Shen Yi se distrajo un poco por el olor del postre que había preparado su esposa, pero no se había olvidado de lo que le preguntó Lu Xiulan a Lu Xinyi. Caminó dando zancadas hacia Lu Xinyi y miró lo que había preparado en la olla.
—¿Quieres un poco? —le preguntó Lu Xinyi. Shen Yi asintió como respuesta. Qué bueno, el que había preparado alcanzaba para dos personas. Le dio su tazón a su esposo, ya que no tenía realmente tanta hambre.
—Entonces, ¿de qué prometido están hablando? —le preguntó a Lu Xiulan, quien estaba ocupada con el postre.
Lu Xiulan levantó la cuchara y señaló a su prima.
—¿Tienes un prometido? —le preguntó Shen Yi a su esposa, mientras que aceptaba el pequeño tazón con postre de ella. Tomó una cucharada y lo probó. El postre era liviano, un poco dulce con un toque de canela. Las bananas no estaban pasadas. No era nada especial, pero estaba bueno.
Ella nunca había dicho nada sobre ese prometido antes. Si ya tenía uno, ¿por qué se casó con él?
—No, no realmente. No es oficial y nunca lo conocí—respondió Lu Xinyi.
—Porque siempre lo deja plantado al pobre hombre —continuó Lu Xiulan riéndose entre dientes. Ella sabía que Lu Xinyi nunca escuchaba lo que la familia Sun le decía que tenía que hacer. En su caso, era como otra Sun Meixiu de nuevo.
—¡Xiulan! —exclamó Lu Xinyi.
—¿Qué? Solo estoy diciendo la verdad. No quieres que tu esposo lo malinterprete, ¿verdad?
Shen Yi se sintió mejor, pero no tenía idea si era por el postre liviano o por la reconfirmación de Lu XIulan de que Lu Xinyi jamás había conocido a su supuesto futuro prometido.
—¿No quieres casarte con él?
—¿Por qué me casaría con él? Solo les daría más razones a mis tías para intimidarme y quitarme la herencia, como hicieron como mi mamá—le explicó Lu Xinyi.
Shen Yi apartó la idea del prometido. No era como que ese hombre podía quitársela de todos modos. Se acordó del viaje de negocios que su padre había mencionado y decidió preguntarle a Lu Xinyi.
—¿Tienes planes para esta semana? —le preguntó.
Tenía la sospecha de que su padre y hermano iban a juntarlo con alguien de nuevo en otra cita. El estar con Lu Xinyi le iba a evitar más problemas y dolores de cabeza. Al ser su esposa, seguramente, ella iba a ahuyentar a esas mujeres y no se aburriría tan fácilmente en el viaje.
Lu Xinyi agarró la olla vacía, la llevó a la pileta y la lavó, rápidamente.
—No tengo ninguno. Ya que, prácticamente, estoy en quiebra y desempleada, puedo ir a cualquier lado ¿Por qué?
—Ah, entonces acompáñame a la ciudad H por un viaje de negocios. No puedo dejarte aquí por unos días —le dijo Shen Yi. Sus perros Akita estaban tratando de llamar su atención, lo cual era inusual ¿Sospechaban que intentaba quitarles a Lu Xinyi de ellos?
¿La ciudad H? Obvio, Lu Xinyi no se perdería la oportunidad de ir a las playas. La ciudad H era un popular destino de turismo. Estaba en el sur del país y era un poco más cálido que donde estaban. No había estado en la playa en mucho tiempo. Tal vez, también podría encontrar algunas chucherías interesantes en el camino.
—Sí, no hay problema ¿Cuándo nos vamos?
—Mañana a la noche. No te olvides de empacar algunas bikinis —dijo Shen Yi con una amplia sonrisa.
Lu Xinyi se ruborizó y le pegó en el hombre a su esposo ¿Cómo se atrevía a hacer esos comentarios en frente de su prima? ¡Eso era embarazoso!
—¡Shen Yi! —ese hombre sin duda alguna no desperdiciaba una oportunidad para molestarla.
—¿Qué? No te he visto usando una ¿No tengo permitido verte en bikini? —le preguntó y se rió de la cara de enojo de su esposa.
—¡Cállate! ¡No quiero escuchar lo que vas a decir! —Lu Xinyi se tapó los oídos y le dio la espalda a su esposo.
Lu Xiulan veía como la pareja charlaba y coqueteaba en frente de ella ¡Esos dos! ¿Lu Xinyi se había olvidado que ella estaba con el corazón roto? ¿Era necesario que coquetearan en frente de ella? Se sentía como la tercera en discordia olvidada.
¿Se olvidaron que ella todavía estaba allí con ellos?
Era como si le hubieran dado asiento en primera fila para verlos coquetear y comida de perro especial para comer.
Esa era una de esas veces en las que deseaba no estar soltera.
Lu Xiulan tomó una cucharada del tazón y comió en silencio.
Sollozó.
—Algún día, yo también tendré novio —pensó para sí misma.
Sollozó.
Pero por ahora, disfrutaría del postre dulce de Lu Xinyi.