Todo el lugar se había vuelto negro, como un infinito y sofocante abismo. El único punto de luz era el del jue, un único faro en un mar de oscuridad. Guiaba a Han Sen. Y a su vez, Han Sen guió a la Emperatriz del Loto. La guió a través del reino del negro hasta que llegó a otro punto de luz. Se acercaron a ella y allí sus ojos se enfocaron en una brillante estatua de la diosa.
—Se parece a Madre. —La Emperatriz del Loto habló como si su mente estuviera vacía, vagando en un lejano ensueño. No podía apartar la vista de ella.
Sin el jue, los otros emperadores y súper criaturas se asustaron. Sin darse cuenta se habían encontrado atrapados en un lugar oscuro que ningún ojo podía penetrar. Emperador No Dios frunció el ceño y blandió su Espada Ningún Dios en un intento de formar un vórtice y salir de la negra prisión a la que había sido llevado.
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