1 de abril del año 2031.
Agatha estaba en suiza entrando a una pequeña casa de campo al pie de la montaña Jungfrau.
"Pasa, niña." Dijo una anciana mientras caminaba lentamente.
Era una anciana de cabello blanco, cansada y agotada, que dio la impresión de estar en sus setenta años de edad.
Para Agatha, que estaba en sus cincuenta y tantos ser llamada 'niña' era algo bueno.
Aunque esta mujer tenía la experiencia y la autoridad para llamarla niña.
"¿Cómo has estado, Julia?" Preguntó Agatha mientras entraba.
La mujer, a pesar de que estaba en su setenta y se movía lento, mostraba un entusiasmo único en los ojos y movimientos tan sofisticados como elegantes.
Ella era Julia Ackermann, madre de un millonario reconocido en Europa y ella fue quien construyó la fortuna inicial.
Agatha la conocía del pasado cuando ella dirigía la empresa de su familia y que posteriormente vendió a esta mujer.
También cuando su esposo se metió en algunas organizaciones humanitarias, Agatha trabajó al lado de esta mujer para ayudar a su esposo a conseguir ayuda.
"Lo más bien que podría estar con un niño nuevo en casa." Respondió Julia y gritó. "Deja de esconderte y sal. No seas tímido."
El grito trajo a una pequeña bola de pelos que vino caminando hacia ellos.
Pelaje blanquecino, un rostro humanoide y pequeño dando la impresión de que era un niño de dos o tres años.
Sus pies eran grandes y sus ojos azules mostraron la curiosidad y el entendimiento de un niño, que parecía mayor.
"Gazí crece rápido. Más rápido de lo que imagine cuando una conocida me pidió cuidar un niño." Dijo la anciana mientras el pequeño se ocultaba detrás de sus piernas y sonriendo, murmuró. "Y es un pequeño tímido, que se escondería si alguien decide robar la casa y lastimarme."
"¡Nunca!" Exclamó la pequeña criatura sacando pecho mostrando un lado serio.
¿Cuántos meses pasaron desde que nació? Ahora parecía tener casi dos años y se había desarrollado demasiado rápido tanto física como mentalmente.
Dando la impresión de que había sacado lo mejor del lado humano y bestial.
"Valiente." Exclamó Agatha sonriendo en calma.
El modo que nació el Barbegazi fue sin duda un asunto cuestionable y normalmente la sociedad no lo aceptaría y lo llamaría aberración, pero no lo era para Agatha.
Aun así, no podía cuidarlo ella misma y en todos los conocidos que tenía o que estaba en contacto Julia era la mujer perfecta.
"Valiente, imprudente, territorial y extremadamente protector." Dijo Julia y sonriendo, contó. "Quiso luchar con el conejo del vecino y casi se enfrenta a niños del vecindario."
"¡El conejo estaba comiendo las verduras de nuestro jardín!" Refunfuñó el Barbegazi y en voz baja, murmuró. "Y los niños lastimaron a un ave."
"Sí. El ave que cuida tanto para que se recupere." Murmuró Julia y agitando la cabeza mientras palmeaba la del pequeño, pidió. "Tráela para que la señora cuide de ella. Es una heroína que puede curar cualquier cosa."
El pequeño se movió de inmediato hacia la habitación trasera y Agatha levantó la mano para ocultar el sonido en ambos.
"Resguardaré la seguridad de los alrededores para que los niños no se adentren." Dijo Agatha en calma.
Julia, al contar la historia de los niños, trataba de decirle a ella que no podía ocultar al Barbegazi demasiado.
"Aun así, es insuficiente. Es un niño, Agatha. Tan imprudente, ingenuo y juguetón como uno." Respondió Julia y frunciendo el ceño, afirmó. "Necesita un igual."
Un igual.
¿En este gigantesco mundo había otro como él? Para Agatha era difícil de precisar.
El mundo estaba lleno de personas y algunas tenían un amor por los animales que superaba las barreras morales y había cambiaformas con esta mentalidad.
Algunos como Corina eran druidas en Terra nova y aprendieron de comunidades muy reservadas que no enseñaban a cualquiera.
A diferencia de otros, Corina tuvo conocimiento para cambiar totalmente de forma a un nivel biológico y muy pocos podrían lograr ese cambio, al menos por ahora.
