Al ver a su hermano mayor, An Xiaxia sintió que acababa de encontrar a su mecenas. Dejó salir todas sus quejas a la vez.
—Hermano... Hermano... —rompió en un llanto convulsivo y apuntó a Sheng Yize detrás de ella—. ¡Ahí está!
—¿El fantasma... de la ópera? —dijo An Yibei con un rostro inmutable.
Ella dejó de llorar de inmediato, perpleja por la ironía de su hermano. Hasta Sheng Yize, atrás de ellos, no pudo evitar quedar sin palabras.
—Xiaxia —una vez que dejó de llorar, An Yibei dijo con desdén—, ¿crees que puedes llorar tan hermosamente como las actrices de dramas coreanos? Nunca tienen narices moquillentas cuando derraman lágrimas. ¿Tienes idea de lo fea que te ves ahora?
—¿Tan mal me veo? —lloriqueó y preguntó lastimosamente.
—Sí. Así es —respondió firmemente. Al ver que iba a llorar de nuevo por su duro comentario, le dio un empujoncito—. Ve a lavarte la cara. Yo me encargaré.
Support your favorite authors and translators in webnovel.com