1 Ángeles de un Ala

El mundo está plagado de caos, desesperación y maldad, sin embargo vivir aceptando eso es una visión muy pesimista de la realidad. Como humanos somos imperfectos, llenos de dudas, miedo, rencor, dolor y otras emociones negativas que nos hunden en la oscuridad de la realidad que percibimos, sin embargo siempre que exista un polo negativo, va a haber un polo positivo, luz dentro de la oscuridad y viceversa.

Hay personas que a pesar de las adversidades se ponen en pie después de caer, que pasan por situaciones increíbles y aun así logran superarlas. Esas personas están allá afuera, entre nosotros, sentadas a nuestro lado, paradas frente a nosotros, caminan y sufren como cualquier personas; lo que las hace diferentes es que han comprendido una premisa "Nos convertimos en lo que pensamos".

Así como el universo muestra una dualidad entre luz y oscuridad, positivo- negativo; las personas son de igual manera una manifestación del mismo principio, nadie es totalmente bueno o totalmente malo, dentro del bien yace algo de mal y de igual manera dentro del mal existe siempre algo de bien para darle equilibrio al espíritu.

Es así como en su imperfección, las personas se baten en la danza que busca el equilibrio dentro de sí. Los ángeles de un ala, son seres imperfectos, con dudas y temores, con libre albedrío y en busca de una razón para vivir en un mundo que se sume en la cotidianidad e indiferencia. Los ángeles de un ala, somos nosotros.

"Batiéndose en una interminable danza espiritual, el bien y el mal luchan dentro de cada uno de nosotros para determinar qué lado ganará; de nuestra fuerza de voluntad y las decisiones que tomemos dependerá hacia dónde se inclinará la balanza y si seremos luz u oscuridad para el mundo"

En un autobús de una ruta metropolitana, los pasajeros subían y bajaban, iban y venían, cada uno perdido en su propia mente, pensando en todos los mandados y todas las tareas pendientes, cada quien en su mundo, cada quien apurado. El ajetreo del día a día consumía por completo el tiempo, la energía y la fuerza de cada uno de los pasajeros que ahí se transportaban. De entre todos ellos, había alguien que ocasionalmente observaba con mucha discreción a los pasajeros como si los estudiara con cuidado y como si esa mirada bastara para generar empatía en él a pesar de que los demás no se percataban de ello.

A veces parecía muy interesado en algunas personas y sonreía, en otras, simplemente inclinaba la cabeza como si éste sintiera el mismo pesar que el rostro de los que observaba reflejaban. Cada quien parecía emitir un aura diferente, una emoción distinta, cada cabeza era el reflejo de una diversidad de universos de pensamientos, sueños, temores y para nuestro espectador resultaba sumamente fascinante, pues con su mirada exploraba cada uno de ellos durante un breve instante desvaneciéndose en el espacio de aquel desvencijado autobús.

-Las personas son increíbles- Se dijo a sí mismo dando un vistazo a su alrededor ���Son seres con un potencial increíble, pero no lo explotan porque no saben cómo hacerlo- agregó. Algo que le pareció curioso es que a pesar de ser un lugar hacinado, nadie interactuaba entre sí, cada quien parecía encerrado en su propia cabeza; nadie volteaba a ponerle atención a la persona que se encontraba a su lado, al frente o atrás; a las personas que iban de pie, a quien se subía y quien se bajaba. -¿Qué fue lo que los llevó al punto de ignorar la existencia de sus semejantes?- Se preguntó pareciendo más interesado en aquel grupo de personas.

El recorrido del autobús era algo extenso pues tenía que ir desde el monumento del hermano lejano el cual ahora era conocido como "Hermano bienvenido a casa" hasta la Universidad de El Salvador y más allá, dando la vuelta por Mejicanos y luego regresaba por la misma ruta hasta subir a Antiguo Cuscatlán. La gente subía y bajaba, el tráfico era fluido en ciertas calles y se saturaba en otras, el pan de cada día en la capital.

Se puso de pie, nadie lo volteó a ver, nadie le ponía atención. No le sorprendió ser ignorado, era algo común cuando bajaba de su oficina; algunas personas volteaban a ver en su dirección sin embargo no detenían su mirada en él y pasaban de largo sus ojos a otro punto de interés.

El hombre estaba de pie, usando un traje muy elegante y a pesar de ser un país con altos índices delincuenciales, parecía importarle poco; caminó desfilando por el pasillo y con mucho cuidado y atención comenzó a observar a cada uno de los pasajeros. Nadie parecía incomodarse ante la presencia de aquel extraño sujeto, inclusive algunos sentían dentro de sí una extraña sensación de confort.

