Nicholas tenía un indicio de que el conde Morris no había usado la rutina habitual que seguía generalmente. Si el hombre resultaba ser desleal, no pensaría dos veces antes de cortarle la cabeza, independientemente de cuántos años habían estado trabajando juntos. Levantándose de su asiento, cruzó la habitación.
El mayordomo, al ver a su Señor hurgando en su ropa mientras canturreaba en voz baja, aprovechó la oportunidad para hablar:—Lady Heidi preguntó por usted en la cena.
—¿Preguntó por mi? —murmuró el señor Nicholas.
—Sí, milord. Ella no ha estado comiendo bien desde esta tarde —informó Stanley antes de presionar sus labios y esperar a que el Señor dijera algo al respecto.
El mayordomo se quedó callado hasta que escuchó al señor Nicholas volverse para hablarle:
—Dime Stanley, ¿cómo cree que reaccionaría una persona después de ver un cadáver desconfigurado hasta ser irreconocible? —preguntó el Señor.
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