—¡Cualquier otro pináculo más seguirá siendo sólo el Reino Inmortal! —Su Yan respondió entre dientes.
—No lo entiendes —dijo Meng Hao, sacudiendo la cabeza. La marca del Eslabón había aparecido en su frente, hundiéndose más profundamente en él con cada pulsante resplandor.
Su Yan miró la marca en silencio, sus sentimientos claramente en conflicto.
Meng Hao se frotó la frente, y luego se volteó para ver los restos de su residencia. De repente, se había dado cuenta de algo, algo que apareció en su mente después de absorber completamente la fruta del Nirvana.
—La palabra Inmortal es extremadamente profunda... —murmuró para sí mismo. De repente levantó su mano derecha, dentro de la cual había una segunda fruta del Nirvana. La miró pensativo.
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