Observó a un muchacho, que iba viendo hacia afuera por la ventana, su mirada perdida disimulaba un profundo pesar, dolor, preocupación. –Este de aquí… ha pasado por mucho- Dijo deteniéndose a su lado –Veo que no sabes cómo hacer para sacar a tu familia adelante, tu papá ha dejado un enorme vacío en tu casa y sientes que no podrás llenar sus zapatos, temes a que el mañana venga tan rápido que no puedas cumplir con las obligaciones que el dejó atrás- Explicó mientras ponía la mano sobre su cabeza, el muchacho volteó a ver, pero como si no hubiese nadie ahí, soltó un débil y casi imperceptible suspiro y regresó su vista a la ventana. Más atrás se encontraba una señora que no pasaba de los cuarenta años, se notaba una profunda angustia pues sus ojos reflejaban que tenía muchos problemas. El hombre se acercó y la vio con atención, su atuendo un poco descuidado evidenciaba el hecho de que no tenía mucho tiempo para cuidar su imagen, una trenza en su cabeza disimulaba la longitud de su cabello y eso le facilitaba esconder lo maltratado que se encontraba.-No tienes qué darle a tu hija para el día de mañana, te mantienes a flote día con día con las lavadas de ropa y algunas planchadas, sobrevives con muy poco dinero y a pesar de todo aquí estas.

El autobús pasó por un centro comercial muy popular de la ciudad donde se encontraba un grupo de jóvenes en la acera realizando una pequeña presentación musical que provocó en aquella mujer una lánguida sonrisa que atrajo la atención del hombre quien no pudo evitar notar que en una de sus muñecas, aquella mujer llevaba consigo una delgada pulsera con una nota musical.

-Ya veo, la música siempre ha sido tu pasión, disfrutabas cantar en la iglesia, conociste al padre de tu hija y eso te llevó a abandonar tu sueño de seguir cantando. La gente comenzó a rechazarte al saber que estabas embarazada ¿Por qué los humanos son tan crueles?- Se cuestionó con un leve disgusto. Luego vio que un anciano se encontraba en el asiento de atrás, viendo hacia la ventana; su mirada cansada y su cuerpo debilitado por la edad así como sus arrugas eran la prueba de toda una vida.

-Viviste de la mejor manera y a pesar de haber cometido errores, lograste enmendarlos; tu esposa estuvo contigo de manera incondicional y la amaste- Dijo viendo a la distancia, conmovido por el mar de emociones que derramaba el alma de aquel anciano, el hombre no pudo contenerse y unas cuantas lágrimas corrieron por sus mejillas mientras leía en el interior del viejo- Hace seis meses que ella partió, ha sido un golpe que no puedes superar del todo y en el hospital te dijeron que tienes una enfermedad muy avanzada que no pueden controlar y te queda poco en esta tierra- continuó indagando mientras se acercaba-Pero no te preocupa porque tienes deseos de volver a verla ¿Cierto?- Dijo colocándose al lado de su asiento.

-Es verdad eso que dices- Respondió el anciano.

-¿Tú si puedes escucharme?- Preguntó conmocionado el hombre.

-Te escucho y te siento, pero no te veo- Dijo sonriendo, a pesar de que sus labios no se movían, el anciano hablaba desde su interior.

-¿Cómo es eso posible? Nadie puede hacerlo- Protestó el hombre.

-No lo sé, solo puedo hacerlo; estoy igual de sorprendido como tú- Explicó el anciano.-Sé qué eres y qué haces aquí, has leído el alma de todos en el autobús- Reveló para sorpresa de aquel singular hombre.

-¡Eso no es posible!- Exclamó con arrebato.

-No sé lo que está ocurriendo, pero desde un tiempo para acá también puedo leer a las personas, sus emociones, sus sueños y muchas veces es triste y otras es algo maravilloso- Explicó el anciano- Tú eres un ángel, no es nada nuevo para ti, sin embargo, no sé por qué yo también puedo hacerlo- Explicó el anciano sonriendo.

-Esto es sorprendente- Reiteró el hombre del cual ahora se sabía su procedencia.

-Muchas cosas lo son- Replicó el anciano. -¿Qué te trae a un lugar como éste?- Preguntó con curiosidad.

-Bueno, vengo aquí para probar algo- Dijo el ángel tomando asiento al lado del anciano quien a pesar de no poder verlo lo percibía de alguna forma.

-¿Y qué podría ser eso?- Indagó.

-Bueno, los humanos han perdido el sentido de unidad y parece que con cada día que pasa se van ahogando cada vez más en su soledad, es decir, todo mundo se siente solitario- Comentó con un poco de decepción –La razón por la que vine aquí es para probar que por muy distanciados que estén, siempre puede haber algo que los vuelva a vincular unos con otros- Respondió mientras volteaba a ver de un lado a otro como si tratase de leer el alma del resto de los pasajeros.

