Siguiendo las instrucciones de Jev, caminé hacia Whitetail Lodge.
Desde el escritorio de la recepción, llamé un taxi. Incluso de no haber sabido que mi madre estaba en el comedor, igual no la habría llamado. No estaba en condiciones para hablar. Mi cabeza estaba llena con demasiado ruido. Los pensamientos zumbaban, pero yo no hice ningún esfuerzo para callarlos.
Me sentí a mi misma apagarme, muy abrumada para recapitular todo lo que había pasado esta noche.
En la casa, escalé las escaleras hasta mi habitación. Me desnudé. Pasé una camiseta sobre mi cabeza. Me acosté en posición fetal bajo mis sabanas y me dormí.
Me desperté abruptamente por el sonido de unas pisadas fuera de mi habitación. Debía haber estado soñando con Jev, porque mi primer pensamiento nublado fue, es él, y me llevé la sabana hasta la altura de mi mejilla, preparándome para su entrada.
Mi madre abrió la puerta tan fuertemente que golpeó la pared.
—¡Ella está aquí! —gritó sobre mi hombro—. ¡Está en la cama! —Se acercó a mí, llevándose mi puño hasta su corazón como si pudiera evitar que se saliera de su pecho—. ¡Nora! ¿Por qué no me dijiste a dónde habías ido? ¡Hemos estado conduciendo por toda la ciudad buscándote! —Ella estaba jadeando, sus ojos salvajes y frenéticos.
—Le dije a la recepcionista que te dijera que le pedí a Vee que me diera un aventón —respondí. Pensándolo de nuevo, había sido algo irresponsable. Pero en ese momento, viendo como mi mamá brillaba en compañía de Hank, todo lo que podía pensar era en como mi presencia era una intrusión.
—¡Llamé a Vee! Ella no sabía de qué le estaba hablando.
Por supuesto que no. No lo había llevado tan lejos. Gabe había llegado antes de tener la oportunidad.
—No puedes volver a hacer eso —dijo mamá—. ¡No puedes hacerlo nunca más!
Aunque sabía que no ayudaría, comencé a llorar. No era mi intención asustarla o hacer que fuera a buscarme. Fue solo que cuando la vi con Hank...
Por mucho que quisiera creer que Gabe se había alejado de mi vida por bien, su amenaza de que no había terminado conmigo aún seguía fresca en mis pensamientos. ¿En qué me había metido? Consideré lo diferente que habría sido mi noche si hubiese mantenido la calma y me hubiera ido del 7-eleven cuando Gave me dio la oportunidad.
No. Hice lo correcto. Si no hubiese entrado, P.J. probablemente no habría sobrevivido.
—Oh, Nora.
Dejé que mi madre me abrazara y presionara mi rostro contra su blusa.
—Esto fue solo una terrible pesadilla, eso es todo —dijo—. Seremos más cuidadosas la próxima vez—Escuché las tablas del pasillo, miré para ver a Hank acercarse al marco de la puerta—. Nos diste un gran susto jovencita. —Su voz era suave y calmada, pero había algo casi lobuno en sus ojos que hacía que me diera escalofríos en todo el cuerpo.
—No lo quiero aquí —le susurré a mi madre. Aunque estaba segura de que no había validez en alguna a mi más reciente alucinación, me perseguía. No podía dejar de imaginarme a Hank empujando las rejas de la jaula. No podía sacarme las palabras que había dicho. Lógicamente, sabía que estaba proyectando mis propios miedos y ansiedades en él, pero como sea, quería que se fuera.
—Te llamo más tarde Hank —dijo mamá tranquilizadoramente—. Después de calmar a Nora. Gracias de nuevo por la cena, lo siento mucho por la falsa alarma.
Él hizo un gesto.
—No te inquietes. Olvidas que tengo a mi propia reina del drama bajo mi techo, aunque lo menos que puedo decir es que ella nunca había hecho algo así. —Él rió, como si de verdad hubiese encontrado divertido algo de lo que dijo.
Esperé hasta escuchar sus pasos en el pasillo. No estaba segura de cuanto decirle a mi madre, especialmente desde que Jev dijo que la policía no podía saber nada y temía que todo lo que dijera llegara a los oídos del Detective Basso, pero habían pasado muchas cosas esta noche como para no decirle a nadie.
—Conocí a alguien esta noche —dije a mamá—. Después de irme de Coopersmith. No lo reconocí, pero él dijo que ya nos conocíamos. Debí haberlo hecho en los últimos cinco meses, pero no puedo recordarlo.
Me presionó aun más fuerte
—¿Te dijo su nombre?
—Jev.
Ella había estado conteniendo la respiración, pero se le escapó un poco de aire.
