—¡Oye! ¡Ese gordo nos está insultando!
Uno de los jóvenes tomó una larga barra de hierro que tenía detrás y quiso hacerse del héroe. Corrió en dirección al Gordo gritando: —¡Te voy a matar!
El Gordo Han dio un leve paso al costado y la barra de hierro golpeó su brazo. El Gordo sonrió, como si la barra no lo hubiese lastimado en lo más mínimo. Como había dicho antes, la grasa en todo su cuerpo reducía su sensibilidad al dolor en las peleas.
El joven quedó impotente por la sorpresa. El Gordo Han levantó un pie y lo puso encima del pie el chico.
—¡AU! —el joven soltó un grito de dolor y la barra de hierro cayó al piso.
Comenzó a rodar por el suelo sosteniendo su pie con ambas manos. Podría estar roto, ya que estaba obviamente doblado.
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