—¿Cómo... murió?
Huo Mian realmente no estaba preparada para eso. A pesar de que detestaba a Jiang Linyue, nunca había deseado su muerte.
La sensación de que alguien que conocía había muerto se extendió desde lo profundo de su corazón y le provocó escalofríos. Para Huo Mian, Ciudad T era una ciudad sumamente insegura, ya que el rival de Qin Chu era un demonio que asesinaba gente sin siquiera parpadear.
Si la muerte de los cinco miembros de esa familia durante la demolición forzosa había sido un accidente, entonces la muerte de Jiang Linyue era un asesinato deliberado. Además, el asesino tenía intenciones obvias...
—No se preocupe, Joven Señora, el presidente Qin sigue en la comisaría y yo estoy yendo allí ahora. Le comunicaré las novedades cuando lo liberen.
—Está bien, recuerda mantenerme informada sobre el tema —dijo Huo Mian preocupada.
En la comisaría de Ciudad T:
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