"No puedo hacer demasiado. La india ha tenido un surgir de cambiaformas y druidas, aunque no puedo asegurar si algunos crean pueblos en donde… Esto suceda." Dijo Agatha y observando a julia, aseguró. "Incluso si lo hay, dudó que sean igual que él."
¿Qué clase de conocimiento aprendió Corina en Terra nova? Ella literalmente se transformaba en un gorila a nivel biológico y era capaz de volver a cambiar de forma manteniendo a su hijo en su vientre.
Lamentablemente, cualquier conocimiento murió con esa mujer y si bien este mundo era grande, las mentes brillantes eran raras.
"Entonces hay que esperar el momento que se revele. Puede hacerse pasar por una bestia mágica, supongo." Dijo Julia y dando una mirada pensante, murmuró. "Aunque tendremos que cambiar un poco la política local. Suiza es un buen lugar para introducir nuevas reformas."
La facilidad con la que hablaba de cambiar la política local sería sorpresivo para cualquiera que no conociera a la mujer.
Era una política nata con un sentido para los negocios expertos y a pesar de que se retiró a este lugar frío, seguía siendo respetada y admirada a nivel internacional.
No sería raro que consiguiera lo que se proponía y más cuando tenía dinero y contactos a su espalda.
"Me hubiera gustado que te unieras a la iglesia." Dijo Agatha con honestidad.
El dinero no era un problema y más cuando la iglesia había obtenido una enorme riqueza almacenada y como si fuera poco, algunos hombres de negocios donaban.
A lo mejor no era como la Empresa Cosmos, que estaba construyendo la ciudad y gastaba la mayor parte de la riqueza mientras se expendía lentamente, aun así, era suficiente para mantenerse.
Lo que necesitaban eran individuos hábiles para moverse en la política y en los negocios, que tuvieran experiencia y Julia entraba en ese estándar.
"No eres la primera que viene en busca de que salga de mi retiro y la respuesta es la misma. Soy vieja." Respondió Julia y al notar que estaba curiosa, explicó. "Una mujer vino de la Iglesia del Orden. Auriane Delacroix era su nombre. Quería que me uniera a la Iglesia del Orden."
Antes de que continuara, el Barbegazi vino trayendo un águila con una herida en la pata y en las alas junto a una cabra.
"¿Por qué trajiste la cabra?" Preguntó Julia y agitando la cabeza, al ver que le daban una sonrisa, murmuró. "Eres problemático."
No se notaba enfadada, sino que refunfuñaba como una anciana cansada.
Agatha en respuesta curó al águila y luego lanzó otro hechizo para verificar el estado de la cabra antes de darse cuenta de que está bien.
"Ohh…" Exclamó el pequeño al ver que el águila se levantaba y para sorpresa de Agatha no huyó.
"¿Te la quedarás?" Preguntó Agatha curiosamente
"¿Por qué quedármela? Es libre. Todos deberíamos serlo." Respondió el Barbegazi antes de salir a fuera para liberarla.
La cabra lo siguió de manera extraña y Agatha reconoció que era una cabra montés, que al parecer era salvaje.
"El mundo está cambiando, Agatha." Dijo Julia y antes de que ella asintiera, reveló. "Auriane vino porque la Iglesia del Orden ha notado movimientos raros en toda Europa. Los supremacistas de habilidades han aparecido y si bien algunos son detenidos por héroes, ellos se volverán un problema."
Los supremacistas de habilidades eran algunas personas que hablaban de que ellos eran el futuro evolutivo de la humanidad.
Y como la futura raza, ellos debían estar al mando.
"Gran Bretaña ha estado liberada de estos problemas. Dicen los rumores que las malas hierbas son cortadas, pero en otras naciones no es lo mismo." Detalló Julia y con una expresión seria, reveló. "Lo peor es que hay algunos grupos que no se meten en lo ilegal, sino que juegan con las reglas y la historia tiene ejemplos de lo que sucede cuando un idiota que se cree superior lidera."
Agatha había escuchado varias historias de usuarios de habilidades que entraban a la política y usaban sus habilidades para hacer política y ellos estaban obteniendo bastante atención.
Algunos eran directos con el discurso sobre que ellos debían ser los que lideraran al ser una raza, pero otros actuaban moderadamente y jugaban tanto con los medios como con la imagen.