-¿Qué es lo que crees que necesiten?- Preguntó el anciano.

-Un pequeño empujón de seguro- Respondió un poco apresurado el ángel.

Se puso en pie y pasó por cada asiento viendo la historia y los deseos de cada uno de los pasajeros. Un hombre, había perdido su trabajo y un grupo de delincuentes había robado su vehículo, el cual a pesar de ser una chatarra, cumplía su función de transportarlo para todos lados, su preocupación es que no tenía ni un solo centavo más que lo del pasaje de regreso a su casa; su aflicción era evidente. Soñaba con poder poner un negocio propio, ser su propio jefe pues a pesar de ser un trabajador dedicado, no dependía de él ni de su rendimiento para conservar su puesto, sino que de todo un proceso burocrático que tardaba mucho tiempo y sobre todo de la voluntad de los del tan odiado departamento de recursos humanos. Otro pasajero con la mirada perdida en el camino, había sido engañado por su novia, después de tantas desventuras amorosas pensó que ésta era la indicada y aún poniendo todo su esmero por ser bueno con su pareja terminó con el corazón roto. Otra pasajera, se dedicaba a echar tortillas para subsistir, sin embargo esto no era suficiente para los gastos diarios pues padecía una enfermedad en los riñones que requería cuidados que ella no podía costear y puesto que no era asegurada debía asistir al sistema de salud público el cual pasaba desabastecido de los medicamentos que ella necesitaba, su rostro mostraba una desconsolación por no poder tener los recursos para tratarse.

-Cuanta miseria- Dijo el ángel – Es obvio que cada uno de ellos vive un infierno en la tierra, unos más que otros y esto los obliga a cerrarse- continu�� observando. Cada uno de ellos tenía sueños, pero la necesidad de sobrevivir en un país tan golpeado por diversos problemas sociales, políticos y económicos los alejaba completamente de lo que querían y esto los volvía infelices y miserables. –Eso explica por qué cada vez más van perdiendo su humanidad- Dijo con pesar el ángel mientras el viejo solo escuchaba.

Cada uno de los pasajeros cargaba con su propia cruz, llena de frustraciones, de angustia, de problemas, de dolor, de soledad. El ángel comenzó a sentir todo eso y se llenó de las emociones negativas que cada uno de los pasajeros emanaba. De pronto uno de los pasajeros observó que unos niños que al parecer eran hermanos venían saliendo de clases, no pasaban de los 5 años y venían bailando y corriendo alrededor de su madre que venía de recogerlos del kínder. Una sonrisa a causa de aquel efímero momento salió de su rostro, como del de otros pocos pasajeros que presenciaron lo mismo. El ángel sintió el cambio de estado de ánimo de todos ellos y dirigió su vista hacia los niños que seguían en su juego mientras el autobús pasaba de largo el lugar y continuaba su camino.

-La vida está compuesta de dos tipos de momentos, los buenos y los malos. No puedes pasar toda la vida esperando a que ocurran momentos felices, a veces desperdicias tu tiempo sin darte cuenta que debes disfrutar los pequeños buenos momentos- Dijo el anciano.- Así como la naturaleza misma nos enseña, no todos los días pueden ser soleados y agradables, también hay temporadas de tempestades y de desastres naturales, así es la vida- Agregó.

El ángel, pensativo miró hacia todas partes y comenzó a recrear el sueño de cada uno de los pasajeros quienes en su mente podían ver esa etérea ilusión que parecía tan real, el corazón de todos latió de emoción pues comenzaron a ver su vida con un buen trabajo, cantando en un escenario frente a muchas personas, tener una familia al fin, ese restaurante que siempre quiso poner, a la capacidad para poder ayudar a todas las personas posibles a salir de sus problemas. Todos y cada uno de los sueños y aspiraciones comenzaron a reflejarse en las mentes de todos, y una serie de sonrisas ocultas en esos rostros indiferentes y angustiados comenzaron a fluir creando una meliflua[1] atmósfera dentro de ese autobús. Como si de un lienzo en el aire se tratara, el ángel daba pinceladas para crear dentro de esa ilusión las conexiones para que los sueños se fusionaran y comenzaran a verse unos a otros como debía de ser.

Esa poderosa pero invisible secuencia de imágenes y sonidos llenó a todos de emoción y motivación, poco a poco los pétreos rostros comenzaron a dibujar sonrisas muy disimuladas como si trataran de esconderlas, algunas miradas curiosas de los mismos pasajeros veían a un lado y a otro como si todos vieran lo mismo que ellos, lo cual en efecto así era. Un momento sin espacio ni tiempo, donde las preocupaciones y el dolor dejaron de existir por breves segundos, minutos quizá; el universo entero para esas personas era ese breve instante. El ángel, observando aquella escena se detuvo en una mujer, producto del sueño de uno de los pasajeros, notó algo familiar en ella sin embargo no sabía exactamente el qué, se acercó para verla mejor.

