Por suerte, el Maybach era espacioso...
Se arrodilló frente a Huo Mian y le suplicó: —Prima Mian, lamento haber robado las joyas de la tía.
—¿Por qué lo hiciste? —Huo Mian la miró con frialdad.
—Yo... Fui una idiota... La tía tenía tantas joyas y apenas las usaba, por lo que pensé que podría cambiarlas por un anillo.
—Jajaja... ¿Estás diciendo que tienes el derecho de tomar algo siempre que el dueño no lo use? —Huo Mian nunca había conocido a alguien que inventara escusas para un robo.
—No, fui una idiota. Prima Mian, lo lamento, sé que lo que hice estuvo mal, pero, por favor, no llames a la policía. No quiero ir a prisión, aún soy joven, la prisión arruinará mi vida...
—Imagina lo triste que estará mi madre si descubre lo que sucedió... No puedo creer que te haya invitado a vivir en su casa.
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