Era octubre del año 2033 y Alice estaba en la nueva escuela.
Era una escuela creada en Londres y en donde asistían mayoría de usuarios de habilidades de diferentes orfanatos o conectados a la iglesia.
Un sitio grande, limpio y agradable con profesores profesionales en sus respectivos campos y con varias materias aparte de las básicas a elección.
Alice, que llevaba la inscripción de la materia que quería ingresar, caminó apresuradamente a la oficina del profesor de alquimia.
Compartía clases básicas con Aurora, pero había clases opcionales para los estudiantes y dependía de lo que ellas querían hacer.
Aurora, como siempre, eligió clases de entrenamiento, algo que compartían, pero también clases de gimnasia, una clase que Alice no le gustaba.
¿Por qué iba a desperdiciar energía haciendo ejercicio?
Sin embargo, hubo un par de clases que le interesaron y una de ellas era la alquimia.
Adentrando a la oficina del profesor de alquimia, el mago a cargo de impartir este arte le dio una sonrisa.
"¿Una nueva estudiante?" Preguntó el mago y al verla asentir, recibió la nota.
Su madre fue meticulosa al elegir el personal de esta escuela y los magos no solo tenían que saber lo que explicaban, sino que ser extremadamente profesionales y agradables.
La razón principal era que iban ellas, pero en cierta manera también estaban otros estudiantes importantes de parte de la iglesia, así que era lo mejor tener un estándar elevado.
La nota que tenían que entregar era las razones por las cuales quería estar en esta clase y lo que quería aprender y llevaría a que los profesores enseñaran de manera más especializada y particular.
"Quieres tomar clases… ¿Para hacer salsas?" Preguntó el profesor mirándola de manera extraña.
Alice asintió de manera indiferente.
Su madre le había comentado que la alquimia no solamente podía ser usado para mezclar pociones, sino que también para combinar y crear nuevas salsas.
Le gustaba la idea de crear nuevas salsas para sus papitas y luego pedirle a su hermana que la ayudara a probarlas.
"Supongo que está bien. Aunque tendrás que aprender lo básico de todo." Dijo el profesor y observándola, preguntó. "¿Te parece bien?"
Le estaba preguntando a una estudiante si le parecía bien aprender lo 'básico' y no solamente centrarse en su objetivo.
Alice asintió cómodamente antes de retirarse.
Su madre creó esta escuela prácticamente para ellas y los profesores conocían sus identidades, aceptando sus exigencias.
Lo que significaba que no tendrían problemas de ninguna manera y si bien era exagerado, para Alice fue algo agradable.
Su madre tuvo que movilizarse para hacer que escuela funcionara y todo lo hizo por ella y Aurora… Aunque especialmente ella, quien luego de lo sucedido fue altamente cuidada por sus padres.
Su padre siempre la mimaba comprándole comida y su madre la cuidaba de esta manera, queriendo darle un ambiente cómodo y esa calidez y cuidado le gustaba… Especialmente cuando estaba relacionado con comida.
Moviéndose por los pasillos hacia el comedor, al llegar al comedor vio a varios estudiantes saboreando la deliciosa comida.
Si bien los ingredientes mágicos eran raros, en esta escuela se estaba utilizando para alimentar a todos los niños.
Un gasto enorme, que valía totalmente la pena para Alice.
Después de todo, la comida era deliciosa.
"¡Alice!"
Aurora la saludó desde lejos, haciéndole una señal para que se acercara.
Su hermana ya le había pedido su comida que estaba ocupando gran parte de la mesa y ella estaba esperando en solitario.
No era porque nadie quiso acercarse a hablar y menos cuando Aurora podía ser extremadamente sociable, sino que se trataba de que los rechazó a todos.
Alice al acercarse titubeó un momento sin atreverse a preguntar, entonces Aurora inclinó la cabeza.
"¿Me confundí en algo? ¿O debí pedir más?" Dudó Aurora al no comprender por qué ella estaba nerviosa.
