«¡Bum!»
Lilian abrió la puerta y entró en la habitación con la cabeza en alto. Los miembros del parlamento esperaban alrededor de la mesa su llegada. Se inclinaron respetuosamente, pero sus ojos estaban llenos de impaciencia y desdén. Quizás Lilian se quedaría perpleja por su manera imponente, pero ahora, ella se mantenía firme en sus creencias. Ella agarró la carta empapada de sudor en el bolsillo de su falda y miró a todos insatisfecha.
—Su Majestad, esperamos su justo juicio y decisión.
Después de los breves y casi involuntarios saludos, uno de los miembros representó a los demás al expresar sus preocupaciones.
—Han pasado tantos días. La gente está esperando y rezando por la verdad. Si no aprovechamos el momento y les damos una respuesta, quizás permanecerán inseguros en la próxima guerra.
—Entiendo lo que quieres decir.
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