a tiempo de retomar la vida que teníamos. Ahora no hay nada que nos detenga, papá ya está muerto. Podemos ser felices con nuestra madre, yo puedo perdonarte lo que hiciste. Entiendo que estés dolida y confundida, sé que pasaste por mucho, pero por favor, volvamos a ser las mismas de antes.

—Yo no necesito tu perdón. Yo no me arrepiento de lo que hice, de lo que me arrepiento es, de no haberme asegurado de matarte — Akira le disparó al hombre en la pierna, lo único que se escuchaba era los quejidos que hacía del dolor, Inka estaba desesperada —. ¡Eres un asesino!

—Me tiene molesto tu actitud. Si no consideras la oportunidad que te está dando mi esposa, no voy a dudar en darle el siguiente tiró en la cabeza— el demonio de Akira ya estaba apoderándose de él. Entiendo su ira y su frustración, pero está llevando esto a otra parte.

—¿Recuerdas cuando solíamos jugar en el jardín, y nos contábamos todos nuestros secretos? ¿O incluso la vez que me dijiste que tenías un novio, y que preferias huir con él, antes de quedarte en la casa bajo el mismo techo que nuestro padre? Es irónico, ¿No crees? Todo este tiempo pensando que estuviste en manos de ese supuesto enamorado, y la realidad era otra; en ese entonces fui yo la culpable. No quería faltar a nuestra promesa y delatarte. Guardé silencio hasta que no aguanté más, aún así no sirvió de nada. Nuestra madre y yo, guardamos las esperanzas de que regresarías a la casa. Te esperamos día tras día, te buscamos horas y horas, era como estar muertas en vida. Eras la luz de la casa, tu sonrisa iluminaba la vida de cualquiera. No sabes la falta que nos hiciste, Inka.

—¿Falta? ¿Qué vas a saber tu de eso? Ustedes tres fueron los culpables de lo que me pasó. Dejaron de buscarme porque no les importaba nada de lo que pasara conmigo. No sabes todo lo que viví en ese infierno. Ser maltratada día tras días, abusada, torturada, drogada. ¡Tú no sabes lo que es el verdadero infierno! Te casaste con uno de los culpables de mi tragedia, y vivías como una reina, mientras yo seguía en ese maldito lugar.

—¡Mentira!— gritó Akira—. No sabes nada de lo que dices. ¿Te crees que eres la única que sufrió? Esto no es una puta competencia de quién sufrió más. Ambas han pasado por innumerables de cosas. La vida de lisa no ha sido color de rosa como tu la vez. Se enamoró de mi  porque ya lo obligué a quererme. Me rechazó muchas veces solo por sentir culpa. Uno no decide por quien sentir las cosas, simplemente se sienten. Tengo en parte culpa de que su vida haya sido un infierno. He sido el causante de su sufrimiento, pero tú también lo has sido. Ella ha sido infeliz por tu maldita culpa. Arriesgó la vida de nuestro bebé por salvarte de las manos de mi padre. Siempre estuvo al pendiente de tu paradero, luego de saber que estabas realmente viva. Se sacrificó por ti, y eres tan jodidamente ingrata, que ni siquiera puedes pensar en nada más que en ti. No hay excusa para herir a quien amas. Casi matas a tu hermana por un estúpido odio sin base ni fundamento.

—Todos son culpables ante mis ojos. Tanto mi madre, mi padre, lisa y tu, son los culpables de todo lo que viví. Mi madre por estúpida, por creerle todo a mi papá y por haberla defendido para que no se la llevaran, mi padre por maldito, egoísta, abusador y alcohólico, y Lisa por hipócrita, traidora y por estúpida. Tu por facilitarle las cosas a mi padre y por asesino. Los odio a todos, y si logro salir de aquí, los mataré.

—No hables así, por favor. Recapacita. Yo te amo, Inka.

—Yo te odio, y deseo verte muerta— no podía aguantar más las lágrimas. Por más que trataba de hacerme la fuerte, sus palabras dolían.

—Lo siento, hermana.

—Ella no es tu hermana, lisa. Abre los ojos de una vez— dijo Akira.

—Solo está confundida, Akira. Yo sé que vas a reaccionar, ¿Verdad, Inka?

