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Plan.

Elderia abrió los ojos de repente. La visión de una espada cortando su cuello todavía estaba presente.

Sin embargo, a diferencia de cuando entrenaba en ese mundo mágico donde ella podía luchar con todo tipo de enemigos, esta vez ella reaccionó de inmediato al darse cuenta de que el lugar donde se quedaba cambio.

Antes estaba en una habitación extraña, muy diferente de lo que ella había visto e incluso entre la nobleza. Desde los muebles, la estructura o incluso los artefactos, todo era diferente y extraño.

Ahora lo que la rodeaba era una cama, aunque cómoda no lo suficiente agradable como la habitación que antes había tenido.

"Una taberna?" Murmuró Elderia.

Ella no estaba preocupada. No cuando aquellos individuos de gran poder la protegían así que no se asustó de despertar en un lugar diferente.

Una taberna de las tantas que ella había ido y si bien era ligeramente superior a lo que normalmente ella visitaba en su tiempo como mercenaria, seguía siendo una taberna.

Ella se levantó de la cama, se acomodó la ropa que siempre llevaba y observó por la ventana de la taberna viendo la ciudad que reconoció a simple vista.

Las calles limpias, los edificios bien estructurados y la gente caminando por la calle, ella reconoció la capital del Reino de Beldaría.

¿Cómo llego aquí? ¿Aquella Gran Maestra que la ayudaba vino a la ciudad? ¿Que estaba sucediendo? A pesar de sus preguntas, Elderia preparó su ropa y luego bajó al primer piso de la taberna.

Ahora ella alcanzó el rango S y su nivel había aumentado en un corto tiempo, como tal ella tenía confianza y la experiencia de las batallas por la cual ella había pasado, afianzó su confianza.

Al bajar, se acercó al tabernero viendo los cuchicheos y también varios guardias de la ciudad, riéndose y festejando bebiendo sin control.

"¿Sucede algo?" Preguntó Elderia al tabernero.

Ella podía notar dos clases de personas entre aquellos presentes en la taberna. Primero eran personas como el tabernero o aquellos que estaban almorzando, personas normales que disfrutaban su comida en silencio o que cuchicheaban entre ellos.

Luego los guardias de la ciudad, quienes reían a carcajadas sin importarle la paz de otros y bebían a pesar de que era de día. No era extraño que guardias actuaran de esa manera y más en la capital donde ellos tenían el respaldo del Guardián de Beldaría.

Aun así, festejando a plena luz del día mientras la otra mitad estaba silenciosa era raro.

"El Guardián de Beldaría fue atacado." Murmuró el tabernero en silencio y mirando a los guardias, añadió en voz baja. "Se dice que la persona que lo atacó fue una mujer que cortó el palacio por la mitad."

La Gran Maestra vino a su mente de inmediato… Una mujer que cortó el palacio a la mitad sonaba similar a aquella mujer que ella vio cortar montañas.

"Se dice que la batalla fue afuera de la ciudad. Gran parte del bosque fue destruido y se escuchan rumores de que el Guardián de Beldaría fue gravemente herido antes de detener a la asaltante." Murmuró el tabernero y su voz al hablar del Guardián revelaba pena.

"¡Viva el Guardián de Beldaría!" Gritó uno de los soldados y luego miró a aquellos que estaban presente en la taberna.

"¡Viva!"

Las voces de aquellos que estaban en silencio o que comían se elevaron, no orgullosas ni tan fuerte como aquella de los soldados. Incluso Elderia fue una de ellas.

Ella había visto lo que podía ocurrir cuando no se obedecía la reglas incluso de meros soldados. Ellos podían acusar inocentes y si esas personas no tenían poder, influencia o dinero no podían escapar.

Así era para todos. Desde el tabernero, aquel trabajador que trataba de comer lo más rápido o irse o hasta los aventureros. En este reino era fácil desaparecer cuando se enfrentaba a personas con poder, aunque el poder fuera muy superficial.

Elderia salió de la taberna y caminó por la calle viendo los guardias festejar al igual que aquellos lealistas al Reino de Beldaría.

¿Estaban feliz de que el Guardián de Beldaría sobreviviera? ¿O feliz de que debido a que ese hombre sobreviviera su forma de vida no cambiaría? Quizás era ambos.

