—Está bien, puedes usar mi tarjeta.
Sonriendo alegre, Lin Wanting asintió.
—Claro, gracias, Qianci.
—De nada. Somos amigas, ¿no?
Su Qianci tenía una sonrisa en su rostro, pero sus ojos se oscurecieron. Después de pagar el helado, comenzó a deambular por el centro comercial. Con el helado en la mano, Lin Wanting sintió que había recuperado lo que había pagado por la bebida en la cafetería. Y Lin sintió que tenía a Su Qianci nuevamente bajo control.
Lin Wanting sabía que Su Qianci le daría cosas gratis. En la escuela secundaria, cuando Su Qianci todavía era muy pobre, aun así le daría todo su dinero a Lin Wanting después de una dulce charla. Ahora que ella era tan rica...
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