—No estoy confundida. Jamás me importaste, ni tampoco me importas. Lo único que puedo sentir por ti es odio. Voy a acabar con todos y cada uno de los que me hicieron vivir en ese infierno. Mi tristeza y dolor a nadie le importó, así que púdrete.

—¿Esa es tu última decisión?— preguntó Akira.

Ya veo que aunque me duela nada va a ser como antes. Cuando algo se destruye no hay forma de arreglarlo. ¿Por qué tiene que ser así?

Le quité el arma a Akira y le apunté a mi hermana, o a lo que queda de ella.

—¿Vas a matarme, lisa?— preguntó en un tono sarcástico.

—Supongo que lo único que puedo hacer como hermana es acabar con tu dolor. Prefiero que mueras y no sufras más. No podrás tener una vida si estás así. No quiero que seas condenada a continuar siendo infeliz. No puedo permitir que le vayas hacer daño a nuestra madre. ¿Qué diría mamá si te ve así? Sentiría lástima, dolor, frustación, por ver a su hija destruída. Ella jamás supo la verdad, ni siquiera sabía que estabas viva. No pudo tener la oportunidad de poder verte de nuevo, así como esperó por tantos años, ahora creo que fue lo mejor. Perderte por segunda vez no lo aguantaría. Siempre supe que me utilizaste para tu beneficio, y aún así te admiraba, te amaba mucho y deseaba que fueras mi ejemplo a seguir. Lo único que siempre quise fue ver esa sonrisa tan dulce que me dabas; esa sonrisa que me hacía feliz y me daba ánimos de continuar. Supongo que nada es para siempre, ya de esa hermana dulce y sonriente no queda nada. Solo espero que a donde quiera que vayas, puedas tener la felicidad que mi padre te arrebató. Lo siento por no haber estado ahí, por no haber sido yo a quién se llevaran, pero más por no ser la hermana que tanto deseabas. Siento mucho decepcionarte.

—Yo siento mucho el haber confiado en ti alguna vez, sólo eres una asesina . Te odio con todas mis fuerzas, lisa— no mostraba nada más que odio y desprecio, ni siquiera su mirada es la misma—. Espero que sufras, al igual que sufrí yo. Es una lastima no haber acabado contigo cuando pude, ya alguien te hará pagar todo lo que me hiciste.

Mis manos estaban temblando. Levantar el arma hacia mi hermana era demasiado doloroso. ¿Por qué no puede haber otra forma de arreglar las cosas? ¿Por qué todo tiene que ser así? ¿Por qué tiene que doler tanto? Era la única que estaba en lágrimas, era la única que le dolía esto. Ella no mostraba lástima, arrepentimiento o tristeza, solo mostraba el odio inmenso que me tiene.  Llevé mi dedo al gatillo y el nudo  en mi garganta me impedía hablar claramente. 

—Lo siento— no pude terminar de decirlo, cuando Akira enterró un cuchillo en el vientre de mi hermana. Kanji me aguantó para que no tratara de evitarlo.

—¿Qué se siente que te hagan probar de la misma medicina? Es hora de que sientas el mismo dolor que sintió ella por tu maldita culpa. Te lo advertí, Inka. Se te dio una oportunidad y la desperdiciaste con un odio hacia la persona incorrecta. A quien debías odiar era a tu padre. Tu hermana, al igual que tú, sufrió muchísimo y jamás se escudó de eso para hacerle daño a las personas que ama. Ella más que nadie sufrió todo lo que te pasó. No es justo que cargue una culpa ajena. Prefiero que me odie ahora, pero acabaré con todo lo que le haga daño, acabaré con esa culpa que carga por ti, por ese sufrimiento que por años ha tenido que cargar sola. No mereces una hermana como ella. Si aún sientes algo dentro de tí hacia ella, termina con su sufrimiento y muérete de una vez.

—¡Akira, no! —Akira sacó la cuchilla y la volvió a enterrar en mi hermana, lo hizo innumerables veces. Intentaba evitarlo, pero Kanji me tenía bien sujetada. Fue como si ese puñal hubiera sido clavado en mi pecho. ¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué?

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