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Cambios.

En el jardín de la Iglesia del Tiempo y el Espacio, Aurora se sentó en un banco mientras bebía té.

El jardín verde era agradable, con varias flores creciendo en la zona y los caminos entre las flores permitían explorar el jardín.

Si bien no era un jardín tan grande y ocupaba una pequeña porción de la iglesia, era sin duda agradable.

Aurora observó la estatua que estaba en el centro del jardín.

Un joven, un adulto y un anciano… La estatua estaba cubierta por un velo que distorsionaba el rostro y el cuerpo, dando una impresión mixta.

Era la estatua que representaba a Aión y Aurora se quedó observando el rostro distorsionado de la estatua.

"¿Te gusta el jardín?"

Una voz vino desde su espalda y Aurora se giró para ver a la Cardenal Brousseau que estaba acercándose a ella con algunos documentos.

Hoy había venido aquí para buscar información sobre lo que se había metido.

"Sí, es un jardín muy agradable." Respondió Aurora en calma.

"Tus ojos se siguen desviando a los documentos." Dijo la Cardenal Brousseau y dando una sonrisa amistosa, le pasó los documentos mientras se sentaba a su lado.

Aurora ni siquiera se avergonzó, sino que tomó los documentos con una expresión de disculpa y leyó.

La Iglesia del Tiempo y el Espacio tenía información de muchos temas y Aurora había venido aquí para conseguir más información sobre los murales.

Leyendo la información que la Iglesia tenía de los murales o si sabían sobre la historia que Aurora vio en el dibujo.

Lamentablemente, ellos no conocían la historia, pero sabían que antes del Gran Cataclismo ocurrieron eventos paranormales en Egipto.

Eventos que posteriormente fueron dejados de lado cuando desaparecieron… Básicamente, cuando fueron solucionados por su hermano.

"¿En qué te estás metiendo ahora?" Preguntó la Cardenal Brousseau con una sonrisa amigable.

No estaba cuestionando, sino que curioseando con cierta preocupación sobre sus acciones y Aurora se detuvo.

No supo cómo responder… No, con todo lo que estaba sucediendo.

La Emperatriz del Infierno, reconocida por lo peligrosa que podía ser, le informó que robaron un mural importante de la seguridad de la torre mágica que le perteneció a su hermano, conocido como el 'Enemigo de la Humanidad'.

Aurora no sabía que parte de toda esa idea era más preocupante.

"¿Me creería si dijera que algo puede ocurrir con la Calamidad No-Muerta?" Preguntó Aurora sinceramente.

Guardó los documentos para leerlos después, aunque lo poco que había visto no era nada útil.

Así que observó a la Cardenal Brousseau, la mujer con la cual había cooperado muchos años de su vida y que la había ayudado en todo lo que se presentaba.

Si al principio fue porque sus padres eran dos individuos importantes, a Aurora le gustaba pensar que ahora era porque ambas eran cercanas.

La Cardenal Brousseau tenía un cabello negruzco que cada día estaba tomando un mayor color negro, mientras que las arrugas lentamente desaparecían con el tiempo.

La mujer en vez de envejecer estaba rejuveneciendo y para Aurora esa era la prueba de que ella estaba usando el poder de su dios constantemente.

"Sí. ¿Necesitas algo de mí?" Preguntó la Cardenal Brousseau y poniéndose la mano en el mentón, murmuró. "Creo que la Cardenal Najjar está a cargo de la zona de Egipto y sus alrededores. En cuanto a temas más preocupantes, está en manos de Esmeralda, que es la sucesora de tu madre en trabajos cuestionables."

La mujer respondió de inmediato sin cuestionar de dónde sacó la información o como la obtuvo y Aurora recién se daba cuenta del peso de confianza que ponía en ella.

Sin embargo, no era un peso que la agobiaba y era todo lo contrario, ya que la relajo mucho.

"¿Quieres que te pase sus números o pregunte por ti?" Preguntó la Cardenal Brousseau y observándola, señaló. "Nuestra influencia no es alta por la zona, pero podemos movilizarnos."

Aurora la observó unos segundos y…

"¿Por qué está dispuesta a ir tan lejos por mí?" Preguntó Aurora sinceramente.

