Tan pronto como estuvieron fuera de la habitación, Zaki le habló como un viejo sabio.
—Mira, Sei, sería vergonzoso hospitalizarla solo por una resaca, ¿entiendes? Y ella es una dama, ¿quieres que se avergüence? —le manifestó, y como era de esperar, sus palabras eran como un viento mortal que extinguió el deseo de Sei de llevarla al hospital.
—Entonces, dime... ¿qué hago para aliviar su dolor? —le preguntó Sei con la misma voz ansiosa.
—Cálmate, espera... hay algunos consejos que vi que pueden ser útiles. —le respondió Zaki con calma y Sei sintió cierto alivio por sus palabras.
Pero cuando Zaki sacó su teléfono y escribió: cómo mejorar una resaca; en el buscador, la expresión de Sei se volvió increíblemente fría. Como si con su intensa mirada le dijera que no confiaba en los resultados que ahí aparecían. Zaki lo miró cautelosamente.
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