En el imperio Occidental de Bonelake, Heidi se sentó en la tierra llena de heno, para acariciar al cordero que había encontrado atado cerca del poste, junto con el resto del rebaño de ovejas. Era el más joven de todos.
—Milady —era el mayordomo, quien había ido a buscarla por órdenes de su amo—. El Señor Nicholas requiere su presencia en la sala de estudio. El Sr. Lawson, y la Señora Venetia han llegado hace unos momentos.
Al escuchar los nombres, Heidi dejó de acariciar al cordero y retrajo su mano.
—De acuerdo. Gracias por hacérmelo saber —Heidi le dio las gracias, y lo vio mirando al cordero—. ¿Stanley? ¿Está todo bien? —preguntó.
—Sí, milady. ¿Lista? —preguntó, y ambos entraron a la mansión, dirigiéndose hacia la sala de estudio.
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