Mientras caminaba libremente por las calles, Leylin escuchó un extraño sonido viajar a sus oídos.
—Estamos en una situación tan delicada y, sin embargo, todavía estás tan relajado... ¡Parece que necesitaré hacerle una sugerencia a Decarte para que te dé un trabajo más desafiante!.
El tono de esta voz era helado, dando a Leylin la impresión de que había atraído la atención de un lobo hambriento.
Leylin soltó una risa indefensa y se rascó la nariz, tras lo cual se volvió y le hizo una reverencia.
—¡Señor Caesar!
Frente a él había un Mago vestido con una túnica negra. Había varios hilos de color rojo sangre que decoraban la túnica y la sed de sangre constantemente emanaba de él.
¡Lo más inolvidable fue el ojo en su frente!
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