Muy pocas veces tenía charlas con la Cardenal Brousseau fuera del trabajo habitual y era porque ella era una persona que mantuvo la distancia durante mucho tiempo.

Era lo mismo que aquellos que estaban al mando de Zerzura y si bien ella confiaba en ellos, no los conocía bien, al menos no como se debería luego de tantos años.

Y Aurora no sabía por qué la estaba ayudando.

Una parte de ella apuntaba a la idea de las profecías sobre ella y otra a la idea de que sus padres eran importantes, pero…

"Porque confió en ti y conozco tus prioridades." Respondió la Cardenal Brousseau como si fuera obvio y dándole una palmada en el hombro, agregó. "Sé que te mueves por el bienestar de otros o para evitar el daño y estoy dispuesta a apoyarte."

Una respuesta clara y corta que no necesitó demasiado pensamiento.

La Cardenal Brousseau la apoyaba en este punto, no por sus padres o por las profecías que había de ellas, sino que simplemente porque la conocía lo suficiente bien como para saber que no iba a hacer algo malo.

"Gracias por su confianza. Estoy un poco abrumada, pero es agradable." Dijo Aurora con una sonrisa entretenida.

Estaba bromeando descaradamente y la Cardenal Brousseau sonrió cuando la vio levantarse.

"¿Ya te irás? ¿No deseas quedarte a tomar té?" Preguntó la Cardenal Brousseau.

La mayoría de veces que Aurora visitaba a la cardenal, ella la invitaba y la mayoría de veces la rechazaba.

"Claro." Respondió Aurora.

Esta vez fue diferente y ella sonrió animada, queriendo tener un tiempo para relajarse.

Su respuesta provocó que la Cardenal Brousseau levantara la ceja, pero finalmente sonrió.

"No sé lo que sucedió en el Duodécimo Portal Abismal, pero me gusta el cambio que tienes." Dijo la Cardenal Brousseau.

Cambio… Aurora no negaba que estaba cambiando o para decirlo de otro modo estaba aceptando todo con mayor calma.

Fue a visitar a su cuñada que era una Primordial y cuando le mencionaron sobre el mural, eligió solucionarlo por su cuenta.

No ya pensando en que no tenía la capacidad o la influencia para acercarse a esas tierras, sino que usando sus contactos para poder moverse.

¿A qué vino el cambio? ¿O cuál era la razón?

Aurora no tuvo respuesta, al menos no una respuesta exacta.

Ella había vuelto a tomar su espada y de ese mismo modo había decidido a enfrentar lo que antes no estaba enfrentando y si era sincera, le parecía bien.

Después de todo, Aurora ya no quería quedarse en el mismo lugar y necesitaba avanzar.

Tanto en sus amistades, su fuerza o incluso en lo romántico… Prácticamente, quería avanzar en todos los aspectos de su vida.

Así que ahora simplemente dio una sonrisa.

******

Aurora entró a la sala del edificio en Zerzura y notó que Alice estaba recostada en el sillón viendo televisión.

"¿Y cómo te fue?" Preguntó Alice mientras comía.

"Me dieron el número de la Cardenal Najjar y me comuniqué con ella. Mencionó que no había escuchado nada extraño. Aunque su atención estaba más centrada en los demonios y en la recuperación de la zona satélite que en la calamidad no-muerta, pero investigara." Respondió Aurora y dejándose caer en el sofá, murmuró. "No parece fácil."

Se había quedado con la Cardenal Brousseau para desayunar y también decidieron comunicarse con la Cardenal Najjar, que estaba más centrada en la recuperación de las tierras cerca de Egipto y antiguamente Israel, que actualmente era la zona satélite de Europa.

Al estar en la frontera con las tierras sin ley, muchos crímenes sucedían y algunas personas seguían acercándose a esa zona para vivir ni hablar de los refugiados que se quedaron.

La Calamidad No-Muerta no iba a salir de sus tierras… Esa era la idea que todos tenían, pero ahora Aurora dudaba.

"No creo que aquellos que robaron el mural lo hicieran para mantenerlo de decoración." Respondió Aurora en un tono bajo.

¿Qué era lo que planeaba esa gente? ¿Usar las almas guardadas en el mural? ¿Liberar las almas? ¿O algo más?

