1875
—Eso podría ser en parte, pero tu mami realmente no quería castigarte así. Si ella realmente quisiera encerrarte, ¿crees que las palabras de alguien hubieran podido cambiar de opinión?
Qin Chu le explicó pacientemente a Pudín y esta miró hacia abajo, continuando su silencio. Parecía que ella estaba tramando algo.
Justo entonces, Qin Chu le entregó una pequeña caja.
—Por supuesto, no te obligaré a bajar a cenar si no quieres. Porotito dijo que no desayunaste ni almorzaste... Sé que te gusta el tiramisú de Ailiya, así que te compré algo...
—¡Gracias, papi! —Pudín sonaba un poco conmovida.
—Buena niña. Entonces papá va a bajar... Piensa un poco. Sé que eres una chica inteligente y podrás resolver las cosas, ¿verdad?
Luego, Qin Chu se dio la vuelta y bajó las escaleras.
Pudín miró ese delicado pedazo de pastel en su mano con sentimientos encontrados...
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