Ella llevaba un hermoso vestido como el color del cielo, con flores amarillas, sonreía como si dentro de sí almacenara toda la felicidad del mundo, expectante a llamar la atención de alguien dentro del autobús. El ángel sintió una tenue conmoción y dirigió su vista al anciano quien sonreía sin miedo a esconder su alegría, una lágrima iba recorriendo su mejilla.

-¿Estará bien?- Se preguntó a sí mismo el ángel.

-Por supuesto, nunca me había sentido mejor- Respondió desde su interior el anciano.

-Esta mujer es….- Balbuceó.

-Así es, ella es quien me espera en el otro lado- Explicó sin demora. Dirigió su mirada hacia ella y sus ojos expresivos brillaron ante la presencia de su esposa, no era su belleza ni su sonrisa la que le devolvió aquella fuerza de vida sino que el mero hecho del conglomerado de cosas buenas y malas a los cuales se enfrentaron juntos y lo superaron, la dedicación y la pasión a cada uno de los sentimientos que le había generado toda una vida de pequeños buenos momentos que sumados representaban todo aquello que le había permitido reconectarse con la humanidad y la empatía hacia los demás, la sabiduría adquirida de toda una vida, errores, virtudes, sonrisas, lágrimas, alegrías y el cumplimiento de una promesa que solo ellos dos sabían.

La mujer, sin decir una sola palabra continuó mirando con un sublime cariño que llenaba de calidez el lugar, sumando a esa perfecta atmósfera de armonía en donde los sueños de todos se mezclaban. Se fue retirando como si fuese a salir del lienzo y poco a poco se fue alejando, de la espalda de ella comenzó a extenderse un ala inmaculadamente blanca y casi intangible, continuó caminando mientras echó una última mirada hacia atrás, hacia aquel anciano soltando una simpática carcajada inaudible por la distancia. El anciano no podía dejar de mostrar esa sonrisa de oreja a oreja.

-Es lo más hermoso que he visto en mi vida, es por eso que no tengo miedo de irme- Reveló reacomodándose en su asiento.

-No puedo creer que mi jefe permita que a personas buenas les ocurran cosas así- Dijo un poco decepcionado.

-Cada una de estas cosas, no es culpa de tu jefe, cada uno de nosotros elije cómo vivir su vida, cada una de las cosas que nos ocurre tiene un propósito si lo miras de cierto modo. Lo importante es saber cómo vas a enfrentarla, cómo vas a actuar para superarla; las personas se escudan en que sus desgracias son culpa de otros y no de sus propias decisiones; es ésta irresponsabilidad dentro de nosotros, ésta inmadurez lo que hace que nos encerremos en nosotros mismos y nos perdamos de la realidad. Mira a éstas personas- Dijo muy satisfecho. -Seguramente tu jefe está muy contento con éste trabajo- Agregó.

-Creo que está muy ocupado en otras cosas, además es una ilusión; no es real- agregó decaído, pues desde su perspectiva, era lo único que podía ofrecer a éstas personas.

-No mires solo el ahora, cada una de estas personas al salir de éste autobús, tendrá la fuerza necesaria para retomar el camino de su vida- Explicó.

-¿Cómo puedes estar seguro de eso?- Preguntó observando como el anciano se ponía en pie y buscaba la salida del autobús.

-Es simple- Respondió deteniéndose un segundo para dirigir su mirada hacia el ángel quien atónito vio cómo del viejo salía un ala del lado opuesto al de la mujer que había visto hace unos momentos. –Fue otro como tú que hizo exactamente lo mismo hace mucho tiempo conmigo y gracias a ella, no tengo ningún remordimiento cuando me toque irme de esta tierra- Agregó mientras retomaba su camino hacia la salida.

Aquel ángel, permaneció con la boca abierta en medio de la enorme ilusión con las imágenes de cada uno de los sueños en donde los pasajeros departían con alegría entre sí a pesar de que nadie se movía de su asiento. El autobús continuó su camino, sin embargo el ángel permaneció ahí de pie, con una cara de sorpresa e incredulidad a la vez, pero reconfortado y motivado a continuar haciendo ese trabajo.

Por el retrovisor, el conductor veía al ángel con satisfacción. –Sabía que lograrías comprenderlo- Dijo para sí mismo sonriendo con un gesto de aprobación por lo que su empleado había logrado.

[1] Melifluo/a: Algo excesivamente dulce y agradable.

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