La comida fue pedida tal como Alice había querido y fue obvio que Aurora rogó para que le sirvieran más… Algo que era inútil, ya que fue James quien se encargó de enviar los cocineros.
"No." Respondió Alice y luego de vacilar, preguntó. "¿No quieres ir a almorzar con los demás?"
Esta escuela tenía un horario que iba de la mañana a la tarde y si bien tenía materias opcionales, como ambas habían elegido varias clases, se quedaron en el almuerzo.
Algo que su madre lamentó un poco al no tenerlas cercas.
Ahora Alice estaba mirando de reojo a los otros estudiantes que estaban comiendo cómodamente, conociéndose y riéndose entre ellos.
"No. ¿Por qué iría?" Preguntó Aurora y sonriendo alegremente, le hizo una señal y reveló. "Ven. Vamos a comer. Ya he entregado nuestras notas para clase de teología. Aunque no entiendo por qué quieres tomar esa clase, te acompañaré."
Sonriendo de manera brillante, Aurora le hizo una señal para que se sentara, así empezaban a comer.
Alice obedeció y observó de reojo a su hermana.
Ambas habían hecho un trato de que cada una acompañaría a la clase de la otra, lo que significaba que tomarían una clase que no le gustaba.
En su caso fue clases de entrenamiento, mientras que Aurora la acompañaría a clase de teología.
Si bien a ambas le gustaba pasar tiempo juntas, Aurora pidió ese arreglo porque estaba preocupada.
"Sabes… No necesitas preocuparte por mí." Murmuró Alice mientras usaba el tenedor.
Esa preocupación le agradaba, ya que incluso ella podía sentir el cariño detrás de las acciones de su hermana y el cuidado que trataba de darle.
Sin embargo, no quería que su hermana se restringiera por culpa de ella y asistiera a clases que no le gustaban.
"No estoy preocupado por ti." Dijo Aurora totalmente en calma y sin ocultar el brillo juguetón en sus ojos, murmuró. "Estoy preocupado por ellos."
Entonces ella, sin dejarla hablar, sacó pecho con orgullo.
"¡Mi hermana es demasiado increíble y puede opacar a cualquiera!" Exclamó Aurora en voz alta.
La voz fue la suficiente alta como para que parte de los estudiantes dirigieran la mirada a esta mesa.
También Aurora era seria y estaba creyendo sus palabras, lo que puso nerviosa a Alice hasta que se sonrojó.
Y Aurora consiguió lo que buscaba riéndose malvadamente.
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Antón desde lo alto de un edificio observó como un tsunami se acercaba a las costas de la ciudad de Coquimbo en Chile.
Esta ciudad portuaria era importante en la región, especialmente por la pesca.
Sin embargo, hoy la ciudad estaba en un estado de alarma.
La lluvia torrencial estaba cayendo con fuerza, los vientos que venían de la costa eran fuertes y como si fuera poco de la lejanía venían olas causadas por un tsunami.
El tsunami era fuerte, dejando en evidencia que los investigadores no mentían cuando mencionaban que el mundo estaba cambiando.
No solo las personas, las bestias mágicas que estaban apareciendo, sino que el surgimiento de los elementos y con ellos el nacimiento, los elementales.
Entre más tiempo pasará, los elementos aumentarían provocando cambios climáticos globales y este tsunami era una prueba de que los cambios se estaban mostrando.
Antón había venido luego de leer las noticias de este tsunami, pero ahora se dio cuenta de que fue innecesario.
"…"
Desde la costa, un hombre junto a varios conocidos magos del país estaba lanzando un poderoso hechizo que estaba al nivel superior entre los rangos S.
Quizás ligeramente inferior de lo que los magos de terranova, que eran rangos SS, pero igualmente era una hazaña increíble y extrañamente no sorprendente.
