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Capitulo VI

Me despierto en una habitación diferente a la que tengo en casa de los chicos, es de un blanco apagado y tiene algunas decoraciones en azul celeste, de fondo se escucha ruido de ruedas y algunas personas hablando entre ellas, no reconozco sus tonos, pero alcanzo a entender algunas palabras, como paciente y curas. Al parecer no logré encontrar a mis padres y los chicos me encontraron antes.

No sé como llegue hasta aquí, lo único que recuerdo es estar en mi cuarto con todo cerrado y con la música en un tono agradable, sentada en mi cama mirando a la pared donde se encontraban mis dos grandes amores. En ese momento no escuchaba nada, solo estábamos mi mente y yo, y al parecer no es muy bueno que digamos.

Cuando me siento mal solo tengo que mirarlos y todo se me pasa, pero esta vez no fue el caso, no se me pasaba, lo recordaba una y otra vez, todo el rato en bucle. Cuanto más dejará de intentar no recordar más lo hacía y su consecuencia eran peores, la rabia subía por mis piernas desde los pies, esa energía tan destructiva brotaba de mi ser con cada pensamiento, quería dejar de sentir esa sensación, pero era imposible, me quemaba y no podía resistirlo. Las lágrimas no ayudaban, dicen que cuando lloras sanas el dolor, pues en mi caso era lo contrario, era gasolina que brotaban por mis ojos y caía por mis mejillas.

Solo hago recordar esas palabras que se clavan como cuchillos en mi pecho, cada vez más profundamente hasta llegar a un extremo que ni lo pienso dos veces y sin saber como ni cuando cogí las tijeras y sin previo aviso y sin remordimiento me las paso por las muñecas, al momento un hilo de un líquido rojo sale del corte, no me alivia y vuelvo a pasarla, pero esta vez más profundo, esta vez sí que sale bastante sangre, pero no es suficiente, así que las clavo en mi muñeca izquierda y lentamente las deslizo con rabia, la sangre recorre mi muñeca más rápido que yo. Llevo una semana planeando como irme con mis padres, pero jamás pensé que lo intentaría de verdad, solo era una forma de desahogo, pero por lo que veo no lo logré, siempre fracaso en todo y hasta para matarme no sirvo.

Tengo las muñecas envueltas con vendas ensangrentadas, tendré unas buenas cicatrices, sigo observando la habitación y de la nada siento un dolor insoportable en la parte frontal de mi cabeza y es cuando recuerdo la caja de pastilla que me tomé. ¿En qué estaba pensando? Al cabo de un rato se me asa un poco el dolor y giro la cabeza y me encuentro con un Carlos dormido y una chica peli rosa dormida en su pecho. Sonrío al ver que no estoy sola y la sigo mirando, su rostro me sonaba de algo, pero no tengo la cabeza para pensar de donde exactamente.

Intento acomodarme mejor, pero fue inútil, casi no tengo fuerzas para levantarme y las muñecas me inician a escocer, creo que me abrí las heridas. La puerta se abre y pudo ver a Dani y Blas, los dos tienen los ojos hinchados, se nota que han llorado. Observan a la pareja que duerme en el pequeño sofá y al poco tiempo Dani se gira a ver como estoy, yo le sonrió cansada y él no tarda en acercarse y abrazarme. No sé cuanto tiempo tardamos en darnos el abrazo, pero no quiero soltarle, lágrimas caen por mi rostro, alguna son por el dolor y otras por saber que no estoy sola en este momento.

- ¡Dani! ¡Qué me ahogas! —Me quejo.—¿Dónde estoy?

- Vuelves a darnos esos sustos y no te hablamos. Estás en el hospital.

- ¿Qué son esos gritos? —Dice Carlos medio despierto y los chicos le echan una mirada que me dio hasta miedo.— ¿Por qué me miráis así?

- Carlos cariño ¿Qué tal si te fijas bien? —Le digo sentándome en la cama y mirándole fijamente.

- Mía, ¿eres tú? —Me mira frotándose los ojos pensados ​​que aún sueña.

- ¡No! soy Carolina su gemela. Encantada de conocerte no te jode. Pues claro que soy yo idiota.

- Hay mi pequeña, te he echado de menos estos días. — Se levanta y me abraza y sin esperármelo me grita en todo el oído derecho. —¡No lo vuelvas hacer!

- ¡Carlos! Tío mi oído ... Me vas a dejar sorda al final. Anda quítate pesado.— Lo aparto de mí y miro a los chicos.— ¿Cuánto tiempo llevó aquí?

- Tres días, tranquila el instituto ya está avisado.

- ¿Y los demás?

- David está fuera con Sonia y Tamara y Álvaro con Cristina.