Ella caminó por la ciudad y empezó a preguntar a aquellos que podían darle respuestas. La información era mixta, rumores y más rumores siendo difícil identificar la verdad de la mentira.

Aun así, un hecho estaba claro…

"El Guardián de Beldaría luchó contra una mujer y gano. Al atardecer la ejecutaran frente a la plaza del palacio."

Tal idea ella escuchó varias veces. La información de la batalla difería, algunos decían que la mujer hirió al Guardián de Beldaría de gravedad, otros decían que el Guardián de Beldaría ganó sin resistencias, pero algo no cambiaba… El hecho de que la mujer fue capturada y que iba a ser ejecutada.

Elderia que estaba en medio de la calle, tragó con dificultad. El Reino de Beldaría era peligroso y la capital también.

En la capital las personas trabajaban duramente para sobrevivir y sí que era difícil. Matones que buscaban protección, soldados que exigían sus pagos personales, comerciantes exigían sobreprecio y nobles.

La gente con deudas podía terminar como esclavos, los jóvenes y jovencitas más guapas, podían ser atrapadas por nobles, los niños podían desaparecer y... Los peligros continuaban sin parar.

La capital era un sitio donde los más débiles eran presas y tal idea se extendía a todas partes del Reino de Beldaría… Ella lo sabía, entendía la verdad y por tal razón cuando vio a esa mujer, no le hablo.

Confiar en alguien que podía cortar montañas era una locura. Esa clase de persona podía asesinar a quien quisiera y nadie causaría problema.

Aun así…

"¿Por qué lo hizo?"

¿Por qué la Gran Maestra atacó al Guardián de Beldaría? Ella recordó cuando ella pidió ayuda para entrenar, la respuesta y la sonrisa fue sincera. Una mujer que ayudaba simplemente por propia voluntad y gusto.

Sin intenciones perversas o incluso sin deseo de gratitud, simplemente alguien que ayudaba de forma natural.

En un mundo donde todos trataban sobrevivir pisando al otro, ella fue extraña, rara… Única.

"Mierda… Mierda…" Elderia maldijo en voz baja cuando una idea surgió en su mente.

Una idea alocada, que ella no habría hecho y que era nada más que una locura sin sentido. ¿Cómo no lo seria? Ella, aunque siempre busco fortalecerse luchando por su vida no era alguien que haría una estupidez.

Tomar decisiones era una cosa, pero ahora…

"Tengo que salvarla…" Murmuró y cuando su voz salió, ella sintió la adrenalina recorriendo todo su cuerpo.

Era un suicidio lo que pensaba hacer, una decisión sumamente estúpida que la llevaría a la muerte. Tal era el único resultado para aquellos que se enfrentaban al Guardián de Beldaría, pero, aun así, ella no iba retroceder.

Una vez que entró en su mente, ya no pudo dejarla.

Su Gran Maestra tenía algo único en ella. Era esa naturalidad para ayudar, la sonrisa y la calma con la que ella la ayudó, que hizo que ella quería devolver la ayuda.

O al menos intentarlo.

******

Aurora sintió su cuerpo mientras meditaba con los ojos cerrados. Pudo percibir la energía mágica recorriendo su cuerpo en su totalidad y cuando ella profundizo aún más, pudo percibir sutilmente su concepto de luchadora.

Era difícil describir su concepto de luchadora en palabras. Un concepto abstracto que ella daba forma únicamente por la información y por su propio entendimiento. La 'Caldera', tal era el nombre del concepto que englobaba la capacidad de fortalecerse por medio de sus emociones.

Sus propias emociones alimentaban su cuerpo, fortaleciendo su aura y permitiendo que ella mostrara una fuerza mayor entre más fuerte fueran sus propias emociones.

Sin embargo, esta vez fue diferente. Se trataba de algo dentro suyo, como un punto de luz difícil de discernir que atraía no solamente sus emociones, sino que emociones de otros de una manera que ella ni siquiera se le ocurría alguna explicación.

Aurora se concentró aún más en esas emociones, yendo más profundo y…

"Otra vez no han cobrado impuesto. Esta es la tercera vez en el mes."

"Espero que las cosas mejoren…"

"Malditos bastardos. Quiero que todos ustedes mueran…"

Ella escuchó las voces que daban forma a esas emociones que ella estaba atrayendo y que podía usar para fortalecerse.