Les llevó horas enteras preparar ese hechizo y como era imposible ocultarlo, no era útil para el combate y más importante, no buscaba causar destrucción.
El mago no lo estaba lanzando solo, sino que con la ayuda de otros magos y con un círculo mágico que potenciaba el hechizo principal.
Sin embargo, Alfredo Rivas, el mago que estaba lanzando ese hechizo era el centro de todo y la carga de ese hechizo era alta incluso para un mago de rango S.
"Sin duda impresionante." Murmuró Antón cuando el hechizo fue lanzado.
Desde la costa una ola se generó y se movió en contra de las olas que venían del mar y cuando se topó con las olas más grandes del tsunami, no chocaron, sino que la ola del hechizo la tragó y continuó.
El hechizo fue diseñado para la defensa de las costas y ahora funcionó perfectamente.
La ola generada continuaría por el mar, pero perdería fuerza a varios kilómetros de la costa, trayendo calma al mar.
Si bien nadie había alcanzado el rango SS y aquellos individuos que destacaban mejoraban en fuerza, la verdad era que no solo el poder estaba aumentando, sino que también el conocimiento.
Alfredo Rivas era un ejemplo perfecto de alguien que, en vez de dedicarse a la batalla, ayudó a su gente con este hechizo y como si fuera poco entregó su investigación abiertamente para aquellos países que siempre eran afectados por los tsunamis.
Vincent estaba diseñando hechizos similares para detener tornados o huracanes y posiblemente otros magos también estaban investigando diferentes fenómenos naturales.
Algunos países dedicaban un presupuesto para esta clase de investigación, pero mayormente eran gremios de jugadores o de aventureros, empresas y organizaciones privadas.
Este era el caso de Chile que no se había movido hasta que Rivas actuó metiéndose en política y movilizando el país, para evitar el tsunami.
"Debería volver." Murmuró Antón agitando la cabeza sin pensar en el tema.
La situación de los países centroamericanos o sudamericanos era especialmente preocupante y si bien la iglesia no intervenía, su esposa no le impedía actuar.
Sin embargo, actuar significaba involucrarse en la política de esas naciones y él no era tan capaz como su esposa en ese tipo de tareas.
Al final prefirió centrarse en aquello que podía cambiar de inmediato con su fuerza.
Y si bien era cuestionable de que pudiera hacer algo en contra de esas olas, Antón creía que unos puñetazos podrían haber marcado la diferencia.
Siendo honesto vino de repente, así que no era como si estuviera bien preparado, aunque siempre podía rezar al dios de la iglesia que pertenecía.
Moviéndose con un artefacto de movimiento espacial diseñado por su esposa, el viaje se demoró unos segundos y luego llegó a la sede de la Iglesia del Tiempo y el Espacio en Chile.
Entonces utilizó los círculos mágicos que la iglesia había creado y se movió a la sede principal en Londres.
"¡Señor!"
Apenas llegó un hombre alto que llevaba una armadura completa lo estaba esperando mientras daba un saludo militar.
Claus miembro de la Orden del Espacio recién fundada y que él estaba dirigiendo.
"Hemos terminado de apoyar a la Empresa Cosmos con algunas mazmorras submarinas." Informó Claus en un tono serio.
La energía mágica existía en cualquier parte en la que hubiera vida y, por ende, existían las mazmorras acuáticas.
Eran raras, pero eran esas mazmorras lo que daban nacimiento a criaturas acuáticas que pululaban en el océano.
Lo bueno era que una vez que se desbordaban las criaturas simplemente se movían por la zona hasta calmarse y muy pocas veces surgían a la tierra.
El mar era enorme y la Empresa Cosmos estaba levantando lo que llamaron la Ciudad Atlántida y la tecnología que estaba aplicando le permitía hacerse con el control de recursos marinos.
A veces terminaban limpiando las criaturas y monstruos, aunque mayormente seguían la política de convivir con ellos si era posible.
