Su respiración comenzó a sincronizarse. Cuando Xia Ling se dio cuenta de que sus posiciones no estaban del todo bien, ya fue muy tarde. Ella no se atrevió a moverse un centímetro. Parpadeó con sus largas pestañas, cuales alas de mariposa, y miró al gran jefe Li con ojos brillantes. Su mirada penetrante, nariz afilada, labios hermosos, manzana de Adán, clavículas y pecho...
Su rostro se sonrojó, su temperatura corporal subió y su latido se aceleró. Li Lei bajó la cabeza y la besó gentilmente, antes de profundizar el beso su respiración aumentó gradualmente. Al ver que él estaba metiendo su mano debajo de su ropa, ella lo empujó gentilmente.
—Li Lei, no...
Él estaba hechizado, pero se controló luego del rechazo. Este era el tatami de un salón de té, y él no podía quererla en un lugar tan barato. Él la dejó ir, y apoyó su frente contra la de ella.
—Continuemos en casa, ¿sí? —murmuró.
—¿Quién quiere continuar contigo? —Ella se sonrojó
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