La tristeza, esperanza e ira de personas que no conocía y de individuos que ella ni siquiera podía saber si estaban vivos o no.

Durante su batalla con el Guardián de Beldaría, ella supuso que parte de las emociones provenían de todos aquellos que ese hombre había asesinado o incluso de quienes lo odiaban, pero ahora que ya no estaba… Las emociones todavía continuaban.

Aurora abrió sus ojos de repente y observó el otro lado de los barrotes de la prisión en la que se encontraba y fijamente en un punto específico, que no era la pared vacía.

Su mirada se fijó en aquel que se ocultaba con naturalidad al otro lado.

"Parece que al estabilizarte tus sentidos han mejorado." Dijo su hermano con una sonrisa orgullosa a que ella lo descubriera.

Aurora observó a su hermano, ella podía ver la sonrisa y podía entender que él estaba orgulloso, pero también podía sentirlo. Más allá del entendimiento, la compresión dada al escuchar su voz o ver su expresión.

Ella podía sentir el orgullo de él y también sentía que podía utilizarlo para fortalecerse. Usarlo para quemar la emoción con su concepto y volverse más fuerte.

"Esto no tiene sentido." Murmuró Aurora con total honestidad.

Su Concepto antes de desarrollarse podía explicarse. Las emociones podían presionar al cuerpo para llevar a fortalecerse o incluso en la tierra donde las personas podían subir de rango con voluntad o incluso iluminación, las emociones jugaban un papel fundamental para el desarrollo de los terrícolas y más para el suyo.

Sus emociones daban forma a su voluntad que a su vez ella podía usar por medio de su espada pintando el mundo con los colores que representaban sus auras. Como luchadora ella podía usar cualquier emoción que estuviera sintiendo para fortalecerse.

Sin embargo, lo que estaba sintiendo ahora sobrepaso el rango de lo normal, de lo explicable y lo que ella podía entender.

"Así es romper el límite de lo mortal." Respondió su hermano.

Aurora miró a su hermano. Vio la sonrisa y pudo percibir el orgullo junto a cierta felicidad como si se estuviera divirtiendo alegremente al ver su estado.

"No sé qué te sorprende. Ya tus auras han dejado de ser algo que mortales puedan realizar."

"No mis auras siguen siendo único, pero no extraordinario… No 'Divino' como esto." Dijo Aurora y levantándose en calma, detalló. "Puedo sentir emociones y escuchar voces en esas emociones. Voces de personas que no conozco. De personas que ya no están o que están a cientos de kilómetros."

Ella habló abiertamente. No estaba asustada de la situación o preocupada, ella trataba de analizar lo que estaba sucediendo con su concepto.

Sus auras eran únicas y Aurora entendía lo increíble que era que sus auras afectaran planos que iban más allá del físico. Su aura blanca podía afectar la mente si lo deseaba, su aura verde podía ignorar el espacio y su aura oscura negar la energía mágica.

Sin embargo, a sus ojos, ella se mantenía en lo que un mortal podía hacer. Uno bastante único, pero minúsculamente 'posible'.

"Eso significa la Divinidad. Algo extraordinario, que sigue sus propias reglas, una que algunos establecen para sí mismo. Las voces que escuchas pueden venir de personas que ya no están, vestigios del pasado que quedan como espíritus o ecos del tiempo. O simplemente de miles de kilómetros de un lugar que no puedes ver ni escuchar. Al menos ahora." Dijo su hermano y abriendo la puerta, explicó. "Este mundo que no tiene Dios es único llevando a que el ser más cercano a lo divino pueda recibir esa atención."

Aurora escuchó atentamente y su hermano continuo.

"Para diferentes tipos de Dioses sería diferente. Un Dios Gobernante escucharía las voces de su súbdito, un Dios Vengativo escucharía las voces de aquellos que desean venganza, pero alguien relacionado fuertemente a las emociones…" Él se detuvo, la observó y desvió la mirada y sonrió. "Cada ser vivo tiene emociones. Sus voces pueden ser un alimento o la creación de la base para la divinidad. Siguiendo la guía correcta puedes convertirte en la Diosa de los Deseos, de la Esperanza, de la Venganza o de las Emociones."

Aurora pensó en Cithrel, su amiga quería convertirse en Emperatriz y estaba usando el Imperio Falion para convertirse en una Diosa, una Diosa que gobernaría sobre sus súbditos.