"Bien. Es bueno apoyarlos. Su tecnología es útil." Dijo Antón en un tono indiferente.
Esa empresa no se andaba con rodeos y la empresa había reclutado decenas de miles de trabajadores para mantener el ritmo de la expansión de la ciudad.
Y con ello se había llevado a sus familias para asentarlas en el mar mientras había escuelas, hospitales y toda clase de servicios.
Se esperaba que la población aumentara exponencialmente una vez que las personas se dieran cuenta de que el proyecto no era una locura.
"He escuchado que el jefe del equipo militar Aquila Trenus ha logrado conseguir varios buques de guerra. Estados Unidos ha sido los vendedores y ellos lo están actualizando." Dijo Claus observando su reacción.
¿Le preocupaba que una empresa privada que estaba creando una isla comprara armas de guerra y la mejorara con la tecnología del Sabio Lucius?
Era preocupante si una empresa iniciaba una carrera armamentística o diseñaba armas de guerra que podían causar daño.
Y la Iglesia del Tiempo y el Espacio estaba conectado a la Empresa Cosmos y a la ciudad que deseaban construir, así que iba a ser problemático si algo sucedía.
Sin embargo…
"El Sabio es conocido como alguien que pierde el interés rápidamente." Dijo Antón para reducir la seriedad y entonces, comentó. "De igual manera ese no es nuestro problema."
La Empresa Cosmos pudo comprar buques de guerra porque ellos bajaron la intensidad de sus negocios y adquisiciones, estabilizando sutilmente las economías en donde se asentaban.
Detrás de esa estabilidad seguramente hubo concesiones para los vendedores y era igual con las naciones que hacían la vista gorda.
Todos querían que el Sabio Lucius y esa empresa que cada vez estaba creciendo más perdiera el tiempo en otro asunto.
Y más cuando los recursos que ellos necesitaban podían ser facilitados por países enteros.
Moviéndose a la salida para empezar la rutina de entrenamiento antes de ir a buscar a sus hijas a la nueva escuela, él notó que Claus estaba algo serio.
"¿Sucede algo más?" Preguntó Antón en calma.
Ese hombre era silencioso, pero diferencia sus silencios habituales, sus expresiones eran fáciles de entender.
"La escuela que su esposa ha causado cierta conmoción." Dijo Claus y en voz baja, informó. "Escuché que varios cardenales han aceptado 'regalos' para tratar de convencer a Su Excelencia Agatha de que abra la escuela para los hijos de individuos influyentes."
La Iglesia del Tiempo y el Espacio abrió múltiples escuelas en diferentes países, generalmente para los miembros de su iglesia y para los huérfanos de todos los orfanatos.
Sin embargo, la escuela principal, que estaba ocupado por los niños talentosos de las familias unidas a la iglesia y de los huérfanos del mundo, era lo que atraía a la gente importante.
Los profesores fueron seleccionados por su esposa, lo que significaba que eran expertos en sus campos.
La gente seguramente le gustaría enviar a sus hijos a esas escuelas para que desarrollaran sus capacidades o establecieran contactos con los hijos de los miembros importantes de la iglesia.
Que los cardenales aceptaran regalos básicamente era decir que aceptaban sobornos y una vez que se enterara su esposa estaría molesta.
"Gracias. Se lo informaré a mi esposa para que tome medidas disciplinarias." Respondió Antón en un tono serio.
Esta escuela fue diseñada para desarrollar talentos para la iglesia y darle oportunidades a los huérfanos que crearan un futuro propio mientras los aseguraba y le bridaban todas las herramientas… Sin embargo, la realidad era que la escuela fue diseñada para sus hijas.
Y los estudiantes eran seleccionados meticulosamente y conociendo a su esposa, posiblemente no dejaría que niños problemáticos entraran.
La última escuela tenía niños de padres influyentes o ricos y las cosas no terminaron muy bien.
Su esposa no quería que eso volviera a suceder y él tampoco.