1 EL ÚLTIMO DÍA

Tal como lo había imaginado, el mundo se empezaba a partir en pedazos, los cielos nos ofrecían una vista aterradoramente hermosa; mientras estos se teñian por el color carmesí más profundo que haya podido imaginar.

Las estrellas caían del cielo una a una, la Luna se mostraba destrozada y los relámpagos amenazaban con acabar con todo lo que estuviera a su paso .

Tanto los animales como las personas huían inútilmente de este destino apocalíptico que ya había sido advertido por Dios.

Las pocas nubes que aún quedaban en el cielo poco a poco se disipaban dejando vislumbrar al ejército del cielo .

De pronto, se escucharon el cantar de unas trompetas , fue así que inició el ataque.

Miles de angeles y criaturas nunca antes vistas mataban con determinación y devoción a todo aquello que estuviera en su camino y en lo alto de se encontraba un hombre sentado en lo que parecía ser un trono mirando con tristeza la masacre.

Y yo, que miraba desde lo alto de un edificio como personas inocentes también morían en esta tierra ahora convertida en un infierno, lloraba de tristeza e irá por tal injusticia.

La ira no solamente provenía de la masacre de inocentes si no que también provenía de los gritos que en mi mente y en mis oídos rezonaban las advertencias que grite a naciones enteras las cuales hicieron caso omiso a mis palabras, evidencia e intentos de ayuda.

Y ahora solamente con mi corazón a punto de romperse, me arrodille mirando a ese ser al que tanto amo incluso a pesar de que el dió su aprobación a este terrible exterminio y con todas mis fuerzas pedí por piedad para todos los inocentes.

Él me miró desde lo alto con dulzura y al alzar su mano derecha, en cuestión de segundos el ejército se detuvo para empezar a salvar a todos por los que había rogado.

Al terminar de ejercer su orden, ellos volvieron a atacar .

Aquellos sentimientos que tenía, desaparecieron ya que al menos pude salvar a la gente de buena voluntad que aún no había muerto.

De pronto sentí mucha tranquilidad la cual creí que sería eterna pero fue interrumpida por un ángel que descendió del cielo dispuesto a asesinarme.

Su apariencia era humana a excepción de que él poseia una gran belleza y contaba con un para de alas grandes y hermosas.

Antes de que él me matara junte todo el coraje que pude para poder pedirle un último deseo el cuál fue

-¿Cuál es tú nombre?.-

Al principio se extraño por mi tan repentina pregunta y después de unos minutos el respondió.

- Zevrael... soy Zevrael, líder de la primera división encomendada al arcángel Miguel.-

Después de eso con una sonrisa amable y dulce continuo con mi ejecución.

De mi cuerpo un dolor extremadamente fuerte surgió del centro de mi pecho y mi cuerpo amenazaba con caer  al suelo pero aquello no sucedía y en cambio sentí como alguien me sujetaba con gentileza.

Mi vista se volvía borrosa así que no sabía quién o qué había evitado que cayera.

Solamente podía escuchar lo que el me decía.

-¿Estas bien?- la voz de mi salvador era como una dulce melodía pero también  podía percibir preocupación en ella.

Intentaba responder a su pregunta pero me sentía muy cansada y de mis labios no salía lo que quería decir.

Con dificultad pude mantenerme un poco conciente; lo suficiente para escuchar como mi salvador discutía con Zevrael.

-¡¿Zevrael por el amor de Dios que es lo que has hecho?!-

Gritaba furioso mi salvador mientras me revisaba en busca de más heridas.

Z: -A que se refiere, Arcángel Gabriel?...

Tan solo cumplía con mi deber, a caso...he cometido algún error?-

Al principio Zevrael mantenía un tono tranquilo pero al preguntar acerca de su error, su voz se volvió quebradiza al ver cómo Gabriel lo miraba con irá.

G: -¡Esta mujer debía ser salvada, nunca se dió la orden de asesinarla.!-

Z: - Yo...lo siento mucho, Arcángel Gabriel .

He cometido un grave error  pero, en mi lista ella no era candidata para recibir el perdón de Dios.

La espada que antes había sido manchada con mi sangre y era sostenida por  Zevrael con firmeza callo al suelo.

Y junto a ella mi ejecutor, se arrodilló a los pies de mi salvador.

G: - Lo que dices es difícil de creer, ya que ella aparece en mi lista y yo personalmente debía escoltarla al paraíso que su santidad ha prometido a los humanos libres de pecado.

Z: - ¡¿D-Dijo escoltarla?!

No puede ser, mi falta es demaciado grave.

G: - Así es pero, si quieres reducir tu castigo por tal agravio; deberás convertirla en tú protegida.

Z: - Pero... Si hago eso, ella y yo nunca...

G:  - Esa es la única forma en la que ella podrá seguir viviendo.

Nuestras armas no solamente hieren el cuerpo físico si no que también dañan el alma y la mente de los demonios y humanos.

Pero en los humanos al ser más débiles y frágiles no solamente les causa un gran dolor, también si ellos mueren gracias a nuestras armas.

Jamás van a poder renacer...No queda otra opción, debes convertirla en tú protegida aunque sea temporalmente, en lo que logramos curarla.

Z: - Entiendo... Pagaré por mi error y aceptaré mi castigo por desobedecer la voluntad de Dios.

Después de eso... No logro recordar todo lo que sucedió.

No sé si era por el trauma de ver cómo mi mundo era destruido o si mi perdida de sangre comenzaba a tomar cuentas pero perdí la conciencia.

Lo último que puedo recordar era cómo me alejaba  de la tierra que me dejó ver, sentir y disfrutar su amor y belleza.

Yo en verdad deseaba que todo esto fuera una pesadilla y al despertar tan solo confirmaría que todo se trató de solo un mal sueño.

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