¿Ella escuchaba las voces de sus súbditos?

En su caso eran las emociones, pero ella no era que escuchara las emociones para satisfacerlas, sino que las utilizaba para alimentar su cuerpo y fortalecerse.

"Crees que sea peligroso?" Preguntó Aurora con curiosidad.

¿Qué pasaba si ella utilizaba su concepto a su máxima potencia? Antes al ser sus propias emociones su concepto no tenía consecuencia.

Ahora, las emociones no eran de ella, sino que de otros.

"Depende de ti. Ahora eres un rango SS, un cuerpo y alma débil como para ejercer la fuerza de la divinidad tanto de tu espada como de tu concepto de luchadora. Sin embargo, una vez que te hagas lo suficiente fuerte…" Su hermano guardó silencio durante un segundo y luego finalizó. "El límite es tu propia voluntad."

Aurora respiró hondo y exhalo alejando los pensamientos más peligrosos.

Ella no podía usar su concepto a su máxima potencia debido a que su propio cuerpo no podía resistirlo y probablemente su alma tampoco. Aun así, la idea de si ella usaba su poder de manera desmedida… Podría alimentarse de las emociones de una persona sin resistencia.

¿Qué pasaba si se alimentaba de las emociones al nivel de hacer daño? ¿No dejaría a la persona sin ninguna emoción? ¿Qué significaba que un ser humano no tuviera emociones?

Aurora tuvo demasiado preguntas, tanto a nivel de psicología y las emociones como a un nivel más mágico.

"Al alcanzar el rango SSS tu cuerpo, mente y alma se fortalecerá lo suficiente como para manejar la divinidad. No tan bien como un ser Divino, pero cerca. Aunque aún mortal. Únicamente alcanzando la divinidad, tu cuerpo, mente y alma cambia. Podrás realizar hazañas extraordinarias, no solo escuchar las voces, verlas y observar de donde provienen. Dividir tus voluntades y conciencias para estar presente en múltiples lugares… O al menos tal esa la teoría."

Su hermano se rio tontamente y ella se relajó y agitó la cabeza con una sonrisa. Él hablaba teóricamente y si bien era probable que sus fuentes fueran verídicas, ambos desconocían hasta las capacidades de ese estado.

"¿Crees que tu cuerpo real sea un Dios en este punto?" Preguntó Aurora con curiosidad.

"¿Te refieres a tu verdadero hermano?" Cuestionó su hermano y él se rio al ver que ella se encogía de hombros. "No lo creo. Si lo fuera es probable que la pequeña porción del alma que da forma a mi existencia lo sentiría."

¿Así que su hermano probablemente no era un Dios? Ella pensaba que debido a quien era la novia, él ya hubiera alcanzado ese logro.

"Tampoco alcanzamos el rango de Semidiós si tienes curiosidad. Terra nova era complicado y limitante. Después de todo, mi verdadero cuerpo estaba en la Tierra." Añadió Karl como si entendiera su curiosidad.

¿Magia tan extraordinaria y no alcanzó la divinidad? Aurora tuvo esa pregunta, pero viendo a su hermano en este momento, ella supuso que su verdadero hermano probablemente tenía una gran ambición.

Después de todo, si su pareja era una Primordial, era poco probable que quisiera quedarse atrás.

"Entonces… ¿Cuál es la situación?" Aurora se concentró en la tarea que tenía a manos.

Dejó su curiosidad o su estado de lado y se concentró en el ahora. Y ahora la situación no era la mejor.

"Hice una ilusión del Guardián de Beldaría y llame a los nobles para presenciar tu ejecución. Actualmente miles de mis clones siguen tomando el control de los puntos importantes de todo el Reino de Beldaría."

Aurora estaba decidida a cambiar este mundo. Asesinar al Guardián de Beldaría, era el primer paso, pero no el más importante.

No, ella necesitaba tener el control del Reino antes de empezar su plan. Únicamente cuando controlara el reino podía reducir el caos que sucedería y cualquier consecuencia a las personas inocentes.

Como tal, necesitaba controlar guarniciones, militares, comerciantes, nobles y miles de otros individuos por todo el Reino de Beldaría, entre ellos incluyendo a los nobles más importante que venían a su Ejecución.

Sin embargo, no era suficiente.

