Li Yao ni siquiera podía imaginar lo triste, doloroso y desesperado que debía estar Ba Yanzhi cuando sus células se desmoronaron, convirtiéndolo en una piscina sucia de 'sopa de genes', y se vio obligado a ocultarse veinte mil metros bajo tierra sin acceso a la luz del sol para el resto de su vida.
Solo la idea de un futuro tan miserable era suficiente para volver loco a alguien.
Aun así, Ba Yanzhi no renunció a la resistencia. Esculpió los sentimientos cuando bebió el "Agua divina de Kunlun" de diferentes fórmulas en la pared de la cámara secreta, con la esperanza de dar algo de iluminación a los recién llegados.
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