La Iglesia del Orden estaba en Europa y era posible que Auriane estuviera enfrentándose a esos lunáticos.
La Iglesia del Tiempo y el Espacio también apoyaba tratando de traer orden a estas tierras, aunque no al nivel que la Iglesia del Orden.
"Lo comprendo, pero no es como si pudiera hacer algo." Dijo Agatha agitando la cabeza en calma.
Podía encargarse de aquellos que criminales que asaltaban bancos, llevaban a cabo secuestros o se movían por el bajo mundo.
A diferencia de los héroes que aparecían en el momento, ella podía evitar que sucediera moviendo sus fuerzas, pero por lo demás no era como si pudiera detener lo que pensaban las personas.
"Por favor, Agatha. He conocido a tu hijo y he visto cómo trabaja y con quien trabaja." Dijo Julia en un tono serio.
Ambas se miraron y eventualmente Agatha suspiró.
"Hablaré con Auriane Delacroix para ver si podemos trabajar juntas." Respondió en calma.
No iba a traer a Jezabel y más cuando ella estaba distraída por los héroes y sus propias bromas raras.
Sin embargo, fue suficiente para Julia que asintió.
"También deberías preocuparte un poco más por las bestias mágicas." Añadió Julia y al ver su mirada, se rio y dudó. "¿Qué? Pareces de buen humor y tenía que aprovechar. Además, he escuchado que algunas están obteniendo inteligencia. Solo digo, que debería ser lo mejor ayudar ahora, que cuando sean fuertes y odien a los humanos."
—Puedo encargarme de eso si quieres.
Una voz repentina sonó en la mente de Agatha y ella suspiró por todo.
"Para ser alguien que estás retirada sigues siendo mandona. Quizás deberías dejar de dar órdenes y salir del retiro." Dijo Agatha sonriendo sin estar molesta y en calma, agregó. "Veré si puedo. Luego tengo que ver a una niña capaz de ver espíritus y luego tengo que preparar a mis hijas para su primer día de escuela."
En su mente aceptó que Jezabel se encargara y aunque podía ser problemático, lo dejó estar y no se preocupó por las consecuencias.
Después de todo, todavía tenía que visitar a Esmeralda, que estaba en un nuevo orfanato de la iglesia y luego ir con sus hijas para ver cuáles eran los preparativos de ellas para el primer día de la escuela.
De Aurora no lo sabía, pero Alice seguramente pediría tener comida en vez de útiles de colores o algo específico.
Ir a ver a Esmeralda no solo era por su capacidad, sino que para ayudar a que controlara esa capacidad y tuviera una vida normal.
Al final había muchas tareas que hacer.
"Y no te preocupes por el crecimiento del chico. Con la afinidad a la energía mágica que tiene, probablemente viva más que muchos de nosotros." Añadió Agatha viendo a esa mujer.
A pesar de que no dio la pregunta en voz alta, que hablara de las bestias mágicas, revelaba que estuvo investigando.
Era normal cuando el niño que estaba cuidado en realidad crecía extremadamente rápido y el temor de que tuviera una corta vida estaba presente.
Aunque era una preocupación innecesaria y más cuando era probable que el Barbegazi creciera fuerte y más con la afinidad natural que tenía.
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En medio de la república centroafricana había un zoológico especial en donde algunos turistas acaudalados venían de vez en cuando.
Más que zoológico era algún tipo de reserva privada en donde ricos compraban las mascotas y las guardaban para que la cuidaran mientras ellos viajaban.
También tenían otros negocios ilegales como coliseos en donde ponían personas para que lucharan en contra de bestias y había grupos dedicados a capturar y cazar vida salvaje.
En la actualidad usaban bestias mágicas, queriendo capturarlas para desarrollar un negocio alrededor.
Sin embargo, este recóndito sitio estaba ardiendo mientras los que trabajaban en esta reserva gritaban y corrían, algunos encendiéndose fuego.
La causa del fuego no fue los usuarios de habilidades de la zona, los señores de la guerra, criminales, jugadores o el gobierno, sino que fue una niña con un pequeño cuaderno con anotaciones.
"Sitio ilegal en una nación desconocida. Listo." Anotó Jezabel sonriendo divertida.
Los gritos de las personas llegaban a sus oídos junto al olor, a carne quemada y tuvo que admitir, que a veces extrañaba su fase de pirómana.
