Encarándose con el escudero, Lucien respondió cortésmente:
—Soy un amigo de John. Le estoy buscando para decirle algo importante.
El hombre de pelo rubio oscuro, Ian, exhaló un resoplido de desprecio.
—¿Por qué debería confiar en ti? ¿Solo porque dices ser amigo de John? John y otros escuderos de caballero están entrenando. No puedo dejarte entrar, a menos que tengas pruebas de tu identidad.
Obviamente, Ian no se llevaba bien con John. Lord Venn siempre tuvo a John en alta estima, lo que hizo que Ian se sintiera más celoso. A sus ojos, John era solo un pobre estúpido que, de alguna manera, tuvo la oportunidad de convertirse en escudero y siempre estaba recurriendo a las reglas del caballero para complacer a Lord Venn, además estaba mejor educado y tenía más talento, sin duda.
Otro escudero, Durago, sentía lo mismo. Por lo tanto, se quedó allí mirando simplemente mientras Ian le hacía pasar un mal rato al recién llegado.
Ian pensó que un pobre joven como el que estaba frente a él se asustaría ante la posición de un escudero. Si fuera el caso, el joven podría darse simplemente por vencido o empezar a rogarles de rodillas.
Después de pasar por tantas dificultades y desafíos, Lucien entendió con total claridad a qué se enfrentaba. En su opinión, era ridículo ver a los dos escuderos tratando de atacarle, a un don nadie.
Lucien respondió seriamente:
—El amigo de John está en serio peligro. Si John no puede regresar a tiempo para evitarlo, ambos serán responsables de las consecuencias. Estoy bastante seguro de que Lord Venn no estaría para nada contento con lo que están haciendo aquí.
Sabían que Lord Venn era un noble con una vida ligada de una forma muy estricta a las reglas de los caballeros. Si Lord Venn se enteraba de que sus hombres violaban las reglas, los castigaría severamente y los echaría de sus tierras sin dudar.
—¡Cómo te atreves a amenazarme, pequeño bastardo! —Dando un paso adelante, Ian estaba tan furioso que estuvo a punto de sacar su espada de caballero.
Lucien podía sentir la presión proveniente del escudero de alto nivel. Incluso los guardias que estaban detrás de él se sintieron asustados.
Lo que estaba fuera de su expectativa era que Lucien seguía siendo el mismo, tranquilo y serio. Preguntó con severidad:
—¿Me vas a matar, a un muchacho inocente y desarmado, ahora mismo?
Parecía que no estaba afectado por la posición de Ian en absoluto. Su fuerza de voluntad era más fuerte que la amenaza.
—¿Has escuchado lo que dije? —Ahora era el turno de Lucien de dar un paso adelante—. ¿Todavía quieres ser caballero?
La ira de Ian estaba ardiendo en sus entrañas, pero sabía que si mataba a este bastardo, su futuro título, rango, tierra y señorío desaparecerían. Él no era estúpido.
Durago trató de hacer la situación más fácil para Ian. Después de echarle a Lucien una mirada desagradable, Durago arrastró a Ian de vuelta.
—No pierdas el tiempo en esto.
—No permitas que te vuelva a ver —dijo Ian maliciosamente. Luego regresó directamente hacia la mansión.
La cara de Durago tenía un aspecto sombrío. Se quedó allí, esperando a Ian.
No molestó a Lucien en absoluto. Tan pronto como se dio cuenta de que Ian y Durago estaban tratando de causarle problemas, Lucien metió la mano en el bolsillo en el que llevaba el anillo. El poder del anillo le ayudó a aumentar su fuerza de voluntad a un nivel superior que podría competir con un caballero de nivel uno. De tal forma, por supuesto, la presión de Ian, un escudero, no podía afectarlo.
Menos de cinco minutos después, Lucien vio a John salir corriendo por la puerta a toda prisa, seguido por Ian, que caminaba lentamente detrás de él. John se sorprendió mucho cuando reconoció que era Lucien.
—¡Estás aquí, Lucien! Pensé que eras tú quien estaba en peligro.
—Sígueme. Te lo explicaré.
Lucien se detuvo cuando estuvo seguro de que Ian y Durago no podían escuchar su conversación. Luego se volvió hacia John y comenzó a contar su bien preparada historia.
—Hace unos días conocí a un viejo y extraño mendigo —Lucien puso una expresión de preocupación en su rostro—. Al principio solo se quejaban de los nobles y caballeros, pero más tarde, ayer, cuando no había nadie cerca, comenzaron a acusar a Dios. Y me di cuenta de que eran partidarios del diablo, quienes estaban realizando su pérfido trabajo de misioneros en Aalto. Estaba a punto de informar a la iglesia, pero vi que se estaban reuniendo en secreto con Jackson. Me temo que los pandilleros están involucrados con el hereje, y pueden aprovechar la oportunidad y vengarse de nosotros, o lo que es peor, de tus padres. Si puedes informar a Lord Venn directamente sobre lo que está sucediendo aquí, creo que los nobles y la iglesia le prestarán más atención.
Lucien miró a los ojos de John.
—Esa maldita escoria... Ahora están involucrados con el diablo. Sí, tienes razón. Debería informar a Lord Venn inmediatamente —John creyó en las palabras de Lucien directamente, sin ninguna duda.
—Y John, me temo que la situación es incluso más grave de lo que pensabas. Conté... ahora hay como unos diez mendigos en Aalto. Muchos de ellos... desaparecieron —Lucien continuó advirtiéndole, pero no pudo contarle a John lo que pasó en las alcantarillas.
Frunciendo el ceño, John pudo adivinar lo que les pasó a estos pobres indigentes:
—Sacrificio de sangre... —murmuró.
Lucien asintió con seriedad.
—Sí, eso es lo que estoy imaginando. Pero John, recuerda, no le digas a Lord Venn que fui yo quien lo descubrió. Me temo que algunos herejes buscarán vengarse de mí. No tengo poder para protegerme.
—Pero serás recompensado por informar de esto —dijo John.
Dando palmadas en el hombro de John, la cara de Lucien se suavizó un poco.
—Estoy más preocupado por mi vida, John. Recuerda pedirle a Lord Venn que no divulgue tu información tampoco. Tienes una familia que cuidar. Ellos tampoco saben cómo pelear.
—Lo haré. Siempre tienes tanto cuidado, Lucien —John asintió. No había nada más importante que su familia—. Pero si hay alguna recompensa, parte de ella sigue siendo tuya.
Prometió John.
Lucien sonrió,
—Gracias, John.
John se quedó un poco más con Lucien. Como Lucien les había dicho a Ian y a Durago que el amigo de John estaba en peligro, sería bastante sospechoso que John regresara a la mansión de inmediato.
Después de que John se marchase, Lucien decidió esperar unos minutos más para asegurarse de que todo iba como estaba previsto. Un rato después, Lucien se sintió aliviado cuando vio una fila de caballeros galopando por el campo. Además de John, había seis escuderos y un joven clérigo dirigido por un anciano caballero de aspecto serio.
Cuando Lucien regresó a Aalto, sintió cierta vibración bajo el suelo procedente de las alcantarillas. Los hombres de lord Venn ya estaban allí.
Por prudencia, Lucien decidió que no regresaría a las alcantarillas durante un tiempo. Últimamente se estaba centrando en analizar la magia.
Poco antes de que el reloj diera las ocho y media, Lucien llegó finalmente a su lugar de trabajo, la Asociación de Músicos, justo a tiempo para su turno.