"¿Puedes controlar todo?" Preguntó Aurora con determinación.

"Mis clones pueden crear más clones. La magia mental puede controlar a las personas adecuadas y la magia de ilusión puede remplazar a quien quiera." Respondió Karl y recibiendo su mirada, añadió. "Pero realizar esta acción en solitario… No es algo que pueda mantener por mucho tiempo. No a este ritmo."

Él creó miles de clones utilizando núcleos de rango SS, pero para obtener información y ahora ocupar todo el reino… ¿Cuantos clones sus clones crearon? ¿Miles de ilusiones? ¿Cientos de miles?

Todo siendo una persona.

El problema provenía de que él no había traído un gran suministro y debido a que ambos habían venido de repente a este mundo, también vinieron solos.

No tenían nadie con quien contar ni nadie a quien pedirle ayuda y lo necesitaban. Aurora pensó en Zerzura.

La Gran Ciudad de Zerzura no sería lo que es sino fuera por personas como la Cardenal Brousseau, la Empresa Apicius, el Ministro Turay, los paladines, sacerdotes, aventureros, mercenarios e incluso los civiles mismos… Básicamente todos aquellos desde el más alto nivel hasta la persona que aportaba su grano de arena a menor escala.

"Necesitamos ayuda." Dijo Aurora y su mente empezó a planear.

Ella necesitaba utilizar a las personas de este mundo. Únicamente ellos podrían cambiar este mundo y para hacerlo necesitaban apoyo.

El desarrollo necesitaba ir en múltiples direcciones. Ella estaba dispuesta en ser la fuerza que estuviera en lo alto, pero este reino… Este mundo no iba cambiar únicamente por ella.

Tampoco cambiaría por sus buenas acciones. Sus acciones podían llevar a que otros la imitaran y crearía una ola de cambios, pero no era suficiente.

Al menos, no para el tiempo que tenía. Como tal necesitaba respaldo, personas que tuvieran su misma forma de pensar o… Que siguieran su voluntad sin cuestionar.

Sin embargo, soldados no eran lo único. Importante, pero necesitaba más.

"Con la fuerza no podemos cambiar todo. Podemos matar a los nobles, decapitarlos frente a todos y asesinar a cada criminal del reino, pero la sociedad no cambiara. Este mundo no cambiara." Dijo Aurora ella miró al techo, pensó en Zerzura, desde el pequeño pueblo a la gran ciudad. "Necesitamos mejoras económicas, legales, administrativas, de seguridad, infraestructura, educación y desarrollo. Necesitamos asentar la base del cambio."

Ella no había visto mucho de este mundo, pero lo poco que había visto le dio ideas para mejorar. Desde los pueblos desconectados entre ellos, la seguridad de que aventureros buscaran problemas, leyes para castigar a criminales, educación para empujar el desarrollo y que la historia de lo que sucedió no se repitiera.

Necesitaba mucha gente, de diferente campo y con diferentes especialidades. Personas capaces que supieran dirigir, guiar, administrar y que tuviera claro cuáles eran los cambios que se necesitaba.

Ella podía encontrar personas dispuestas al cambio en este reino, pero ellos necesitarían aprender hasta que tomaran el asunto por sus manos.

Como tal necesitaba expertos. Similar a los miles de empleados que la Empresa Apicius llevo a Zerzura o los cientos sacerdotes, paladines y creyentes que la Iglesia del Tiempo y el Espacio llevo a la ciudad.

Y, sin embargo, ella no podía obtener todo lo que necesitaba. Quizás Cithrel y el Imperio Falion pudieran cubrir parte del o que pidiera o el Imperio de la Noche Eterna donde su hermano era regente diera otra porción.

En ambos casos, los costos locales serian altos y la ayuda costosa.

"Necesitamos pedir ayuda." Murmuró Aurora y viendo a su hermano, preguntó. "¿Si te vendiera cuánto costarías?"

La expresión sonriente de su hermano se tambaleo y se volvió ligeramente incomoda hasta que suspiro.

El suspiro fue la respuesta… ¿Cuantos Dioses del Infierno estarían dispuestas a ayudarla con esta colosal tarea?

Tal respuesta estaría por verse.

¡Me disculpo por la falta de capítulo de la semana pasada! Estuve mas ocupado de lo que esperaba y no pude escribir.

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