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Laberinto encantado

Un fresco aire revoloteo el pelo de Rubí. Ella se encontraba en un debate mental, si huir o rendirse.

El líder Iker esperaba una respuesta de código A79, pero ella sólo parpadeo dos veces.

Rubí sabía que no tenía escapatoria, no podía burlar la autoridad alienígena ya que era una novata en el Planeta Tierra. Sería llevada justo cuando pensaba seguir adelante por sí sola y proteger desde la distancia a Caleb y Etna.

Sin embargo, todo se fue al abismo.

- Entendido. - fue lo que respondió ella, resignada a ser llevada y esto conlleva a que sería devuelta a su Planeta Venus. Pero antes, debían de capturar a código X87 y D56.

¿Acaso ellos ya fueron confinados?

Rubí se puso de pie. El líder Iker no tuvo que usar la fuerza ante ella. Supo que era débil como cualquier mujer, en pocas palabras como un ser humano.

La mano derecha del líder, se colocó al lado de código A79. Le haría una pregunta antes de llevarla al confinamiento.

- Tienes información de tus compañeros. ¿Alguna idea de dónde se encuentra código D56 y X87?

Rubí rápidamente bloqueó su mente de los últimos recuerdos de código D56. Sólo sabía de él pero menos de código X87. No quería para nada que Lou fuera encontrado por su culpa y menos que se enterarán quienes cuidaron de ella.

Estaba segura que la someterían a una evaluación rigurosa.

- No sé nada de ellos. Para nada los recuerdo. - contestó ella firmemente.

El líder Iker y Elina se miraron entre sí. Por alguna razón no podían confiar en la palabra de ella. Bueno, más tarde lo averiguarian.

Su mayor objetivo era código D56. El líder Iker quería encontrarlo cuanto antes. Sabían que tendrían en sus manos al gran supremo del Planeta Marte.

Pero tener a código A79 capturada ya era una misión completa, aun así no se darían el lujo de bajar la guardia.

El Escuadrón UECRA era invencible y poderoso; nadie sería capaz de pasar sobre ellos.

Después de todo, eran seres alienígenas, quienes poseían una fuerza desconocido y que la tecnología que manejaban eran un misterio total.

Muy pronto, todo se tornaría oscuro.

...

En las afueras de la Ciudad Solé, en medio de un lugar desconocido y misterio, Jeff seguía caminando en busca de una salida. Todavía llevaba a Etna en su brazo.

Se detuvo, no porque estuviera cansado, sino por más que caminará sentía que iban en círculos.

Por supuesto que para Jeff fue extraño que no encontraran un camino o una salida a la vista.

Entonces bajó a Etna.

Ella tampoco fue tonta al no darse cuenta que caminaban en círculos. Inclusive pensaba decirle a Jeff pero imaginar que tal vez él se molestaría, prefirió callar.

- Espera aquí y no te muevas para nada. - ordenó él.

Etna asintió, bajo su vista al suelo. Ella quería decirle a Jeff que esto parecía encantando. Quizás sonaría tonto e ilógico pero Etna tuvo ese presentimiento, así que dispuesta a como la viera Jeff, levantó su cabeza.

Sin embargo, la sorpresa que se llevó fue que él ya no estaba por ningún lado.

<<¿P-Por dónde se fue?>>

Los enormes arbustos y árboles eran cierto obstáculo para caminar y para mirar con claridad.

El cielo nublado y el clima frío le daban un aspecto tétrico a todo el lugar. Incluso el denso silencio era estremecedor.

Enseguida cierto temor la invadió. Estar sola en medio de la nada la hizo sentir observada. Estaba a punto de buscar a Jeff, y sin embargo, se detuvo.

Si su especulación de encontrarse en un laberinto mágico era cierto, entonces no debía moverse para nada como dejó ordenado Jeff.

Solo tranquilizarse y esperar a que él llegará.

A la vez, Jeff ponía en marcha su mente, lento y preciso. Buscando para saber qué tipo de poder rondaba por el lugar.

Y lo encontró a la velocidad de la luz. Era una especie de poder muy difícil de desvanecer ya que se trataba de una fuerte protección que residía por todo el lugar.

<<¡Demonios! Este hombre fue cauteloso desde un principio. Ahora ya entiendo porque nos dejó ir. De seguro se divierte al observarnos. ¡Ya verás como hago añicos tu maldita protección!>>, pensó Jeff con total exasperación.

En efecto, el Presidente Orson desde su sofá, dentro de una habitación con una pantalla inmensa, observaba los movimientos de Jeff, mirando con satisfacción la imagen en tiempo real de lo que pasaba allí afuera.

Se llenaba de intriga por saber cómo se las arreglarían para escapar del laberinto sin salida.

- Veamos de qué eres capaz. Quiero ver tus poderes chico engreído. - dijo el presidente en medio del silencio.

Él se mantendría al margen. No iba actuar para nada, aunque no olvidaría el hecho de que fue derribado por Jeff. Sólo necesitaba ver los movimientos de él y así para la próxima vez contraatacar audazmente.

Los minutos transcurrían, y Etna ya estaba impaciente porque Jeff ya se había tomado su tiempo.

Ella pensó que tal vez la abandonó a su suerte.

¡¿En serio el chico apuesto la dejó en medio de la nada?!

Ella negó con su cabeza, era imposible que él la haya dejado. Sino nunca se hubiera atrevido a salvarla desde el principio. Se dijo que tenía que confiar en él, pase lo que pase.

- ¿Q-Qué debería hacer? Ya es tarde y mi hermano debe estar buscándome. - se lamentó ella misma. Pensaba en su hermano Caleb, quien lo más probable la estaría buscando; recorriendo cada lugar para encontrarla.

Se abrazo a sí misma, deseando una esperanza de salvación.

Y al siguiente segundo, escuchó unos pasos que se acercaban. Rápidamente busco con su mirada y entonces apareció él, quien caminaba a pasos lentos.

Ella tuvo que parpadear tres veces ante lo que veía. Jeff estaba con el torso desnudo.

¡¿Por qué él apareció de esa manera?!

Etna no lo podía creer. Quedó impactada ante ese cegador resplandor.

Sus ojos de ella viajaron por el esbelto y fornido cuerpo de Jeff; admirando su tez marfil, sus hombros anchos pero sobretodo lo que la shockeo fueron las marcas o un tatuaje como ella misma dedujo.

Era un extraño símbolo o una figura indescifrable de color negro intenso, desde su cuello hasta su clavícula, dándole un toque de chico callejero.

Entonces, ¿este chico en verdad es un delincuente?

Ella pasó saliva, inconscientemente retrocedió hasta chocar contra un árbol.

No entendía por qué Jeff se le acercaba como una bestia serena pero con la intención de atacar súbitamente.

Cada paso de Jeff era forzado a pesar que caminará en cámara lenta.

Sólo se decía por dentro: " Lo haré, lo haré...¡solo para distaerla!."

No estaba muy convencido en lo que iba hacer.

Para él sería algo épico; algo que tal vez lo marcaría de por vida y también estaría a punto de experimentar.

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