Me preguntaba que significaba esto. ¿Había esperado otro nombre?
—¿Lo conoces? —pregunté. Quizás ella podría recordarme sobre él.
—No. ¿Te dijo cómo te conocía? ¿De la escuela quizás? ¿O de cuando trabajaste en Enzo ́s?
¿Yo había trabajado en Enzo's? Esto eran noticias para mí, y estaba a punto de recordarlo cuando sus ojos volvieron a los míos.
—Espera. ¿Qué vestía el chico? —Hizo un gesto de impaciencia—¿Cómo era su ropa?
Sentí que mi frente se frunció en confusión.
—¿Qué importancia tiene?
Se levantó, luego caminó hacia la puerta y de regreso a la cama. Como si se hubiera dado cuenta de lo ansiosa que parecía, se quedó frente a mi tocador y examinó una botella de perfume despreocupadamente.
—¿Quizás tenía un uniforme con un logo? ¿O estaba vestido enteramente de un solo color? Como... ¿negro?
Ella claramente me estaba guiando, pero ¿Por qué?
—Tenía una camiseta blanca con azul de béisbol y un par de jeans.
Líneas de preocupación formaron unos paréntesis alrededor de su boca, que estaba fruncida mientras pensaba.
—¿Qué no me estás diciendo? —pregunté.
Las líneas de preocupación aparecieron alrededor de sus ojos.
—¿Qué sabes? —demandé.
—Había un chico —comenzó.
Me senté derecha.
—¿Qué chico? —No podía dejar de preguntarme si estaría hablando de Jev. Y me encontré a mi misma deseando que fuera así. Quería saber más de él.
Quería saber todo sobre él.
—Él vino un par de veces. Siempre vestido de negro —dijo con obvio desagrado—. Él era más mayor y, por favor no lo tomes a mal, pero no podía imaginar que había visto en ti. Había dejado la escuela, tenía problemas de apuestas, y trabajaba limpiando mesas en Borderline. Quiero decir, ¡por el amor de Dios! No tengo nada contra limpiar mesas, pero era casi para reírse. Como si él pensara que tú te ibas a quedar en Coldwater por siempre. Él no se relacionaba con tus sueños, ni hablar de estar a la par contigo. Me habría sorprendido mucho si hubiese tenido la determinación de ir a la universidad.
—¿Me gustaba? —Su descripción no sonaba como Jev, y yo no estaba lista para dejar de pensar en eso.
—¡Apenas! Siempre me hacías inventar alguna excusa cuando llamaba. Eventualmente se dio cuenta y te dejó tranquila. Todo el asunto duró muy poco. Un par de semanas quizás. Y siempre me preguntaba si él sabía algo sobre tú secuestro. No quiero ser dramática, pero parecía que una nube gris se había posado sobre ti el día que lo conociste.
—¿Qué pasó con él? —Me di cuenta que mi corazón estaba latiendo rápido.
—Dejó el pueblo. —Negó con la cabeza—. ¿Ves? No pudo haber sido él. Entré en pánico, eso es todo. Yo no me preocuparía por él —agregó, acercándose y dándome palmaditas en la rodilla—. Probablemente está al otro lado del país en este momento.
—¿Cuál era su nombre?
Ella dudó sólo un momento.
—Sabes, no recuerdo. Algo con P. Peter, quizás. —rió más fuerte de lo necesario—. Supongo que eso prueba lo insignificante que era.
Sonreí ausentemente a su chiste, todo el tiempo escuchando la voz de Jev retumbando en mi mente.
"Nos conocíamos. Nos conocimos hace cinco meses, y yo fui malas noticias al momento en que posaste tus ojos en mí."
Si Jev y este misterioso chico de mi pasado fuera uno y el mismo, alguien no me estaba dando la historia completa. Quizás Jev era problemas. Quizás era lo mejor para mí irme en la dirección opuesta.
Pero algo me dijo que no era porque él era esa persona ruda e indiferente como trataba de convencerme que lo era. Justo después de las alucinaciones lo había escuchado decir, "Se supone que tú no estarás más en esto. Ni siquiera yo puedo mantenerte segura."
Mi seguridad significaba algo para él. Sus acciones de esta noche lo probaron. Y las acciones dicen más que las palabras, me dije a mi misma gravemente. Lo que dejaba sólo dos preguntas. ¿En qué se suponía que no debería estar? Y en cuanto a los dos—Jev y mi madre— ¿Quién estaba mintiendo?
Si ellos pensaban que yo estaría feliz con sentarme y posar mis manos sobre mi regazo, el modelo perfecto de una dulce, e ignorante chica, no estaban siendo tan inteligentes como pensaban.