Huo Mian asintió.
—Siéntate... —dijo Huo Zhenghai con dificultad mientras sus manos temblaban. Ella se sentó en silencio en una silla frente a su cama.
—¿Estás bien? —preguntó Huo Mian sinceramente. Como médica, se sentía mal al ver personas enfermas.
—Es lo que hay... Puedes ver que estoy muriendo...
—No digas eso. Debes cuidarte.
—Mian... Siempre parecías tan distante cuando hablabas conmigo... Me odias, ¿verdad? Por cómo te traté a ti y a tu madre en el pasado...
—No, yo no te odio. A decir verdad, no tengo derecho a odiarte.
Huo Zhenghai estaba confundido, no parecía haber esperado esa respuesta por parte de ella.
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