Ver a las personas revolcarse tratando de quitarse el fuego mientras gritaban de dolor, miedo y pánico era divertido.
Agatha le permitió intervenir y como las vocecitas estúpidas en su cabeza le rezaban y le contaban varios secretos, ella sabía de este y varios sitios similares.
En este continente este sitio era el más antiguo y el más poderoso, al tener respaldo de individuos importantes y si continuaba, iba a ser el centro de la esclavitud de bestias mágicas en el continente.
Si es que no era peor.
"Una carnicería. Que cruel." Murmuró Jezabel mientras entraba a un almacén.
A su espalda estaba un turista corriendo en llamas, mientras que varios cadáveres eran carbonizados.
¿Había inocentes muriendo en este lugar? Quizás, pero a ella no le importaba demasiado y entró al almacén, observando las bestias colgadas.
Bestias mágicas que eran capturadas de los alrededores y que se le cortaba la carne, la piel y los órganos tan solo para mantenerlas vivas y con magia de curación tratar de que creciera.
Como la magia de curación no estaba tan desarrollada en este punto, los terrícolas no quitaban tantos órganos y se concentraban en el pelaje.
Arrancándolo, una y otra vez, volviendo locas las bestias.
Volando por el lugar, preguntándose si debía crear un villano bestial que odiara los humanos por los daños que ellos hacían, se detuvo y se giró.
"…"
En una esquina estaba una pantera negra ocultándose con magia de oscuridad primitiva y estaba cubriendo otras bestias.
¿Vino a rescatarlos? La duda despertó la curiosidad y ella leyó los pensamientos de esa débil bestia.
Fue criada en un zoológico como una mascota y fue educada siendo inteligente, al menos más que una bestia salvaje, y fue cuando la energía mágica entró a su cuerpo que esa astucia de animal, se convirtió en inteligencia.
Aprendió de los humanos, comprendió el idioma, controló instintivamente su magia y eventualmente decidió salvar a los suyos.
Y ahora estaba aquí.
"Amnestria… Lindo nombre." Murmuró Jezabel indiferente.
¿Debería llevársela y entregarle de mascota a Aurora y Alice? Era probable que Agatha se enfadara si ella se acercaba y le regalaba un gato gigante.
Aunque le gustaban los gatos, prefería los Tigres del Infierno, ya que eran más adorables.
O lo más adorable que una bestia que le gustaba quemar a otros podía ser.
Que se perdiera en sus pensamientos provocó que la bestia huyera aprovechando la oportunidad y Jezabel la dejó ir.
"Mi siguiente objetivo es un toro alimentado con núcleos mágicos por un mago lunático que desea cocinarlo para enviarle un plato como sacrificio a Gula." Leyó Jezabel el cuaderno que cambiaba constantemente.
Había múltiples voluntades por todo este mundo, algunas escuchando las molestas voces que rogaban por ella y otros simplemente miraban, dejando los cuadros de Alexa por todas partes.
Se enteraba de asuntos que eran potencial para algunas historias y un toro que estaba siendo alimentado para ser sacrificado, sin duda tenía potencial.
"Dejamos que sea alimentado y luego le revelamos cuál era su destino para que enloquezca o… ¿Le dejo creer que eran tributos y como obligación tiene que cuidar el territorio que controla?" Dudó Jezabel en voz alta.
La primera idea sonaba bien para la ruta de la destrucción de este mundo y si era sincera, le encantaba esa ruta al ser más divertido.
Podría llevar al extremo todo y mover los hilos para que héroes surgieran usando capuchas y máscaras, todo mientras esperaba que los villanos aparecieran para contrarrestarlos.
Sin embargo, Agatha iba a estar enfadada y prefirió tomar el otro camino.
"El segundo es el mejor. Estoy seguro de que habrá lunáticos que aceptaran darle tributos a un toro y si logra tener adoradores será lo mejor." Murmuró emocionada.
¿Y cómo no lo estaría?
Solo tenía que mover los hilos, alejar al mago y traer al gobierno o algunas personas los suficientes locas o desesperadas como para adorar a una bestia para que los proteja y antes de que se diera cuenta podría iniciar un culto sobre un toro que aceptaba alimento.
Y quien sabía, quizás luego de años tuviera los suficientes adoradores como para que alcanzara la verdadera divinidad.