Cuando Ou Ming vio esto, él todavía jugaba con su copa de cristal. Entonces, miró de costado su espalda y habló lentamente:
—¿Te dejé ir?
Cuando el segundo amo Qu vio esto, enseguida fue a detenerla y le advirtió:
—¡Oye, Yu Lili! No es tan fácil marcharse cuando causaste un problema. No es tan sencillo como crees.
Yu Lili vio esto, dándose la vuelta con ira en sus ojos. Miró a Ou Ming y gritó:
—¿Qué quieres hacer entonces?
Ou Ming contestó con calma:
—Este par de zapatos en realidad no es caro, pero están hechos por un maestro italiano de artesanía pura, el maestro Fendilla, y este es el último par de zapatos antes de su retiro. Me gustan mucho. Cuando los compré, gasté 378 mil yuanes. Ahora te doy un descuento: 300 mil yuanes.
Después de escuchar esto, la cara de Yu Lili se puso pálida otra vez.
—¿Por qué haces esa expresión de nuevo? —preguntó él; cuando Ou Ming vio su rostro, su corazón parecía perforado.
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