En el aeropuerto.
Para cuando Sheng Yize llevó a Chi Yuanfeng de regreso a Ciudad Yu, eran las dos de la mañana.
Apenas salieron del aeropuerto los periodistas los plagaron. Sheng Yize empujó a Chi Yuanfeng hacia la multitud y bajó su gorra.
—¡Nos vemos!
—Aaah. Hermano, ¿¡cómo puedes hacerme esto!? —Chi Yuanfeng chilló, mientras Sheng Yize dejó el aeropuerto rápidamente. Apenas subió a su auto, recibió una llamada de Abuela Sheng.
—Yize, ¿ya regresaste? ¡Xiaxia está perdida!
Su expresión se volvió seria de inmediato.
—¡Fuera! —le gritó al chofer.
Él salió del auto, Sheng Yize pisó el acelerador y el auto salió a la velocidad de la luz. Llegó al hospital lo más rápido posible, donde lo recibió una ansiosa Abuela Sheng.
—Ninguna cámara la captó saliendo del hospital, pero tengo gente buscándola por todas partes y todavía no podemos encontrarla.
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