Anciano He

El rostro de Xiao Yan era frío e indiferente. El loto de fuego púrpura y verde en su mano atacó cruelmente el rostro horrorizado y sorprendido perteneciente a Lei Na. Por el aspecto de la fuerza feroz, era evidente que el primero no tenía intención de mostrar compasión.

—¡Paren!

Sin embargo, en lo que el loto de fuego se encontraba a escasos dos pies de Lei Na, un viejo grito bajo fue transmitido de repente desde la distancia. Ya que la fuerza del Dou Qi contenido en el grito era fuerte, hizo que los tímpanos de los estudiantes en esa área fueran sacudidos hasta que ellos sintieran dolor.

El rostro de Xiao Yan cambió ligeramente al escuchar el grito. Un pensamiento destelló rápidamente en su corazón. Detuvo a la fuerza la cruel mano aplastante en el aire. Aunque ese fue el caso, la alta temperatura en el loto de fuego todavía incineró en un instante el cabello de Lei Na en un montón de cenizas.

—¡Chi!