"Ya me he encargado de la purificación y liberación de las almas en los otros murales. Los murales son artefactos y es probable que lo que tengan que hacer lo hagan en Egipto." Respondió Alice y observándola, preguntó. "¿No quieres dejarle el trabajo a alguien más?"

Los murales eran de Egipto y guardaban cientos de miles de almas, así que sin duda eran algún tipo de artefacto altamente desarrollado.

Alice estaba preguntando si no podían dejarle a la Iglesia del Orden o a la Iglesia del Tiempo y el Espacio el trabajo, pero Aurora negó con la cabeza.

"Es de la torre de nuestro hermano." Dijo Aurora observando a su hermana que fruncía el ceño.

"No es mi hermano." Respondió Alice con disgusto y calmándose, añadió. "Y no tenemos que hacernos cargos de las acciones de otros."

Si al principio dejó ver que a ella no le gustaba la idea de tener de hermano al Enemigo de la Humanidad, lo segundo mostraba aún más desagrado.

"Lo sé, pero no quiero dejar que nuestra cuñada lo solucione ella misma… No creo estar preparada para eso." Respondió Aurora y levantado la ceja al ver que Alice asentía, señaló. "Dices que no es tu hermano, pero te gusta que ella sea tu cuñada."

La expresión indiferente de Alice tembló y las cejas se agitaron unos segundos antes de verla y suspirar.

"Sé que me estás molestando." Murmuró Alice en respuesta.

Aurora soltó una risa divertida al ser descubierta.

No estaba mintiendo sobre la idea de que no quería que su cuñada se hiciera cargo de encontrar el mural, ya que, si bien podía hacer el trabajo más fácil, también podía causar más daño y repercusiones.

Aurora ya estaba cansada de que por las profecías la relacionaran a Aión y sinceramente no estaba dispuesta a soportar que la relacionaran a la Emperatriz del Infierno.

Después de todo, al menos el primero no era tan respetado en la tierra, pero la segunda tenía demasiado adoradores y fanáticos o incluso gente que la respetaba, similar a su hermana.

"¿Qué tal si le pides ayuda a tus conocidos?" Preguntó Aurora, levantó la ceja sin aguantar la curiosidad.

Alice le dio una mirada directa y luego soltó un bufido un poco infantil.

"Solo quieres confirmar la identidad de Hermes." Respondió Alice y dando una sonrisa, reveló. "Pero pediré ayuda. Para ver si mis conocidos saben algo."

Aurora quedó en silencio, ya que fue atrapada, pero no se avergonzó y sonrió al escuchar el tono que su hermana usaba.

La forma que dijo 'mis conocidos' daba a entender de que tenía más conocidos que Hermes y si bien Aurora lo dudaba, le sonrió.

"Bueno, al menos ahora lo conoces." Bromeó Aurora riéndose divertida al ver que la expresión de Alice volvía a temblar.

Antes lo trataba de negar diciendo que no conocía a Hermes… Aurora se estaba burlando directamente de su hermana y Alice agitó la cabeza como si ella no fuera afectada por sus bromas infantiles.

"Liam no podrá encontrar demasiada información, no si no vamos directamente y no tenemos nada para empezar la búsqueda." Dijo Alice y en calma, preguntó. "¿Por qué no consultas con Cesar o Leslie? Ellos estuvieron cerca de Egipto y han trabajado por la zona. Seguramente la Academia Cernunnos tenga mejores fuentes de información que nosotras."

Tanto Cesar como Leslie habían estado hablando superficialmente del trabajo que hacían y era ese gran gorila quien mencionó que ellos estaban investigando a los cazadores ilegales que estaban raptando bestias mágicas del desierto de Sahara.

Como su última misión fue cerca de la frontera de Egipto, ellos seguramente seguían investigando y era probable que tuvieran mayores contactos que ella.

No había que subestimar la red que tenía la Academia Cernunnos y Aurora asintió.

"Quizás sería bueno tener una reunión con ellos." Murmuró Aurora y entonces, cuando estaba por usar su reloj holográfico, un mensaje vino de repente.

El mensaje de Érica que mencionaba que estaba por entrar al Undécimo Portal Abismal.

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