- A vale y ¿quién eres?— Pregunté mirando a la chica.

- Soy Alba.

- ¿Recuerdas la chica que te hablé?—Pregunta Carlos a lo que yo respondí asintiendo. —Pues es ella.

-Encantada de conocerte. - Me acomodé en la cama y le decide una sonrisa.

- Y yo, a penas nos conocemos, pero me gustaría ser tu amiga y cuándo nos enteramos de que estabas, dejemos la grabación a medias y venimos.

- ¡Ya sé dé que me recuerdas! Eres Alba de Sweet California.

- Así que me conoces, ahora pasarán las demás y hablaremos como mujeres, así que vosotros tres fuera y que pasen las chicas.

- ¡Pero querremos estar con ella es nuestra hermana adoptiva!— Carlos se quejó con su voz de niño pequeño y poniendo esos morros tan adorables y yo me reí por lo bajo.

- Carlos, cariño no sigas así porque si no te quedas sin cola-cao.

- Como conoces mi debilidad, pues ahora les decimos que pasen.

Salen los tres con malas caras, sobre todo Carlos, río por lo bajo y miro a Alba, es tan dulce o por lo menos, yo la noto dulce, solo con la forma de hablar y de ser.

- Y ahora que estos no están, ¿qué tal si nos vamos conociendo un poco?

- Vale.

- Cuenta todo sobre ti.

- Me llamó Mía Fernández, soy la sobrina de Alex, tengo 15 años dentro de cuatro meses cumplo los 16, antes viví en un pequeño pueblo de ... — Me interrumpieron, unas tres personas.

- Hola, soy Sonia.

- Y yo Cris.

- Pues yo Tamara.

- Yo Mía, encantada.

- ¿Cómo te sientes?—Preguntó creó que fue Sonia.

- Débil y confundida aún.

- Bueno, los chicos fueron avisar a la doctora, pero antes de nada, ¿podemos saber el motivo del cual lo hiciste?

- Tranquila Cris, solo que quería estar con mis padres, aquí siento que estorbo.

- Eso es lo que tú crees, los chicos no han dejado el hospital ni un segundo y Carlos estaba tan deprimido que ni el chocolate le animaba, no sé cómo, pero te tratan como si fueras su hermana. —Dijo Alba, y eso es cierto, no me gusta ver a mis chicos destrozados por mi culpa.

- ¡Se terminó la reunión! —Dijo Dani, entrando con los demás.— Enana la casa sin ti no es lo mismo, bueno sin nosotros. Y cuándo te vi rodeada de toda esa sangre, se me salió el corazón y apenas tenía voz.

- Lo siento, pero quería verles de nuevo.

- Ya esta, ya pasó, ahora solo hay que mirar hacia delante. Mira me enteré de que eras GEMELIERS y te traje esto. —Dijo Cris, abrí la bolsa y me encontré una carpeta que tenía en cada cara la imagen de uno y en la otra el otro y no me lo podía creer estaba firmada y la máquina empezó a pitar más rápido. — Ya veo que te gustó.

- Gracias, pero no hay carpetas así, ¿de dónde la sacaste?

- Ser la novia de un famoso tiene sus ventajas, a otros mi madrastra es la tía de una de las primas de ellos.

- ¡Y esto es de nosotras! —Dijo Tamara entregándome una cajita, la abrí y era la sudadera de Daniel. Me quería morir, llevaba tiempo buscándola, pero no es lo único que había dentro. En el fondo había un sobre con unas cuatro entradas para un concierto de ellos, ya me quería morir pero de felicidad. —Os lo dije que le haría más ilusión las entradas que la sudadera.

- Jope, ahora nos habéis hecho sentir mal, ya que no tenemos nada que regalarle. — David miro hacia el suelo algo melancólico.

- No pasa nada bobo, me basta con veros, pero esos si. ¿Cuándo podré salir? ¡Tengo que asistir a un concierto!

- Tranquila, los estudios están bien, así que por la mañana podrás salir. Siempre y cuando el psicólogo te valore y del visto bueno -Dijo la doctora al entrar. Pero solo esperó que no te vuelva a ver por aquí. La vida es un regalo y tú eres muy joven y en buena forma como para desperdiciarla de esa mala forma.

- No lo haré más lo prometo, pero ¿puedo salir ahora?

- Aún no, estás algo débil y el psicólogo no te examinó. En un rato vendrá hacerlo.

La doctora se fue y yo me quedé mirando la carpeta y las entradas. Ahora que tengo una meta que alcanzar, no volveré hacer estas tonterías, pasaré el examen ese con buena nota y me iré a casa tan rápido como me molde.

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