Doris sabía que había cometido un terrible error en el momento en que lo dijo. Golpeó con su dorada cola de pez en la superficie del océano, levantando un salpicón de olas y agua.
En medio del salpicón, su cuerpo se difuminó de repente. A pesar de que el poder espiritual de Lucien y la fuerza de voluntad de Natasha estaban fijos en ella, ambos sintieron que habían perdido el objetivo de repente. ¡La vieron hacerse transparente y fundirse sin una señal, como la nieve que se había topado con el sol de julio!
Doris se había fundido del todo tras un momento. Se unió al océano, y la espuma blanca surgió en el océano, reflejando la tenue y pálida luz del sol.
Lucien ya no podía sentir a Doris con su poder espiritual, como si ella se hubiera fundido de verdad en el océano. O mejor dicho ¡cada partícula de espuma era ella!
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