Lucien se inclinó ante el público una y otra vez. Y el estruendoso aplauso seguía en marcha. Y la gente en la plaza seguía gritando a todo pulmón.
Todos esos nobles y músicos famosos en la sala estaban conmovidos, y ellos, especialmente los nobles, no habían estado tan profundamente conmovidos desde hace mucho tiempo. Solían olvidar sus propios sentimientos, alegría, tristeza, amor, ira, solo para ser menos vulnerables.
No obstante, nadie pudo resistir el poder de la música. Los nobles seguían siendo seres humanos. A pesar de que muchos de ellos habían despertado sus Bendiciones, ser físicamente fuertes no podía convertir sus corazones en rocas.
La belleza de la música fue compartida por todos, sin importar el status social, el género o la edad.
Solo unos pocos fanáticos religiosos permanecieron relativamente en calma.
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